Camilo Arce. Periodista
Camilo Arce. Periodista

Antes de comunicar cualquier cosa me gustaría mencionar que no tengo automóvil, porque creo en el transporte público, en la bicicleta y en mis pies. Además pienso que la movilidad pública debería ser estatal, y confieso que frases como “¡Cómprate un auto, Perico!”, que me han gritado por ahí, me hacen hervir la sangre. Pero esos son otros temas.

Como usuario habitual, tampoco es necesario que me detenga mucho en aspectos estructurales que ya conocemos, como el problema general de la congestión o en una serie de complejidades que influyen en la forma en que opera el transporte. El TransAntofagasta comenzó a operar propiamente como tal a fines del 2005, implementando vías segregadas y regulando una serie de estándares para una ciudad en constante expansión urbana. Así, la intendencia articuló un contrato con una asociación de más de 400 microempresarios dueños de 13 líneas y 731 máquinas. Han pasado doce años y “nada po”, una encuesta de satisfacción de pasajeros liberada en enero por el Ministerio de Transportes arrojó un 4,9 para este sistema.

Problema

Mal estado de los microbuses; malas condiciones laborales para los conductores; exceso de velocidad; cero acceso a discapacitados; mal trato a los usuarios -especialmente a los estudiantes-; sobrepaso del cupo de personas por máquina; el no respeto de los recorridos ni de los paraderos; conductores hablando por celular; y lo más importante en mi opinión: su esquema de remuneración.

Esta modalidad consiste en cancelar una “partida” diaria a los dueños (cerca de $70 mil), dejando el resto de la recaudación al arbitrio de los choferes, lo cual constituye en sí una característica de trabajo individualista que les impone la responsabilidad y la presión de alcanzar una meta económica diaria. Es más, varios de los problemas citados anteriormente obedecen a esta condición.

Solución

Después de tanto tiempo, ninguna administración ha hecho lo que cualquiera de nosotros hacemos cuando un servicio no nos satisface: ¡Lo cambiamos! Este año comenzó a regir la quinta prórroga consecutiva al contrato con la Asociación Gremial de Dueños de Taxibuses de Antofagasta (ADUTAX), y nos quedan nueve meses para tomar una decisión, la que recaerá en el próximo gobierno. En cada ocasión los seremis de turno nos dicen que vendrá un concurso público que podría tener un alcance internacional, con oferentes de calidad, pero digamos las cosas como son… La muñeca política del gremio es más fuerte.

Mejores condiciones de seguridad e higiene para conductores; un sistema de pago con tarjeta para evitar asaltos; acceso efectivo con rampas para discapacitados; cinturones de seguridad; cargadores de celular; red Wifi; y aire acondicionado ¡No son sueños! Son elementos comunes de un servicio que podemos y debemos exigir. Que el próximo gobierno tome la decisión correcta dependerá de que nosotros, ciudadanas y ciudadanos exijamos lo que corresponde.