Entre el concreto y la aridez del desierto, la región de Antofagasta es hogar de diversos ecosistemas que a menudo son pasados por alto en medio de la vida citadina. Los siete humedales característicos de la región, desempeñan un papel vital en la sostenibilidad ambiental y calidad de vida de la comunidad, pues sostienen una riqueza en su biodiversidad. Sin embargo, son espacios alarmantemente vulnerables ante amenazas como la mala intervención del humano y el cambio climático.
Por este motivo, es que distintas organizaciones gubernamentales como particulares cumplen un rol esencial en la preservación y cuidado de estos mágicos rincones. Los sitios RAMSAR es una de estas iniciativas, una clasificación otorgada por la Convención sobre Humedales de Importancia Internacional con el objetivo de responsabilizar al país con la conservación de estos tesoros naturales a través de la construcción de políticas públicas y servicios ecosistémicos.
A lo largo de esta nota, exploraremos en estos oasis naturales, que se han convertido en refugios para aves migratorias, especies endémicas y un recordatorio de la necesidad de cuidar nuestro entorno en un mundo donde reina la urbanización y las industrias.
Humedal Urbano, Santuario de la Naturaleza, Aguada La Chimba
Ubicado en el sector norte, específicamente en la costa a 10 km del centro de la ciudad, cuenta con una superficie de aproximadamente una hectárea de ecosistema. Este es uno de los primeros humedales reconocidos en el país, a través de la Ley 21.202 y mantiene esta diversa flora y fauna gracias al agua subterránea que proviene de dos vertientes. La primera es “El Rubio”, que va de norte a sur y que es utilizada como lugar de reposo para las aves que residen en el norte de Chile, como las migratorias. La segunda vertiente, es una entrada de agua conocida como “Chimbanito”.
Según la información recabada por la Fundación Kennedy, en este lugar único se han registrado más de 60 especies entre insectos, arácnidos, reptiles, aves, mamíferos, peces, algas y flora, en las que destacan el Caracol de La Chimba (Helobia chimbaensis), el Corredor de Atacama (Microlophus atacamensis) y la Araña Tigre Plateada (Argiope argentata).


El Salar de Pujsa
Reconocido como un área de patrimonio nacional, por ser un lugar utilizado por las comunidades indígenas atacameñas, este salar está ubicado en la Reserva Nacional Los Flamencos, a unos 180 kilómetros de la ciudad de Calama, de acuerdo a la ficha para la designación de nuevo sitio RAMSAR. Se accede a través de la ruta internacional B241 “Paso de Jama”
Según la CONAF, este Salar se constituye como uno de los humedales de mayor importancia en la zona norte del país, por el resguardo de las tres especies de flamencos que habitan en la Puna. Además, es un sitio de reposo de aves migratorias interhemisféricas, como el playero de Baird (Calidris bairdii), pollito de mar tricolor (Steganopus tricolor), playero pectoral (Calidris melanotos), entre otros. También se han registrado frecuentes avistamientos de la vicuña austral, que basa su alimento en praderas o vegas naturales que crecen alrededor del Salar.

Salar de Tara
Al interior de la región de Antofagasta y a más de 4 mil metros de altura en la Reserva Nacional Los Flamencos, se encuentra este santuario natural muy cerca del punto fronterizo entre Chile, Bolivia y Argentina. Según la página web de GoChile en el Salar de Tara habitan una numerosa cantidad de vicuñas, zorros culpeo, cuy de la puna, chululos, gaviotas andinas y flamencos, que se resguardan en el sector en época de nidificación.
Entre su maravilloso paisaje, unas enormes piedras verticales destacan imitando la silueta de unos monjes, generadas por la erosión del viento y que están situadas en la planicie cercana al Salar de Aguas Calientes. A su vez, las Catedrales de Cenizas, formadas a partir de las cenizas arrojadas por el Volcán Llaima hace miles de años, con el pasar del tiempo e igualmente por la erosión intensa que caracteriza al desierto, han adquirido una forma tipo espiral que contribuye a lo mágico de este ambiente ecosistémico.

Humedal La Cascada
Otro espacio reconocido por ser un santuario natural en medio de la ciudad de Antofagasta, es el humedal La Cascada. Este sitio que también es denominado “Vertientes de El Trocadero”, se encuentra en el sector norte a 550 metros del balneario Trocadero. Una aguada costera rodeada por muros construidos naturalmente con la flora del lugar, en donde se ve la presencia de agua dulce. Asimismo, alberga especies como el Caracol de La Chimba, reptiles, aves costeras durante la temporada veraniega.
Según la Fundación Kennedy, este humedal no cuenta con una protección legal aunque está habilitado para visitas a través de la instalación de caminos que faciliten el acceso. Este como otros humedales dentro de la ciudad, son propensos a amenazas de contaminación, presencia de animales domésticos abandonados que pueden alterar el ecosistema, compactación de los suelos y fragmentación de hábitat debido a la creación irregular de sendero por las propias personas.

Sistema Hidrológico de Soncor del Salar de Atacama
De acuerdo a los datos obtenidos por el Servicio de Información sobre Sitios RAMSAR, este lugar se caracteriza por los diferentes tipos de sales, como cloruros y sulfatos, que se mantienen en la costra encima del suelo. También las lagunas y canales superficiales que representan este sector, atribuyen un hogar ideal para flamencos como las tres especies altoandinos Phoenicopterus chilensis, Phoenicoparrus jamesi y Phoenicoparrus andinus, que actualmente se encuentra peligro de extinción.
Este sistema hidrológico está ubicado en la Reserva Nacional Los Flamencos y está incluido en el Plan de Manejo Participativo de la Reserva Nacional Los Flamencos, pues el uso de aguas subterráneas para la producción de actividades mineras no metálicas, la extracción de huevos de flamenco y el turismo no regulado son la principal causa de peligro para la zona.

Salar del Carmen
Es el segundo humedal urbano reconocido en Antofagasta, después del humedal La Chimba, se ubica a 75 kilómetros al sur de la ciudad y posee una superficie de 51,1 hectáreas. Este espectacular salar, con su vasta extensión de sal que brilla bajo el inclemente sol, se convierte en un espejo de agua cristalina después de las lluvias esporádicas, creando un paisaje de ensueño que refleja el cielo con los cerros circundantes.
La información que entregó el Ministerio del Medio Ambiente, data que es un ecosistema que cumple la función de hogar para especies endémicas o migratorias, además de la existencia de la gaviota garuma, especie clasificada como vulnerable. Entre otros animales, el reptil corredor de Tarapacá, el chercán, tijeral, picaflor del norte, la paloma de alas blancas, el aguilucho, el cernícalo y el halcón peregrino son posibles de ser apreciados descansando o alimentándose con la vegetación del sector.

Salar Aguas Calientes
La zona desértica de la Puna Seca Central, en el norte de Chile, es un sitio altoandino que alberga humedales de lagos salinos y vegetación. El Salar Aguas Calientes, se sitúa cerca del sitio RAMSAR Salar de Pujsa, por su abundante vida silvestre generada por el afloramiento de aguas subterráneas. Hogar de distintas aves representativas de la fauna nortina como playeros, patas amarillas y falaropo de Wilson. Asimismo, alberga tres especies de flamencos altoandinos, el ñandú de Darwin, el ganso andino y el tinamú de puna.

En Antofagasta, los humedales representan mucho más que cuerpos de agua dentro de la urbe; son auténticos oasis de vida y biodiversidad. La riqueza natural que brindan son invaluables y su preservación, cuidado y restauración son esenciales para garantizar un futuro sostenible para la ciudad y sus habitantes.
La importancia de conservar los humedales no solo radica en la ciudadanía, sino también en las políticas públicas y privadas que busquen contribuir a la salud del medio ambiente y la calidad de vida de la comunidad.