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Jueves 1 de Mayo del 2025 00:56

Cambio de hora en Chile: Especialistas recomiendan mantener actual horario de invierno todo el año

Chile acaba de pasar del horario GMT-3 al GMT-4, un horario que de acuerdo a expertos está más cercano a la ubicación geográfica y debiera mantenerse todo el año. Incluso algunos proponen que nuestro país debería adoptar permanentemente el GMT-5, que es el más acorde a nuestra ubicación geográfica. Los cambios de hora afectan el sueño, la salud mental y el rendimiento cotidiano, sostienen los especialistas.

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Este sábado 5 de abril, el país ajustó nuevamente sus relojes para dar inicio al horario de invierno. A excepción de la Región de Magallanes y la Antártica Chilena, todo el territorio nacional atrasó una hora sus relojes, pasando oficialmente del huso horario UTC-3 al UTC-4. Sin embargo, este cambio ha reactivado un antiguo debate: ¿debería Chile mantener un solo horario durante todo el año?

Desde el mundo académico y científico, la respuesta es clara: sí. Y más aún, se debería mantener el horario de invierno (UTC-4) de forma permanente, debido a los efectos negativos que el cambio puede tener sobre la salud física, mental y el bienestar general de la población.

Los efectos del cambio de hora

Según Gabriel Prosser, psicólogo ambientalista y académico de la Universidad de Santiago, este tipo de modificaciones puede alterar profundamente el ritmo de vida de las personas. “Experimentamos trastornos del sueño, síntomas ansiosos o depresivos, y cambios en actividades cotidianas como hacer ejercicio o alimentarse”, advierte.

El experto recalca la importancia de abordar esta discusión desde una perspectiva integral, considerando no solo los factores económicos, sino también el bienestar emocional y físico de la población. “Debemos pensar en cómo afecta esto a quienes pasan la mayor parte del día en espacios cerrados, con poca exposición a la luz natural”, indicó.

Una de las principales preocupaciones que comparten los especialistas es cómo el cambio de hora impacta en el ritmo circadiano, es decir, el reloj biológico que regula funciones vitales como el sueño, la temperatura corporal y el estado de ánimo.

Gerardo Riffo, director de la carrera de Psicología de la Universidad de Las Américas, explica que el cambio afecta los “biorritmos” del cuerpo y puede provocar desde malestares físicos como cefaleas, hasta dificultades de concentración e irritabilidad. “El proceso de adaptación puede tardar entre una y tres semanas, y es especialmente complejo para los niños y adultos mayores”, señaló.

Los más vulnerables: niños y personas mayores

Tanto niños como adultos mayores presentan mayor dificultad para adaptarse a los cambios de hora. En el caso de los más pequeños, esto se debe a que su ciclo de sueño está altamente influenciado por la luz y la oscuridad, mientras que en los adultos mayores pueden incidir enfermedades como demencias o trastornos metabólicos.

“El ajuste puede generar mayor aislamiento social, fatiga e incluso desorientación. Esto puede traducirse también en un descenso de la productividad y aumento de errores o accidentes laborales”, advirtió Riffo.

Recomendaciones para una mejor adaptación

Ambos especialistas coinciden en que es fundamental tomar medidas preventivas para minimizar el impacto. Entre ellas:

  • Regular gradualmente el horario de sueño en los días previos al cambio.
  • Evitar pantallas antes de dormir.
  • Mantener una rutina de actividad física con luz natural.
  • Asegurar un entorno de descanso adecuado (higiene del sueño).
  • Evitar comidas pesadas o estimulantes en la noche.

A nivel institucional, también se pueden implementar acciones como flexibilizar los horarios en los días posteriores al cambio, promover pausas activas y fomentar una cultura del descanso saludable.

¿Una solución definitiva?

A largo plazo, los expertos apuntan a la necesidad de eliminar el cambio de hora y optar por un horario permanente. Algunos incluso proponen que Chile adopte el huso horario UTC-5, que corresponde a su ubicación geográfica real.

“Más allá de los argumentos sobre ahorro energético o productividad, el impacto sobre la salud debe ser central en esta discusión”, concluyen.

El debate está abierto, pero la ciencia es clara: mantener un horario único, especialmente el de invierno, no solo podría mejorar la calidad de vida de millones de personas, sino también contribuir a un mejor desempeño académico, laboral y social.

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