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Viernes 19 de Abril del 2024 03:19

Chile: Cannabis de exportación

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La Redacción
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Se han contactado con Fundación Daya laboratorios e instituciones de salud de Alemania, Argentina, Brasil, Perú y Australia. Si bien muchas son conversaciones preliminares que deben avanzar, desde Australia ya se envió una solicitud concreta para la importación de flor seca desde nuestro país. Con esta importación de materia prima chilena, la empresa australiana AusCann quiere iniciar sus investigaciones y desarrollos hasta que empiecen sus cultivos propios. De obtenerse la aprobación, hecho que debiese ocurrir en estos días, se podría materializar una primera exportación de cannabis para fines medicinales para mediados del 2018, convirtiendo a Chile en el primer país de Latinoamérica en lograr este fin.

Quizás muchos no lo sepan, pero tenemos en Chile una gran oportunidad. No son pocos los países que han desarrollado el cannabis para uso medicinal, con regulaciones especiales que permiten su administración en formatos que van desde la flor seca hasta extractos y formulaciones para una amplia gama de patologías. Entre estos países pioneros se encuentran aquellos que ya han dado un paso más allá, comenzando la exportación de materia vegetal, extractos semi elaborados y productos terminados, para satisfacer las necesidades de otros países que han iniciado sus programas de tratamiento con cannabis.

El primer país en exportar cannabis para uso medicinal en formato de flor seca ha sido Holanda, quien ha suministrado materia vegetal a Canadá, República Checa, Italia, Finlandia y Alemania. Rápidamente le siguió Canadá, que hoy se convierte en el mayor exportador de cannabis y sus derivados. Según Health Canada, el país ha exportado a Australia, Islas Caimán, Chile, Croacia, Chipre, la República Checa y Nueva Zelanda. El cannabis canadiense como flor seca ha sido enviado a Australia, Brasil, Alemania, Israel y los Países Bajos.

Hoy son más los países que han iniciado sus procesos de producción local y se alistan para convertirse en exportadores en el corto plazo, tales como Israel, Uruguay, Jamaica y Colombia. A estos le siguen, de acuerdo con recientes comunicaciones oficiales, Paraguay, Puerto Rico y Sri Lanka, quienes han anunciado oficialmente que buscan materializar las primeras exportaciones para el 2018 y 2019.

¿Y qué pasa en Chile? Fundación Daya ya ha realizado tres cultivos de cannabis durante los años 2014, 2015 y 2016 para fines de investigación y uso médico. El trabajo de Daya en asociación con Knop Laboratorios ha permitido que hoy nuestro país cuente con un nivel de desarrollo y know how que muy pocos países poseen, pero que a pesar de ello, rápidamente caminan en esa dirección. Esta puerta, que se abrió en esta administración, ha despertado el interés de otros países por acceder a materia vegetal, extractos semi elaborados, así como a productos terminados en base a cannabis, proveniente de nuestro país.

Se han contactado con Fundación Daya laboratorios e instituciones de salud de Alemania, Argentina, Brasil, Perú y Australia. Si bien muchas son conversaciones preliminares que deben avanzar, desde Australia ya se envió una solicitud concreta para la importación de flor seca desde nuestro país. Con esta importación de materia prima chilena, la empresa australiana AusCann quiere iniciar sus investigaciones y desarrollos hasta que empiecen sus cultivos propios. Este pedido concreto, a través de cartas de interés de AusCann, se encuentra en manos del Servicio Agrícola y Ganadero, servicio que está actualmente evaluando la solicitud del nuevo permiso de cultivo que Fundación Daya presentó, a través de la empresa DayaCann. Una parte de este cultivo sería destinada a Australia.

De obtenerse la aprobación, hecho que debiese ocurrir en estos días, se podría materializar una primera exportación de cannabis para fines medicinales para mediados del 2018, convirtiendo a Chile en el primer país de Latinoamérica en lograr este fin. Este pedido australiano también fue informado a la Dirección General de Relaciones Económicas Internacionales (DIRECON) y a ProChile, pertenecientes al Ministerio de Relaciones Exteriores, quienes manifestaron gran interés en la oportunidad que esta primera acción puede traer a nuestro país.

De acuerdo con las modificaciones realizadas al decreto 404 del Reglamento de Estupefacientes, el Instituto de Salud Pública tiene la facultad de autorizar la exportación de cannabis, resina de cannabis, extractos y tinturas de cannabis, en casos calificados y para fines de investigación científica.

La pregunta ahora es si se considerará calificada una acción como ésta que, de autorizarse, se concretaría a mediados del 2018, con posterioridad a la cosecha de este nuevo cultivo. Esta posibilidad pondría a Chile de inmediato en una posición de liderazgo mundial y atraería el interés por el Cannabis chileno de parte de una gran cantidad de países que tardarán más tiempo en generar sus propios desarrollos. Es altamente valorada la seguridad fitosanitaria que posee la zona central de Chile, ya que cuenta con límites naturales como la Cordillera, el océano y el desierto por el norte, garantizando la calidad y sanidad de la producción local.

Si bien Chile debe avanzar a la exportación de productos terminados en base a cannabis, agregando mayor valor para nuestro país, la producción de materia prima (flor seca) que en muchos países desarrollados se considera un formato medicinal, aportan, de por sí, un alto valor agregado, debido a la cantidad de personas que se requiere emplear para su producción. Para tener una referencia, el cultivo de una hectárea de cannabis requiere 30 personas en forma permanente, alrededor de 60 personas para los períodos de trasplante y cosecha y 18 guardias de seguridad.

Esto, sin duda, permite que una producción de esta naturaleza genere un impacto positivo en materia de generación de empleo, muy superior a otras actividades agrícolas del sector y con una alta tasa de empleabilidad femenina. A esto se suma el positivo impacto ambiental que genera esta actividad, si se realiza con técnicas de la agricultura orgánica, como lo ha hecho Fundación Daya, cuya plantación se encuentra en proceso de obtener la certificación de cultivo orgánico bajo la ley 20.089.

Abrir un canal como este hacia Australia aportaría prestigio y valoración al producto chileno, lo que nos debería llenar de orgullo. Estas oportunidades tienen fecha de vencimiento, ya que cada vez más países están considerando esta opción como una oportunidad para generar nuevos caminos de crecimiento; en pocos años, muchos generarán sus propias producciones de cannabis. Chile también ha planteado la necesidad de buscar nuevas alternativas al cobre y otras exportaciones. ¿Verán nuestras autoridades el beneficio que esto podría traer esta nueva área de desarrollo agrícola a nuestro país? Generaría miles de empleos y, sobre todo, atraería recursos suficientes para fortalecer el desarrollo local y garantizar que los chilenos puedan acceder a productos terapéuticos en base a cannabis de bajo costo, en lugar de recurrir a caros productos importados.

Son los países pioneros en este ámbito quienes realmente están cumpliendo de mejor manera las convenciones internacionales. Dichas convenciones reconocen que el uso médico de los estupefacientes continuará siendo indispensable para mitigar el dolor. Es por ello que deben entonces adoptarse las medidas necesarias para garantizar la disponibilidad de la materia prima para tales fines.

Es necesario que decisiones como estas se tomen con una mirada interministerial y se asuma una postura al respecto, incluyendo también al Ministerio de Economía. La zona central de nuestro país goza de uno de los mejores climas del mundo para el cultivo de cannabis y esta nueva actividad podría reconocerse mundialmente como marca país. Otros países de la región ya lo anuncian oficialmente. En Chile, ¿qué estamos esperando? Tenemos todas las condiciones para para hacerlo y la demanda está. En dos años más será tarde, perdiéndose la ventaja que permite ser pioneros. La normativa lo permite, la industria nacional del cannabis medicinal ya es una incipiente realidad, solo falta la decisión política. Y ojo, la indecisión es la ladrona de oportunidades.

Por Ana María Gazmuri
Directora ejecutiva de Fundación Daya, y Nicolás Dormal, director de desarrollo de Fundación Daya.
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