Cuando se recuerda la independencia de Chile, los nombres de Bernardo O’Higgins, José Miguel Carrera o Manuel Rodríguez suelen ocupar los primeros lugares. Sin embargo, detrás de la gesta libertadora también hubo mujeres que, desde las sombras, desafiaron el poder colonial con valentía y convicción.
Una de ellas fue Paula Jaraquemada, quien en 1817 acogió a un grupo de soldados patriotas en su hacienda de Paine, negándose a entregarlos al ejército realista incluso bajo amenaza de fusilamiento. Su firmeza la convirtió en símbolo de resistencia.
En Santiago, Javiera Carrera cumplió un rol clave como articuladora de redes patriotas y defensora de la primera bandera nacional bordada por ella misma. Su influencia política y social le permitió sostener la causa incluso cuando sus hermanos fueron perseguidos.
Otra figura destacada fue Mercedes Fontecilla, quien desde la clandestinidad transmitía mensajes y organizaba encuentros entre patriotas, utilizando su posición social para proteger a quienes eran buscados por la Corona.
Estas figuras femeninas no solo apoyaron la causa; sin ellas, muchas redes patriotas habrían colapsado, coinciden especialistas que han estudiado el período. Aunque la historia oficial no siempre las ha visibilizado, hoy su legado comienza a ocupar el lugar que merece: el de mujeres que, con coraje y sacrificio, contribuyeron a cimentar la independencia del país.