50 años después del golpe de Estado que derrocó al presidente democráticamente elegido de Chile, Salvador Allende, documentos desclasificados ofrecen más detalles sobre el papel de Estados Unidos en los sucesos del 11 de septiembre de 1973.
Ese día, a las 10:15 a.m., los militares rodearon el Palacio de la Moneda. Allende, en su último discurso transmitido por ‘Radio Magallanes’, proclamó: “Trabajadores de mi patria: tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo… ¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!”.
Las revelaciones de las comunicaciones entre el presidente estadounidense Richard Nixon y su asesor de confianza, Henry Kissinger, sugieren un involucramiento indirecto de EE. UU. en los sucesos.
Kissinger comentó a Nixon: “En la época de Eisenhower seríamos héroes”. A lo que Nixon respondió: “Esta vez no hemos hecho nada directamente”. Sin embargo, Kissinger admitió: “No lo hicimos. Pero sí los ayudamos, creamos las mejores condiciones posibles para que se diera”.
Lorena Oyarzún, directora de la Escuela de Gobierno y Gestión Pública de la Universidad de Chile, afirmó a France 24: “Todo tipo de reconocimiento sobre la dictadura en el Estado chileno es importante hoy día, cuando aún hay más de 1.100 víctimas desaparecidas”. Peter Kornbluh, historiador y autor, también indicó que “Washington ha desempeñado un papel fundamental en el traumático pasado de Chile”.
Antes de la elección de Allende en 1970, Estados Unidos ya estaba contemplando acciones contra él, temerosos del avance del comunismo en su “patio trasero”. Allende, en su discurso en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo en 1972, había expresado su deseo de “reemplazar un orden económico y comercial obsoleto… por uno equitativo”, palabras que no fueron bien recibidas en Washington.
Inicialmente la intención de Estados Unidos era provocar un Golpe de Estado antes de que asumiera Salvador Allende. Como no prosperó aquella iniciativa, posteriormente Kissinger presentó a Nixon sus primeros argumentos para un enfoque agresivo a largo plazo que sería enmascarado en su hostilidad. «Nuestra capacidad para diseñar el derrocamiento de Allende rápidamente ha quedado demostrada como particularmente limitada», escribió en un artículo de información secreta el 18 de octubre de 1970:
“La pregunta, por lo tanto, es si podemos tomar medidas —crear presiones, explotar debilidades, magnificar obstáculos— que como mínimo asegurarán su fracaso (el de Allende) o lo obligarán a modificar sus políticas, y al máximo podría conducir a situaciones en las que su colapso o derrocamiento más tarde puede ser más factible”.
Carla P. Vidal Aiach, politóloga e investigadora, explicó a France 24 que “la ‘amenaza comunista’ debía controlarse, especialmente en el caso de un Gobierno que se definía como marxista y había llegado al poder de forma democrática”.
A la par, los eventos de 1973 también significaron tragedias personales, como el asesinato del cantautor Víctor Jara, opositor a la junta militar. Su viuda, Joan Jara, declaró en una entrevista que la lucha por la justicia ha durado 50 años.
Finalmente, Juan Gabriel Valdés, embajador chileno en EE. UU., sentenció al ‘Los Ángeles Times’: “Estados Unidos ha llevado a cabo una intervención absolutamente indebida, muchas veces brutal, en los asuntos internos de Chile… generando un debilitamiento constante de nuestras instituciones y democracia”.
Con la desclasificación de estos documentos, el pueblo chileno busca respuestas y justicia sobre uno de los capítulos más oscuros de su historia moderna.
Por lo pronto, la Embajada de Estados Unidos en Chile anunció el pasado viernes que financiarán la traducción devarios de estos importantes documentos del gobierno estadounidense relacionados con la historia del país.