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Viernes 26 de Abril del 2024 08:40

Michelle Bachelet presa de la historia

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Para la Concertación, es mucho más fácil dejar las cosas como están, atacar al gobierno, intentar representar a una sociedad descontenta (con ellos en gran medida), pero no hacer ningún cambio importante dentro de su estructura, ni comprometerse con la sociedad, sino que, aguantar lo más posible, blindar a Bachelet de cuestionamientos y esperar hasta que sean las elecciones, ya que, virtualmente es la candidata que mayor número de votos recogería, incluso con Golborne como contrincante.

El gobierno de Sebastián Piñera celebra dos años de mandato presidencial, abriendo la puerta para que analistas y expertos, tanto del oficialismo, como desde la oposición realicen balances, pongan nota y evalúen la dirección de Chile bajo la administración Piñera.

Según el gobierno, estos dos años que vienen será tiempo para cosechar. La pregunta que cabe hacerse es ¿Qué tan bueno fue lo que se sembró? Tenemos una agenda social muy marcada, crecimiento económico, creación de empleo, etc. Mientras el gobierno trata de ir cumpliendo sus promesas de campañas, la oposición acusa intransigencia y excesiva violencia policial en las marchas estudiantiles, incapacidad para tomar decisiones y un exceso de confianza.

A fin al cabo, tenemos elementos positivos y negativos, pero en síntesis, comienza el segundo round para la centro derecha, cerrando el periodo de la gestión Piñera bajo mucha presión y situaciones complejas, como lo fue el terremoto, los mineros y las movilizaciones estudiantiles, mientras en el horizonte se vislumbran posibles focos de conflictos, como la descentralización de las regiones, en política exterior tenemos el tema de la Haya, y en mejoras del sistema económico, la reforma al sistema tributario. Todos estos elementos  pueden definir el curso del gobierno para bien o para mal, pero en suma, definirán la carta presidencial del oficialismo.

Parece lógico entonces, que a partir de ahora comience el proceso de candidaturas presidenciales para las elecciones de 2013. Sin embargo, es importante no olvidar que tenemos ad portas elecciones municipales, y resulta curioso observar que en mitad del mandato del Presidente Piñera, las cartas presidenciables estén sobre las elecciones de los municipios, siendo que éstas se encuentran primero que las elecciones para elegir al Mandatario, entonces ¿Qué sucede? ¿Cómo es posible que veamos a personeros de la oposición proclamándose como candidatos presidenciales? Mientras que en la realidad no observamos ninguna señal que nos indique cuales son los candidatos municipales, tanto de oposición como de oficialismo.

Se podría decir que habita una desincronización entre el que hacer del partido y sus políticos, principalmente desde la oposición (Concertación) se evidencia un desorden de las prioridades, una falta de coordinación. Esto se produce por un lado, por la incapacidad de una oposición de reestructurarse y hacer frente a sus problemas, mientras que desde el oficialismo, la falta de cohesión entre el Gobierno y los partidos, junto a los constantes desaires por parte de la Moneda hacia los líderes de partidos, genera una tensión constante, provoca duda y crispa las relaciones.

Sin embargo, es válido preguntarse ¿por qué sucede esto? ¿Cuál es la razón principal que gatilla el hecho de autoproclamarse candidato y adelantarse dos años al proceso? Creo firmemente que se debe a un debilitamiento de la imagen de Presidente Sebastián Piñera, principalmente debido a que carece de liderazgo y prestancia de líder.

Es esta situación la que permite abrir un flanco bastante amplio de entrada para los candidatos, desde la opinión pública, canalizada por sondeos y encuestas de opinión en el sentido de “¿Quién cree Ud. que será el próximo presidente de Chile?”, como desde la autoproclamación, o un nombramiento desde el partido. Como sea el caso, la débil imagen de Piñera permite que el debate se instale, y genera obligatoriamente que la clase política se refiera al tema.

La idea de gobernar sin políticos y por ende, poblar la Moneda con empresarios y “técnicos” fracasó finalmente y con ello la nueva forma de gobernar. Ese fue el momento oportuno para que la UDI y RN presionaran a Piñera para que reordenara su gabinete, reforzándolo con figuras clásicas de la coalición. Y así fue que llegaron rostros anclas del oficialismo, como Chadwick, Evelyn Mathei, luego Allamand y Longueira. La crítica de Longueira y otros a la inexistencia de un relato, a la falta de una identidad del Gobierno, golpeó aún más duro a Piñera; o la incapacidad del Presidente de ordenar a sus filas, entrando en conflicto sobre temas valóricos y clásicos de la derecha en Chile, como lo fue “la unión de hecho, el lucro en la educación o la idea de Hinzpeter y su nueva derecha” Todo le fue descontando puntos y credibilidad.

Es por eso que desde los Partidos del oficialismo observan con cautela la constante baja aprobación que obtiene Piñera. Parece crucial e importantísimo entonces, comenzar a esgrimir y catapultar no uno, sino, al menos dos cartas presidenciales para asegurar otro gobierno de Derecha. Si nos guiamos por las encuestas y sondeos de aprobación, desde el oficialismo tenemos una baraja de posibilidades, desde la Ministra Carolina Schmidt; Laurence Golborne, ambos los más populares; Andrés Allamand; Pablo Longueira; incluso Evelyn Mathei.

Desde la oposición en términos genéricos, tenemos una serie de pre candidatos, como: Marco Enríquez Ominami; Tomás Jocelyn Holt; Ximena Rincón; Claudio Orrego; Lagos Weber, desde el PPD algunos personeros rechazan la intención de Weber; Andrés Velasco; José Antonio Gómez; y por supuesto Michelle Bachelet. Faltando aún dos años para las presidenciales ya tenemos al menos 12 precandidatos al sillón presidencial.

Sin embargo, en términos prácticos, Laurence Golborne es el candidato del oficialismo (según las encuestas), mientras que desde la Concertación todos dan por hecho que Michelle Bachelet será candidata y (otra vez según las encuestas) ganará. Cualquier ejercicio de prospectiva que se realice, jamás dará en el clavo en su totalidad, y como decía anteriormente, faltan dos años y se observan al mediano plazo elementos que será interesante seguir de cerca. Pero, me resulta interesante centrar el análisis en la figura de Bachelet, sin embargo, no en su hipotética vuelta a la presidencia, sino que, a la majadería y escasa voluntad de la Concertación en función de un eventual retorno de Michelle Bachelet al poder.

Afirmo entonces, que Michelle Bachelet es presa de la historia, porque está casi obligada, a cumplirle a la Concertación. Se le ha impuesto desde este bloque, una seudo imagen de Mesías, como si los problemas de la oposición y del país se vayan a solucionar por el simple hecho de que ella vuelva al poder. Lo cual parece ser una lectura bastante mezquina e irreal, pero lamentablemente esa es la lectura que se ha apoderado dentro de la oposición.

Para la Concertación, es mucho más fácil dejar las cosas como están, atacar al gobierno, intentar representar a una sociedad descontenta (con ellos en gran medida), pero no hacer ningún cambio importante dentro de su estructura, ni comprometerse con la sociedad, sino que, aguantar lo más posible, blindar a Bachelet de cuestionamientos y esperar hasta que sean las elecciones, ya que, virtualmente es la candidata que mayor número de votos recogería, incluso con Golborne como contrincante.

Hace unos días atrás, se supo que el PPD no buscaría su propio candidato, impidiendo entonces las intenciones de Ricardo Lagos Weber de aspirar a la silla presidencial. Esto, principalmente, porque Guido Girardi pretende negociar ahora el apoyo del partido a la (hipotética) candidatura de Michelle Bachelet ¿Por qué? Movido por un fin calculador, frío e instrumental, haciéndole nombre a la finalidad de ese partido, principalmente para obtener un espacio en el programa de Bachelet, para optar a cargos, para tener capacidad de influencia directa en las decisiones.

El actuar del PPD solo es un ejemplo del desorden y la escasa voluntad que posee la oposición para hacer las cosas por Chile, por el país. Recordemos la intención de Carolina Tohá de reformar la Concertación en una “Convergencia opositora” en medio de críticas desde la DC, y bajo un clima de asperezas, además era totalmente irrisorio y a la vez insultante para la sociedad, que pretendiesen hacer en un mes, lo que no fueron capaces de hacer en un año y medio, es decir, jamás hubo intencionalidad de cambiar las directrices para representar a esta nueva sociedad ni di comprometerse o de asumir por medio de un mea culpa, los errores cometidos.

Cabe preguntarse entonces ¿Dónde está ahora la oposición? ¿Cuál es su responsabilidad en temas como descentralización, educación, vicios del mercado y de las empresas? ¿Qué está haciendo ahora la oposición para representar a la sociedad? ¿Está trabajando para recuperar las confianzas? Demasiadas preguntas sin respuestas.

Finalmente, Michelle Bachelet tendrá que pronunciarse tarde o temprano sobre la realidad en Chile, y decidir si volver es la opción más inteligente. ¿Será capaz de regresar y con ella la Concertación resurja entre las cenizas? Lo que queda claro, es que si decide volver, ciertamente no veremos besos, abrazos y vítores, sino que codazos y puntapiés en función de qué partido, qué personeros, programa, terminará primando e instalándose en un eventual gobierno de Bachelet, mientras que las sonrisas y abrazos, solo serán para la foto.

En última instancia, Michelle Bachelet es el medio más propicio para que un sector histórico de la política chilena vuelva al poder, es por eso que la ex presidenta es presa de la historia, por un grupo político que pretende dejar todo en stop y en el 2013, subirse al carro del éxito.

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