Francisco Javier Albornoz Gallegos, joven químico farmacéutico de 21 años y miembro de la comunidad LGBTIQ+, fue encontrado sin vida en una quebrada de la comuna de Placilla, región de O’Higgins, tras permanecer 12 días desaparecido.
Francisco fue visto por última vez la noche del 23 de mayo, al salir de su departamento en Santiago Centro. Su celular emitió señal por última vez cerca de Plaza Egaña, Ñuñoa, a eso de las 23:00 horas. Desde ese momento, su familia y amistades iniciaron una intensa campaña de búsqueda, acompañada por organizaciones como el Movilh y con el apoyo del municipio de Ñuñoa, que colaboró con la revisión de cámaras de seguridad.
Durante la jornada del martes 3 de junio, un hombre se presentó en la Fiscalía de Ñuñoa junto a su abogado y entregó antecedentes que permitieron hallar un cuerpo en las cercanías del río Tinguiririca. La fiscalía confirmó que el sujeto se encuentra detenido como imputado y será formalizado.
Un crimen que duele y no puede repetirse
Este miércoles 04 de junio, la hermana de Francisco, Elizabeth Albornoz, confirmó públicamente que el cuerpo hallado corresponde al joven farmacéutico. Las circunstancias de su muerte aún están siendo investigadas, pero ya se ha confirmado la participación de terceras personas. Su familia, visiblemente devastada, ha recibido apoyo de la unidad de víctimas y testigos del Ministerio Público.
La noticia ha generado una ola de dolor y rabia en la comunidad LGBTIQ+, que ha acompañado la búsqueda desde el primer momento. Desde organizaciones y activistas se ha exigido que la investigación contemple posibles motivaciones homofóbicas y que se garantice el máximo rigor de la ley para el o los responsables.
Verdad, justicia y garantías de no repetición
La invisibilización sigue siendo una forma de violencia, especialmente cuando afecta a comunidades históricamente vulneradas y expuestas a crímenes que podrían prevenirse con más educación, mayores garantías y un Estado realmente comprometido con la protección de los derechos humanos.
Hoy, lo mínimo que se exige es verdad, justicia y garantías de no repetición. Francisco no volverá, pero su historia debe marcar un antes y un después. Porque vivir sin miedo también es un derecho humano. Y porque cada vez que asesinan a una persona por su orientación o identidad, también se hiere la esperanza de una sociedad más justa.