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Miércoles 18 de Junio del 2025 17:22

A 34 años del aluvión de 1991: Antofagasta no olvida la tragedia que cambió su historia

La madrugada del 18 de junio sigue grabada en la memoria colectiva de Antofagasta. Más de 90 personas perdieron la vida y miles lo perdieron todo. Hoy, entre quebradas y cicatrices urbanas, la ciudad recuerda y reflexiona.

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Fue en plena madrugada, mientras la mayoría dormía, que el cielo del desierto más árido del mundo rompió su silencio. En solo tres horas cayeron más de 42 milímetros de lluvia, un evento sin precedentes que arrastró consigo barro, escombros y cientos de vidas alteradas para siempre. Aquella noche del 18 de junio de 1991, Antofagasta vivió su mayor tragedia urbana del siglo XX: el aluvión que dejó 91 personas fallecidas, 19 desaparecidas, más de 6.000 viviendas afectadas y un profundo trauma colectivo.

Las quebradas que circundan la ciudad —La Cadena, Salar del Carmen, La Chimba, El Ancla, Baquedano— se transformaron en verdaderas lenguas de lodo que arrasaron con todo a su paso. Las aguas alcanzaron alturas superiores a los dos metros en algunos sectores. Calles como Zenteno, Iquique, Rendic, Matta y Bonilla quedaron cubiertas de barro; mientras miles de personas eran evacuadas o rescatadas por bomberos, vecinos y voluntarios que se movilizaron desde otras ciudades del norte.

Entre la tragedia y la esperanza

En medio del dolor, emergió también la solidaridad. El país entero respondió con campañas de ayuda, entrega de alimentos, atención médica, instalación de albergues y reconstrucción. Bomberos de Iquique, Tocopilla y Calama llegaron a colaborar con las 7 compañías locales en tareas de rescate y apoyo logístico. En total, se contabilizaron más de 3.000 personas atendidas en centros de emergencia.

El entonces presidente Patricio Aylwin visitó la zona, y se decretó zona de catástrofe. La tragedia motivó también profundas reflexiones urbanas: ¿cómo una ciudad como Antofagasta podía seguir creciendo sin considerar su geografía y sus riesgos naturales?

Aprendizajes y desafíos

El aluvión marcó un antes y un después. Se inició un lento proceso de planificación más consciente, con obras de mitigación en quebradas, instalación de canales de evacuación de aguas lluvias, y estudios para incluir criterios de riesgo en el plano regulador. Sin embargo, aún existen sectores expuestos y zonas pobladas en quebradas activas.

Actualmente, organizaciones como AdaptaClima y AntofaSegura impulsan campañas de prevención y educación ambiental, promoviendo una ciudadanía más informada y resiliente frente a eventos extremos. También se han realizado rutas patrimoniales y encuentros ciudadanos para no olvidar.

La memoria como defensa

Cada 18 de junio, familiares de las víctimas, estudiantes y vecinos recuerdan los nombres, los rostros, los relatos de quienes ya no están. Porque más allá de las cifras, el aluvión de 1991 sigue siendo una herida que enseña.

Recordar no solo es un acto de homenaje. También es una forma de defendernos del olvido, de reconstruir desde la memoria una ciudad más preparada, más justa, y más consciente de su entorno.

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