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Viernes 19 de Abril del 2024 04:32

La lógica Hinzpeteriana: de Antonio Varas a Hinzpeter

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El Ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter vuelve a estar en la palestra. Y una vez más no resalta por sus dotes como político, ni por sus cualidades de autoridad ejemplar, tampoco lo hace por una noticia positiva que implique a su cartera. Al contrario, el Ministro ha vuelto a salir airoso de una acusación constitucional en su contra, esta vez debido a los excesos cometidos por Carabineros durante las movilizaciones en Aysén.

Y digo una vez más, principalmente porque la figura de Rodrigo Hinzpeter no deja indiferente a nadie, y a estas altura ya deja bastante claro, que su estancia en la Moneda no es pasajera. Hinzpeter llegó para quedarse y nadie logrará sacarlo del gabinete antes de que termine el mandato del Presidente Piñera.

Hinzpeter no es nada popular por estos días, la ciudadanía lo rechaza. En las redes sociales hemos sido testigos de burlas de todo tipo e insultos. Junto a esto, el Ministro se ha encargado de hacer notar su pensamiento. Esto le ha valido fuertes dardos desde la Oposición, en donde los más impulsivos le han acusado de forma peyorativa por su condición de judío; otros han intentado llamar su atención en contadas ocasiones por medio de una acusación constitucional y/o emplazamientos directos pidiendo su renuncia; se le ha acusado de no contribuir a la cohesión social, entre muchas otras cosas. El Ministro acusó “Bullying” en su momento.

Sin embargo, no es solo en la Oposición o en la mayoría de la ciudadanía en donde Hinzpeter genera crispaciones, ya que, dentro del oficialismo también ha  generado divisiones. RN le restó su apoyo en un momento, mientras que a la UDI no le cayó nada de bien la idea sobre una “nueva derecha”, sin embargo, hay quienes dentro de la derecha a pesar de todo lo defienden hasta el final.

Hinzpeter asumió como propia, una cruzada sumamente compleja: combatir y disminuir la delincuencia. A pesar de que fue promesa de campaña del Presidente Piñera, con el ingenioso slogan “delincuentes se les acabo la fiesta”  El ministro se convirtió en el verdadero Sheriff de Chile. Los resultados son conocidos, aumento de los delitos de mayor connotación en un 10,1% y un 18% en robos con intimidación en el último trimestre del 2011, en promedio subió la delincuencia en un 31%.

Es evidente que el combate contra la delincuencia, Hinzpeter lo perdió. Pero como si fuera poco, ante la imposibilidad de responder debidamente a la ciudadanía, el Ministro culpó a los estudiantes y las marchas, atribuyendo al clima de protesta y movilizaciones. Paralelamente se comenzó a esgrimir el argumento desde la Subsecretaría de Prevención del Delito, comandada por Cristóbal Lira, que el aumento de la delincuencia se debe a que Carabineros debió posicionarse en los focos de conflictos social, durante el periodo de movilizaciones y tomas, por lo que, el escaso contingente policial no daba abasto. Sin embargo, en las regiones del norte del país, en donde las movilizaciones fueron principalmente pacíficas y pocas, aumentó la delincuencia. Lira culpó a los inmigrantes y la drogadicción.

Para acrecentar aún más las decisiones erráticas y mal tomadas, Hinzpeter inició una cruzada contra el Ministerio Público, fiscales y contra el Poder Judicial. Cuestionando su autonomía, su juicio y competencias. Todo esto para desviar las culpas hacia aquellas instituciones y salir libre de polvo y paja una vez más.

Se intentó machacar la imagen de la Justicia chilena sólo por una pretensión de poder, por parte de Hinzpeter. Burlando una vez más cualquier tipo de explicación o mea culpa. De paso culpó además a la justicia por el baleo que recibió un Carabinero en San Bernardo, cuando el delincuente le quitara su arma de servicio y le propinara cinco balazos. Además de esto ha defendido el actuar de Carabineros en toda instancia, intentando confundir a la opinión pública con una falsa idea de mártires, heridos.

No se discute que Carabineros salgan heridos, pero existen videos, testimonios, declaraciones, de una serie de abusos policiales, que dejan ya de ser “hechos aislados” y forman parte de un proceder, de una conducta reiterada, y como institución que tiene normas y mandatos, existe una orden, que indica cómo actuar, y esa orden emana desde el Ministerio del Interior, la jefatura máxima. En esta materia, no deja de ser anecdótico que el Ministro valorara como más grave la muerte de un funcionario policial que la muerte de un civil.

La renuncia de Gordon solo representó una falsa idea de asumir culpas, puesto que la muerte de Manuel Gutiérrez, el destape de los Carabineros infiltrados en marchas y la fuerte represión policial en las calles, dejan en evidencia un problema más profundo. La lógica con que opera Rodrigo Hinzpeter, la forma en que comanda a Carabineros, respalda acciones  y políticas poco populares y éticas, como la tan nombrada “Ley Hinzpeter”, la Ley antiterrorista a Mapuches y la Ley de Defensa del Estado para los manifestantes o el intento de introducir a Chile en el marco de la lucha contra el terrorismo.

No nos olvidemos tampoco de la decisión de eliminar las bombas lacrimógenas en el uso policial, luego de que algunos expertos apuntaran de sus efectos abortivos. Esta resolución debía proceder luego por un informe que logrará demostrar si efectivamente las bombas eran abortivas. Sin embargo, en menos de una semana, se decidió reinstaurar las lacrimógenas.

Orden y seguridad vs Discriminación y persecución

En su momento, se vinculó al pueblo mapuche con las FARC. Jamás hubo prueba de ello. El verano pasado, Chile se vio envuelto en una serie de incendios forestales, los cuales fueron vinculados por Hinzpeter a la comunidad mapuche, sin haber elementos que probaran dicha vinculación. Lo mismo sucedió con el caso Bombas, coyuntura que comenzó a expandirse sin resultados plausibles. Esto motivó a comenzar toda la parafernalia del montaje. El cual contenía “testigos” protegidos, y una recolección de evidencia: desde un libro del “arte de la guerra” de Sun Tzu; un DVD de la “batalla de Chile” y un poster de Axl Rose; entre muchos otras. Lo peor fue que los sindicados fueron catalogados como “terroristas, incluso, muchos “ocupas” fueron sindicados como terroristas también”.

Misma situación vivió el ciudadano paquistaní Mohamed Ur Rehman Kahn, el cual fue apresado por tener residuos de TNT en su ropa, cuando se dirigía a la Embajada Norteamericana. El resultado fue otro escándalo para el Ministerio Público y Hinzpeter, ya que, tampoco había ninguna prueba empírica de lo que a priori se señaló: contacto con células musulmanes. Y tampoco hubo ningún tipo de retribución por parte del Ministerio del Interior y del propio Hinzpeter. Nadie se disculpó con el ciudadano paquistaní, se le trato de categorizar como “terrorista”, se le discriminó por su color de piel y religión, lo mismo que a mapuches, es decir, hubo accionar mal intencionado y arbitrario.

Reunido todos estos elementos, la pregunta que cabe hacerse es ¿Por qué Hinzpeter aún sigue en el cargo? La respuesta más clara, es que el Ministro representa para el Presidente Piñera, un hombre de confianza, más allá de que con la llegada de Chadwick y Longueira a Palacio, su potencial político haya disminuido, a pesar de los errores y desaciertos, Rodrigo Hinzpeter sigue siendo un personero de confianza para Piñera y contar con ese beneplácito le permite salir impune de cualquier situación que se le presente. No se debe ser ingenuo por lo demás, y hay que esclarecer que si Hinzpeter ha sorteado un nuevo intento de destitución, es en gran medida porque la oposición a nivel de pasillo ha negociado la estancia de Hinzpeter en el gobierno.

Todo parece indicar que tendremos Hinzpeter para rato, no importa cuántas acusaciones se esgriman en su contra, ni cuantas promesas no se cumplan, siquiera importa que la aprobación en las encuestas baje producto del factor Hinzpeter, se aguanta, puesto que, el Ministro representa el actuar rígido y calculador de la lógica del orden y la seguridad, que tanto fascina a la derecha.

En él descansa la representación del sector más duro y conservador de la sociedad chilena, y a pesar de que el Presidente ya no posa junto a él y se desentiende de las controversias del Ministerio del Interior, Hinzpeter aún goza de mucho poder e influencia. Es un operador político inamovible, moviendo los hilos desde las sombras del poder, con un apoyo casi por obligación de muchos sectores de la derecha y con el respaldo irrestricto de la máxima autoridad del país.

El mismo Hinzpeter, en una especie de anuncio profético anunció en su tiempo, lo que implicaba su llegada al gobierno de Piñera:

“La dupla que se conformó en este gobierno se va a mantener para adelante, y es una dupla que existió en nuestra historia, muy antigua. Por ejemplo Manuel Montt y Antonio Varas. Manuel Montt fue Presidente y tuvo un ministro muy cercano, que fue Antonio Varas” (18/06/2010)

No es de extrañar entonces, que Hinzpeter siempre ha sabido que sólo se irá del gobierno por la puerta ancha, junto al Presidente, siquiera por un enroque ministerial y menos por una acusación. De cierta forma, todos hemos sido unos ilusos al creer lo contrario. El paralelismo con Varas es entonces, evidente y clarificador. La lógica de Hinzpeter es el abuso de confianza que el Presidente le ha otorgado, transformándose en un poder fáctico.

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