En un debate de alto voltaje político, la candidata de Unidad para Chile Jeannette Jara y el candidato republicano José Antonio Kast se enfrentaron en el foro presidencial de la Archi, donde emergieron definiciones clave sobre el modelo económico, la política exterior, pensiones, migración y seguridad. Pero dos episodios concentraron el mayor impacto: el respaldo explícito de Kast a un asesor implicado en los casos de colusión de las farmacias y los pollos, y la respuesta de Jara sobre señales de desestabilización en un futuro gobierno.
En un debate marcado por choques directos y definiciones de alto impacto, Jeannette Jara y José Antonio Kast confrontaron sus propuestas en materias económicas, sociales y de seguridad, pero también abrieron un flanco inesperado: la gobernabilidad democrática y el fantasma de un quiebre institucional que volvió a instalarse en la conversación pública.
El tema se volvió inevitable luego de que, en días previos, figuras de la extrema derecha afirmaran públicamente que “si gana Kast habría un golpe de Estado”, atribuyendo esa eventual reacción a sectores militares y empresariales que no habrían tolerado un clima de conflictividad. Aunque el propio Kast ha intentado distanciarse de esos dichos, su respuesta durante el debate volvió a encender las alarmas.
Consultado por la gobernabilidad en caso de triunfo de Jeannette Jara, el candidato republicano aseguró que “la izquierda gobierna con un pie en la calle, y ahora va a estar con dos”, insinuando que un posible gobierno de la abanderada oficialista enfrentaría presiones callejeras, protestas permanentes y una oposición radicalizada.
La frase provocó una reacción inmediata de Jara, quien sostuvo que basta revisar la historia de Chile para comprobar que “los únicos que han realizado un golpe de Estado en Chile fueron sectores de la derecha“, enfatizando que las instituciones democráticas deben ser protegidas de discursos que agiten temores o legitimen escenarios de ruptura.
Ese cruce se transformó en uno de los momentos más comentados del debate, no solo por el intercambio en vivo, sino porque reactivó la discusión sobre declaraciones radicalizadas que circulan en sectores ultraconservadores desde el inicio del proceso electoral.
Más allá de ese episodio, el debate estuvo cargado de tensiones en múltiples áreas. En litio, Kast se inclinó por concesionar la explotación, mientras Jara defendió la creación de una empresa pública y calificó como “un error estratégico” dejar a Chile fuera de un mercado donde Argentina ya proyecta superarlo hacia 2030.
Otro punto que generó cuestionamientos fue la defensa explícita de Kast a un asesor involucrado en los casos de colusión de las farmacias y del mercado del pollo, investigaciones que derivaron en duras sanciones económicas para las empresas implicadas. “Cumplió con lo que determinó la justicia”, afirmó Kast, justificando su presencia en el comando. Jara replicó que es una señal contradictoria para alguien que promete “mano dura contra abusos”, cuando incorpora a figuras vinculadas a prácticas que dañaron el bolsillo de millones de chilenos.
En política exterior, ambos coincidieron en que Venezuela vive una dictadura, pero Jara rechazó cualquier intervención unilateral que pueda generar un conflicto regional, mientras Kast empleó la frase “por la razón o la fuerza” y volvió a plantear que, bajo su presidencia, Maduro tendría “solo 98 días”.
La migración también tensionó el ambiente. Kast insistió en su “corredor de retorno” para expulsar a miles de migrantes irregulares, asegurando que el Estado no pagará los costos de traslado. Jara respondió que la propuesta es impracticable sin acuerdos internacionales y que podría derivar en vulneraciones graves de derechos humanos.
En pensiones, Kast confirmó que aumentaría la edad de jubilación para quienes hoy tienen menos de 17 años, mientras Jara afirmó que esa medida desconoce la realidad social del país, donde la mediana de pensión es de solo $50 mil.
El salario mínimo también generó debate: Jara propuso avanzar hacia un “salario vital” acompañado de apoyo estatal a pymes, mientras Kast evitó responder con claridad si lo congelaría o elevaría, afirmando que su prioridad es “una revolución de inversión y empleo”.
En vivienda, Jara respaldó la expropiación del terreno de la megatoma de San Antonio como “la solución posible” ante un conflicto enquistado, pero reafirmó que las tomas son un delito y debe cumplirse la ley. Kast insistió en que no deben existir excepciones.
Tras el debate, ambos candidatos profundizaron sus diferencias. Jara afirmó que Kast evade preguntas y recurre a consignas, mientras que Kast acusó a su rival de “no tener propuestas” y “desviar los temas”.
La contienda por la segunda vuelta se perfila así como una confrontación entre dos modelos opuestos y con una tensión creciente en torno a la gobernabilidad y el clima político. El intercambio sobre un eventual quiebre institucional —sumado a las advertencias surgidas desde la extrema derecha— elevó el nivel de preocupación pública y dejó en evidencia que la elección del 14 de diciembre no solo definirá un programa de gobierno, sino también la estabilidad del próximo ciclo democrático en Chile.