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Martes 5 de Agosto del 2025 01:13

Templos del pasado: parroquias que marcaron el pulso de la fe en la región de Antofagasta

Desde los oasis del altiplano hasta la ciudad puerto, diversas parroquias centenarias han sido testigos del paso del tiempo, resguardando entre sus muros no solo la espiritualidad de sus comunidades, sino también valiosas historias y tradiciones que siguen vivas en el norte grande.

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No solo son templos. Son testigos de los ciclos del salitre, de las migraciones, de las festividades patronales y de la vida comunitaria en pueblos donde la fe fue muchas veces lo único inquebrantable. Las parroquias antiguas de la región de Antofagasta siguen en pie, pese al paso del tiempo y los embates del desierto.

Una de las más antiguas es la Iglesia San Francisco de Chiu Chiu, considerada la más vieja del norte grande. Construida en 1675, su estructura de adobe, madera de cactus y techumbre de barro con paja brava ha resistido siglos. Declarada Monumento Nacional en 1951, es uno de los íconos del Alto El Loa.

En San Pedro de Atacama, la iglesia dedicada al mismo santo fue edificada en el siglo XVIII y restaurada en varias ocasiones. Su estética colonial y su relevancia turística la convierten en un punto de encuentro entre lo ancestral y lo contemporáneo. Al igual que otras iglesias atacameñas, guarda santos vestidos a la usanza local y procesiones sincréticas.

En la costa, la Parroquia San Francisco Javier de Taltal, construida en 1885, destaca por su arquitectura neogótica y por haber sobrevivido a múltiples sismos. Es uno de los templos más emblemáticos de la provincia, siendo parte del circuito patrimonial local.

La Iglesia Corazón de María de Antofagasta, inaugurada en 1908 por los Misioneros Claretianos, es una de las parroquias más representativas de la capital regional. Su fachada de piedra, sus vitrales coloridos y su cúpula azul han sido testigos del crecimiento urbano de la ciudad. Durante años, fue punto de encuentro para familias migrantes y comunidades obreras, especialmente durante el auge portuario.

También en la precordillera, la iglesia del pueblo de Lasana, menos conocida pero profundamente significativa, fue construida en el siglo XIX y se relaciona con tradiciones agrícolas y festividades de origen prehispánico integradas al calendario cristiano.

Estas parroquias no solo custodian imágenes religiosas o reliquias, sino también memorias, relatos orales, fotografías antiguas y celebraciones que dan vida a las comunidades. Son espacios donde confluyen generaciones, donde la religiosidad se mezcla con la identidad indígena y donde el patrimonio sigue siendo parte del presente.

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