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Miércoles 24 de Abril del 2024 19:05

3 cosas que aprendí cuando estaba en silla de ruedas y que tú deberías saber

La vida te da lecciones en momentos inesperado.

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Juan Angel Torres
Juan Angel Torres
Me atropellaron el 2015 y aprendí a caminar de nuevo. Trabajo en una Agencia de Comunicaciones en Santiago. Editor Web @diarioafta Ex @ucv_tv, ex @canal13 y ex de varias

11836691_10153476084039780_5259654805268053752_nLa imposibilidad de desplazarse libremente y de forma independiente es algo que debes apreciar todos los días.

Fuí atropellado el 2015, quedé con tres extremidades fracturadas y tuve que aprender a caminar de nuevo. Acá te explico tres cosas que aprendí cuando estaba en silla de ruedas y que sin duda te ayudarán en tú vida.

Ir despacio:

Me dí cuenta que la ansiedad y la poca paciencia solo nos juega en contra, tomarse el tiempo debido y realizar las cosas prudentemente mediante los canales formales nos lleva al éxito. Vivir de forma acelerada y estresada solo nos mantiene de mal humor y no podemos apreciar los momentos hermosos que nos da la vida.

Andar rápidamente es una forma de distraerse de las cosas que nos rodean, es una mala consejera, es casi un auto-atentado. Cuando aceleras tus pasos tomas malas decisiones y no logras ver tus opciones.

Cada vez que te sientas presionado y pienses que no hay salida, respira, acuéstate en la cama y llegarán por lo menos tres soluciones a tu cabeza.

Apreciar las cosas simples de la vida:

Así tan simple como se lee, pero de verdad. Pararse, mirar por la venta, contemplar el cielo y distinguir las formas de las nubes es una acción que debes sentirte afortunado de poder realizar.

¿Alguna vez apreciaste el hecho de poder sentarte en un parque, acostarse, sentir la tierra en tu ropa y el pasto en tu cabeza?

Soy más fuerte de lo que pensaba:

Estar en situaciones extremas saca lo mejor de cada uno, en ese momento afloran los instintos naturales y de autoconocimiento. No existe el cansancio y todo es una motivación extra.

Estuve meses en terapias kinesiológicas en donde debía soportar el dolor más grande que jamás pensé sentir en mi vida tan solo para volver a doblar la rodilla derecha, pues había perdido la flexibilidad.

Me era imposible apoyar los pies y caminar. Debía apoyarme y andar lentamente, tan solo unos pocos segundos.

Pero me levantaba todos los días temprano a realizar los ejercicios, desayunaba, seguía ejercitando, asistía al Kinesiólogo, regresaba para cenar y continuaba realizando ejercicios antes de dormirme. Me esforcé tres veces más que cualquier para recuperarme nuevamente.

¿La razón? Quería volver a caminar pero ahora con otra mentalidad, apreciando lo bonito de la vida y lo afortunado de vivir con buena salud.

Yo soy otra persona ahora, ahora soy mejor, puedo ver la vida de otra manera. Ahora tú también puedes.

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