Vivimos en un mundo globalizado, intenso, desalmado y que intenta día a día aterrizar tus proyecciones, pero es posible romper el esquema tratando de que el cielo sea el límite y lograr algunas cosas que solo podías soñar en su momento.
Lograr tu propio éxito es difícil pero no imposible, me refiero a estar equilibrado emocional, laboral y económicamente. Conseguir algún objetivo siempre será más fácil con ayuda, sin embargo, existe cierta clase de ayuda que conlleva tranzar tus ideales ética o moralmente.
No es un misterio que en el plano laboral existen algunos personajes que lograr escalar posiciones o conseguir ciertos empujones en base al compadrazgo y malas prácticas, la meritocracia rara vez se hace presente y el CV importa poco cuando existe el “pituto”.
“El o la sapo de la oficina” y “El espinita” siempre estarán presente en nuestra vida y uno puede elegir dos caminos, el camino largo y bueno o el corto pero malo.
Esforzarte, estar preparado, poner mucha energía, voluntad y ser el mejor para un trabajo, no garantiza obtener o conservar el empleo.
Ser del bando de los buenos a veces juega en contra, buscar cumplir con el trabajo, ayudar a tus compañeros y ser un buen empleado no es bien visto por algunos miembros del grupo. Si eres muy bueno y comprometido con la labor, pasas a ser una amenaza.
Por otro lado, en el bando de los malos, solo se dedican a entregar lo justo y a mantener el status quo cómodo, sin esfuerzo ni proyecciones. Si eres muy malo, pasas a ser un buen soldado, sigues órdenes.
Honestamente, me gustaría ser mala persona, ser “el sapo” y conservar un trabajo muchos años, siendo infeliz pero siempre con dinero en el bolsillo. Luego recuerdo que a las personas buenas siempre les sale bien, solo nunca hay que perder la fe.
El tiempo pone a todos en su lugar, solo hay que ser paciente.