En el Chile de hoy, muchas veces nos volcamos a Alexis o al Rey Arturo cuando queremos retratar historias de éxito y ascenso social. Niños de familias humildes que partieron jugando a la pelota en canchas de tierra que, a punta de talento y perseverancia llegaron a la cima del deporte de elite y se hicieron millonarios. Meritocracia pura.

Pero de un tiempo a esta parte se nos olvidó que emprendiendo también se puede llegar alto partiendo de abajo. Hubo una época en que nos creíamos jaguares y que historias como la del Conejo (del maní) o de la Cuca y sus parrilladas, eran vistas con admiración por ser gente que le había ido bien emprendiendo partiendo prácticamente de cero. Pero luego vino el 2011 y la alergia al lucro que se regó por las redes sociales y, de un día para otro, las historias de ascensos y fortunas hechas a pulso dejaron de ser llamativas o ejemplo de algo. Es cierto que en Chile partir de abajo es más difícil que en países del norte. Googleando se puede encontrar que varios miembros del firmamento high-tech actual partieron con una mano por delante y otra por detrás, mientras que acá los súper ricos salieron todos de los mismos 4 colegios o 2 universidades. Pero también es cierto que las historias de éxito empresarial de gente humilde ya no venden diarios. Una lástima.

Porque sin desconocer que una buena educación siempre será una buena base para subir en la escalera social y dar un mejor estándar de vida a la descendencia, la verdad es que una buena idea de negocio bien ejecutada puede ser un cohete social. Pienso en una amiga que en su momento trabajó como cajera en uno los locales que tuve (en otra vida) y que ahora es dueña de tres puestos en la Vega de Antofagasta. Su hija hoy tiene una mejor educación y perspectivas de lo que jamás soñaron sus abuelos y todo gracias a su enorme talento y esfuerzo volcados a emprender.

Volvamos a aplaudir a nuestros emprendedores exitosos. Hagamos visibles esas historias de éxito sacadas a pulso desde el almacén de la casa. Que sus ejemplos guíen los pasos de muchos para que se tiren a la piscina. Porque si bien las aguas de la actividad independiente son movidas, también pueden deparar un futuro jugando en Old Trafford. Sigamos sus historias y démosles un merecido aplauso.