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Viernes 6 de Junio del 2025 21:48

Patitos, balnearios y ciudad: la huella indeleble de Jorge Tarbuskovic en Antofagasta

De la mano de Tarbuskovic, Antofagasta aprendió a mirarse con ojos modernos. Su legado está en los rincones más cotidianos: en los juegos del parque, en las curvas del balneario, en los muros que resisten el paso del tiempo.

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Quienes crecieron en Antofagasta lo han visto sin saber su nombre. Está en los patitos del Parque Brasil, en las columnas del Casino del Balneario Municipal y en la geometría limpia del Gimnasio Sokol. Jorge Tarbuskovic no solo diseñó edificios: imaginó una ciudad moderna en pleno desierto, pensada para el encuentro, el juego y la vida comunitaria.

Fue una figura clave en el desarrollo arquitectónico de Antofagasta durante el siglo XX. Su enfoque funcional y moderno redefinió espacios públicos emblemáticos que hoy forman parte del patrimonio urbano local.

Jorge Tarbuskovic nació en Iquique y fue el quinto hijo de una familia de inmigrantes croatas provenientes de la isla de Hvar. Formado inicialmente en la Escuela de Arquitectura de Zagreb, Croacia, completó sus estudios en la Universidad de Chile en 1934. Durante su formación, fue alumno del pintor Camilo Moridero y del escultor eslavo Iván Meštrović, influencias que despertaron en él un fuerte interés por la escultura y la pintura. Más adelante, en 1942, profundizó su formación artística en la Academia de Pintura de la Sociedad de Bellas Artes en Antofagasta y, en 1947, viajó a Lima para estudiar con el escultor español Victorio Macho.

La herencia de Tarbuskovic: modernidad con identidad nortina

Desde sus primeros años, Tarbuskovic mostró una inclinación por la exploración arquitectónica. Su carrera profesional comenzó con el diseño urbano de la Plaza Condell en Iquique y luego continuó en Tocopilla, donde se desempeñó como Director de Obras Municipales. Posteriormente se trasladó a Antofagasta, donde cumplió un rol fundamental en la planificación urbana y dejó una huella imborrable.

Su producción arquitectónica fue diversa en estilos: desde el neocolonial latinoamericano hasta el expresionismo y el futurismo. Fue considerado un pionero de la arquitectura progresista del norte, aportando de manera decisiva a la consolidación de una identidad moderna para Antofagasta.

Durante las décadas de 1950 y 1960, Tarbuskovic desarrolló una serie de proyectos que definieron la nueva fisonomía urbana de la ciudad. Uno de sus aportes más entrañables son los conocidos “Patitos del Parque Brasil”, un conjunto escultórico que hasta hoy atrae a niños y familias.

Su visión integral del espacio público se plasmó en la urbanización del Balneario Municipal de Antofagasta, donde propuso una articulación armónica entre infraestructura y entorno natural. Allí también diseñó el icónico Casino del Balneario, una estructura que refleja los ideales modernos: amplitud, funcionalidad y diseño limpio.

Entre sus obras más destacadas también se encuentran el Pabellón de Turismo, que durante años recibió a visitantes con una estética moderna y abierta, y el Gimnasio Sokol, uno de los recintos deportivos más emblemáticos de la ciudad, construido con criterios técnicos que en su época eran innovadores para el norte chileno.

¿Qué motivaba a Tarbuskovic?

Su trabajo combinaba sensibilidad social con un profundo conocimiento técnico, construyendo exclusivamente para la ciudadanía. Sus obras fueron pensadas como espacios de encuentro, recreación e identidad colectiva, en una ciudad que entonces comenzaba a crecer rápidamente impulsada por la minería y la modernización del puerto.

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