La percepción de los políticos siempre ha sido negativa, no es un misterio, tengo eso en mi mente desde que tengo memoria.

La frase de “no la vimos venir” o “no nos dimos cuenta”, me indigna, las señales, los gritos y las protestas siempre estuvieron ahí, en una mirada, en algún grito pero más importante que todo, en las redes sociales.

La trinchera

La trinchera de las letras siempre ha sido vilipendiada incluso por algunos periodistas, generalmente de medios tradicionales, pero son los primeros en recurrir a la misma por cuñas, organizar puntos de prensa o verificar información.

Que la prensa en papel está muriendo, no es novedad, que la televisión no tiene credibilidad tampoco es algo nuevo pero ahora queda de manifiesto que la mala reputación alcanzó a todos, menos en donde realmente vale tener una correcta mirada y pensamiento de la realidad, en las plataformas digitales, alimentadas por redes sociales y complementadas por el periodismo de antaño, solo complementadas.

En las RRSS no solo es posible informarse e informar, sino también observar la vida completa de las personas y sus relaciones con la comunidad.

Las redes sociales pautean al Gobierno

Las figuras políticas utilizan de forma frecuente sus cuentas en internet, especialmente tuiter, instagram y facebook, es ahí donde podemos ver su lado legislativo pero también su lado humano, lo que nos permite ver las reacciones de la gente con la persona, no con el político.

Las RRSS son un territorio en donde el ciudadano común manda, no las figuras de autoridad del gobierno o de seguridad, son libres y la censura o autocensura no existe. Irónicamente la vida en la internet, es lo más real que podemos observar.

Si algo se convierte en Tendencia en tuiter, es muy probable que repleta Plaza Italia y las principales plazas del país. Si algo se comparte muchas veces en facebook, es probable que acapare las miradas de la televisión.

Es de conocimiento público que las plataformas digitales le ganaron por goleada a la prensa tradicional pero ahora se confirma que las RRSS pautean no solo a los medios sino que también al Gobierno.