Durante casi 46 años, María Soto vivió con el peso de una ausencia que nunca pudo llenar. A sus 18 años, dio a luz a María Luisa y Valeska, sus hijas gemelas, quienes en 1979 fueron arrebatadas de sus brazos y enviadas a Italia sin su consentimiento.
La vida siguió su curso, pero la herida nunca cerró. “Tus hijas no van a regresar contigo porque se fueron a Italia las dos juntas”, le dijeron en el Juzgado de Menores de Talcahuano cuando intentó recuperarlas. Desde entonces, María no supo más de ellas. Hasta ahora.
Un mensaje que lo cambió todo
Según informó BioBioChile, el reencuentro comenzó cuando uno de sus nietos, desde Italia, comenzó a investigar sus orígenes. A través de la agrupación Hijos y Madres del Silencio y la plataforma MyHeritage, logró dar con María Soto.El caso de María y sus hijas es un nuevo testimonio del impacto de la adopción forzada durante la dictadura, donde cientos de niños fueron separados de sus familias y enviados al extranjero sin su consentimiento.
El 14 de marzo, un mensaje inesperado llegó a su bandeja de entrada. “Hola, mi hijo encontró una correspondencia con tu ADN en myheritage.com. Me gustaría entender si podríamos ser parientes. Fui adoptada por una familia italiana en 1979, junto con mi hermana gemela. Mi madre adoptiva me había dicho que mi nombre original era Valeska Toro. ¿Puedes conocerme?”, decía el mensaje que marcó el inicio del reencuentro.
“Toda la vida he pensado en ustedes”
A través de Facebook, madre e hijas tuvieron su primer encuentro virtual. La videollamada, cargada de emoción y lágrimas, se convirtió en el primer puente entre ellas tras décadas de separación.
—Hija: Chao, mamá.
—Madre: Chao, mi amor.
—H: Piénsame.
—M: Sí, pienso mucho en ti. Toda la vida he pensado en las dos, nunca he dejado de pensar en ustedes. Jamás. Siempre en mi corazón, en mi mente.
—H: Okey (entre lágrimas).
—M: Tranquila, tranquila.
Las palabras de María, llenas de amor y nostalgia, eran la confirmación de que, a pesar de los años, nunca dejó de buscar a sus hijas.
El anhelo de un abrazo postergado
Hoy, María Soto solo tiene un deseo: reencontrarse en persona con sus hijas y conocer a sus cinco nietos. Quiere que viajen a Chile y que, finalmente, puedan abrazarse tras casi cinco décadas de ausencia.
“Quiero que conozcan su país y no es fácil viajar porque es mucha plata. Entonces, yo lo que voy a pedir es que el Gobierno, el Estado, se haga cargo. Así como fue tan fácil arrebatar a mis hijas de mis brazos, que ahora se hagan cargo de traerlas, para abrazarlas, besarlas y acurrucarlas como nunca me dieron la oportunidad de hacerlo”, expresó la madre.
El caso de María y sus hijas es un nuevo testimonio del impacto de la adopción forzada durante la dictadura, donde cientos de niños fueron separados de sus familias y enviados al extranjero sin su consentimiento.