Tocopilla no solo se reconoce por su puerto o sus vientos fuertes. Es una ciudad de contrastes y memorias, donde la historia minera, la cultura pampina y la vida costera se entrelazan en cada calle, caleta y cerro.
Enclavada entre el mar y el desierto, Tocopilla se forjó como un enclave esencial para la industria salitrera del norte grande, con un puerto que, desde fines del siglo XIX, conectó al país con el mundo. Fue testigo del auge del salitre, del ir y venir de los trenes, del sudor obrero y del florecimiento de una identidad popular que aún perdura.
Pero más allá de su pasado industrial, Tocopilla es también paisaje. Desde la Playa El Salitre, con sus aguas tranquilas y aire nostálgico, hasta los vestigios de Cobija, la primera capital del Departamento de Litoral antes de Antofagasta, la comuna guarda rincones que mezclan belleza natural y huella histórica. También destacan lugares menos conocidos, como la Quebrada de Tiliviche, donde aún se conservan rastros arqueológicos y arte rupestre de tiempos precolombinos.
En este aniversario, Tocopilla también se celebra desde su gente. Desde sus deportistas y artistas, hasta sus sindicatos, parroquias, caletas de pescadores y agrupaciones sociales que dan vida a la comuna incluso en tiempos difíciles.
A pesar de los desafíos que ha enfrentado —como el terremoto de 2007 o el cierre de algunas faenas industriales— Tocopilla sigue de pie, con identidad, fuerza y comunidad. Hoy más que nunca, mirar al pasado es también una forma de proyectar futuro, recordando que entre mar, cerros y desierto, late una ciudad que nunca ha dejado de resistir ni de crear.