En la inmensidad de la región de Antofagasta, se encuentra una huella que el cosmos dejó en la Tierra hace cientos de miles de años: el Cráter de Impacto Monturaqui. Este geositio, escondido en la Sierra de Almeida y descubierto en 1962, es el único cráter de impacto confirmado en Chile, resultado del choque de un meteorito durante el Pleistoceno Medio. Con su forma semicircular de 360 metros de diámetro y 34 metros de profundidad, Monturaqui guarda los secretos de un impacto que liberó una energía similar a la de 2,2 bombas atómicas.
Este cráter no solo ofrece un viaje a los tiempos primigenios, sino también un refugio de belleza escénica donde se despliega la flora altiplánica y la imponencia de la Cordillera de los Andes. Desde sus bordes, se puede observar el Salar de Atacama hacia el norte y quebradas que esconden una riqueza natural inigualable. Su singularidad lo convierte en un laboratorio natural para el estudio de cráteres de impacto simples.
A pesar de su valor geológico y científico, el Cráter Monturaqui ha sufrido el saqueo de fragmentos de meteorito y la erosión provocada por expediciones turísticas y científicas irresponsables. La falta de normativas y fiscalización ha permitido que se pierda información invaluable, y el tránsito de vehículos en el lugar ha acelerado el deterioro de sus flancos, poniendo en riesgo su conservación.