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Jueves 25 de Abril del 2024 16:38

X-Men: Apocalipsis… Apocalipsis sí, pero algo monótono

Llega un capítulo más de la saga de los mutantes, demostrando que la veta se está agotando y que de no mediar un cambio sustancial, nos quedaremos con personajes que no terminan por convencer a nadie, sobre todo en un panorama hace rato saturado por superhéroes reciclados desde el mundo del comic.

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Víctor Bórquez Núnez
Víctor Bórquez Núnez
Periodista, escritor, comentarista de cine. Académico del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de Antofagasta.

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Digámoslo de entrada: los superhéroes llevan tantos años ocupando lugar en el mundo del cine, que parece bastante lógico que cierto sector del público ya esté cansado de ellos. Y esto ha ocurrido porque se saturó con tantos personajes que, de verdad, algunos no merecían ni siquiera media hora en la pantalla grande.

Otro elemento que ha ayudado a desgastar el filón radica en la (poca) capacidad de los guionistas para armar cuentos que sean novedosos y no una mera transcripción más o menos fidedigna de los argumentos de los comics.

En este escenario se ubica “X-Men: Apocalipsis” (‘X-Men Apocalypse’), dirigida por Bryan Singer –un realizador que partió siendo una joven promesa y pronto derivó a un cine meramente comercial-, una cinta muy criticada que, sin ser mala del todo, cansa, evidencia claramente la tendencia indesmentible a la baja en el interés de público.

Incluso, algo más grave para quienes ven el cine con distancia, objetividad y no simple fanatismo: la película, como otras de su género, tampoco aporta mayor novedad en lo visual. Existe efectismo y muchísima violencia, pero no hay una propuesta diferente para los espectadores.

En la cinta inmediatamente anterior a ésta, “X-Men: Días dek futuro pasado” hubo un montón de detalles que no alcanzaron a convencer a todos, dejando la sensación de que ese filme estaba sobredimensionada respecto de lo que realmente valía.

Pues bien, en ‘X-Men: Apocalipsis’, el director Singer parece encontrarse en un callejón sin salida en cuanto a lo temático: tiene un material limitado, poco original, muy conocido, y adopta como única solución maquillar este aparatoso filme con efectos especiales, diálogos delirantes y una seguidilla de batallas que actúan únicamente por acumulación. O sea, el típico más de lo mismo duplicado.

En este capítulo –que no será el último, eso está claro- el villano se presenta como el típico malvado de una sola cara, unidimensional, cuya presencia resulta característica, aun cuando pudo ser todavía más espectacular.

El guión, perteneciente a Simon Kinberg, se esfuerza por sacar de este villano el máximo de provecho, confiriéndole poderes que son casi invencibles, pero obviamente que a pesar de ello no alcanza para acabar con los mutantes y todo termina con la fórmula ya probada: se transforma en un ser al cual poco respetan. Y en el plano de los “buenos”, el único mutante que alcanza cierta dignidad es Magneto, pero ello se debe a que lo encarna un actor estupendo como Michael Fassbender (que este año incluso postuló al Óscar): gracias a su performance, su personaje tiene presencia y logra atraer.

HÉROES ALGO FATIGADOS

El panorama en que se desarrolla esta franquicia es, por lo tanto, conocido y convencional, con su conjunto de héroes que en rigor estricto, poco aportan a la serie: son siempre seres con poderes y conflictos pero no han evolucionado casi nada desde que aparecieron por primera vez en la pantalla grande.

Queda la extraña sensación de que los intérpretes están actuando como en piloto automático, haciendo lo que les corresponde pero sin aportar ni un ápice a sus personajes, ni siquiera por la vía del humor ni por el efecto de la nostalgia, como sucede con la pésima intensidad que le confiere el actor que interpreta al profesor Xavier.

La breve presencia de Hugh Jackman se deja entender como un saludo nostálgico, más que como una auténtica contribución a esta saga que sigue adelante, a pesar del agotamiento de su fórmula.

Lo decepcionante viene por el lado de la dirección. Bryan Singer no se supera a sí mismo en este aparatoso filme, no prueba que es capaz de armar (o reinventar) un universo que parece clausurado. Su película no tiene perfil propio, carece de identidad, la podría haber filmado cualquiera que tenga un sentido del ritmo y una mínima comprensión de la serie.

X-Men: Apocalipsis’ es una película sin identidad y solamente centra su interés en estos ya conocidos héroes luchando contra villanos de opereta, que necesita urgente oxígeno y creatividad si es que quiere seguir estirando el chicle de una historia y de unos personajes que son delirantes, pero nada más que eso.

 

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