El mercado. ¿Por qué? Porque el Estado ha muerto, o al menos así lo creo yo, de hecho, eso más o menos todo el mundo lo intuye. Con esto quiero decir que hace mucho tiempo que el Estado se rindió ante el chantaje con el que las fuerzas del mercado destruyen las políticas que favorecen e interesan a la ciudadanía (como la protección laboral, por ejemplo). Hace mucho tiempo que el Estado cedió muchas de sus funciones y facultades a la mano invisible del mercado. Hace mucho tiempo que el Estado, incluyendo sus brazos legislativo y judicial, se ha convertido en el mero ejecutor de la soberanía de los mercados. Es por esto que aunque el Estado siga articulando, dictando y ejecutando los veredictos de exclusión y desalojo, sus organismos ya no pueden decidir los criterios o los principios de esa “política de exclusión”.

En el Reino Unido, por ejemplo, se declaró que la nueva política de inmigración tendría como objetivo llamar sólo a las personas “que el país necesita” y dejar afuera a las “que no son necesarias”. ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que el gobierno le cedió implícitamente a los mercados el derecho de definir “las necesidades del país” y decidir a quién necesita y a quién no necesita (a esto el senador Ossandón le llamó “política selectiva”).

Al igual que en el Reino Unido, en Chile entran quienes prometen impulsar las ruedas de la economía, quienes permiten que estas giren con más velocidad, y quienes prometen disparar las ganancias de las empresas por encima de los niveles alcanzados. La diferencia está en a quienes y bajo qué condiciones ofrecemos nuestra hospitalidad. En nuestro caso: a las personas que se encuentran en la base de la pirámide de ingresos. En el caso del Reino Unido, son pocas las personas de esta categoría que son admitidas, y las pocas que son admitidas lo son de manera temporal, además, deben volver a su país de origen con lo que ganaron, ya que no se permite a sus familias acompañarlos. Así funciona en realidad un país que mide su éxito o fracaso de acuerdo al PIB: uno debe convertirse en producto para entrar, ya que el mercado regula la entrada.