Durante esta temporada estival, las bahías de Mejillones y San Jorge (también conocida como Bahía de Antofagasta) han sido escenario de múltiples avistamientos de cetáceos que han cautivado a la comunidad. Según información de Noticia del día, Prensa UA, la presencia de estas majestuosas especies, como ballenas fin, jorobadas, delfines y orcas, se debe a su tránsito por estas aguas, las cuales forman parte de sus rutas migratorias y alimentarias.
La Dra. Ana María García Cegarra, experta en ciencias aplicadas y académica de la Universidad de Antofagasta, explicó: “Hay varias especies de cetáceos que visitan nuestra costa, como la ballena fin que actualmente es la que más se puede ver en estas latitudes, pero también se pueden observar ballenas jorobadas, delfines y orcas. Partimos sin saber muy bien qué había hace 10 años, pero ahora tenemos un registro de cuándo vienen y todas las especies descritas que han transitado por acá”.
Un ecosistema en equilibrio: el rol del krill
El krill, un pequeño invertebrado marino de entre 1 y 6 centímetros, es clave en este fenómeno. “Es una especie de invertebrado parecido a un camarón pequeño, entonces la ballena fin, en especial, se alimenta de krill en la Antártica, pero también en latitudes como la de las islas de Chañaral de Aceituno o acá en la Península de Mejillones”, comentó García.
“Hemos observado que las ballenas entran a la bahía para alimentarse principalmente de krill, por esto se acercan a la costa. Hay una proliferación o abundancia de este invertebrado y, por consiguiente, hay más presencia de estos cetáceos”, agregó.
Precauciones y conservación: proteger para preservar
La interacción humana con estas especies plantea desafíos. Según García, “si se quiere observar desde dentro del mar es necesario guardar una distancia mínima de 100 metros para resguardar tanto la tranquilidad de los cetáceos, como también la seguridad de las personas, ya que algunas especies suelen saltar y ser un poco impredecibles en su desplazamiento, lo que podría provocar accidentes por su colosal tamaño, el que puede alcanzar los 15 metros”.
En una ciudad portuaria como Antofagasta, el tránsito de grandes embarcaciones representa un peligro para los cetáceos debido al riesgo de colisiones. “El 2022 se firmó un acuerdo con la autoridad marítima donde se creó una ruta de navegación para los grandes buques mercantes, esto para evitar el encuentro en la ruta donde están las ballenas, pero eso solamente en la Bahía de Mejillones. Es importante replicar esta iniciativa en la Bahía de San Jorge, que es la Bahía de Antofagasta, ya que hay épocas donde hemos tenido una gran mortalidad de ballenas en esa ruta”.
Finalmente, la científica apeló a la responsabilidad de la comunidad y a la necesidad de aumentar los recursos para investigación en esta área. “Tenemos que cuidar y proteger a estos animales, no podemos olvidar que presentan problemas de conservación. Recién ahora está aumentando su abundancia y hay que contribuir a eso”.