Con diversos homenajes en Antofagasta y Calama, se recordó durante la Semana de la Memoria a las víctimas de la dictadura y el paso de la “Caravana de la Muerte” por la región, uno de los crímenes más siniestros y cobardes que se hayan registrado en la historia reciente.
Centenares de personas fueron víctimas de interrogatorios, torturas, amenazas y ejecuciones por mantener un pensamiento político diferente al de los golpistas.
Apenas perpetrado el golpe de estado y asegurada la muerte del Presidente Salvador Allende, el dictador Augusto Pinochet designó al general Sergio Arellano Stark para realizar una macabra misión: aleccionar a los militares de provincia sobre como debían tratar a los ex dirigentes de la Unidad Popular.
El grupo de militares partió desde el aeródromo Tobalaba el 30 de septiembre de 1973, a bordo de un helicóptero Puma del ejército, cuyo recorrido inicial fueron ciudades del sur de Chile: Rancagua, Curicó, Talca, Linares, Concepción, Temuco, Valdivia, Puerto Montt y Cauquenes. A su paso dejó 26 personas muertas. El regreso de la caravana a Santiago fue el 6 de octubre.
En el norte de Chile la misión partió el 16 de octubre de 1973, recorriendo las ciudades de La Serena, Copiapó, Antofagasta, Calama, Iquique, Pisagua y Arica. El saldo de muertos fue de 71 personas. El regreso definitivo a Santiago tuvo lugar el 22 de octubre de ese año.
Los asesinos actuaron desprovistos de toda humanidad, ciegos por la ideología de ultraderecha anticomunista. En varias ocasiones hirieron a los detenidos con corvos antes de fusilarlos. Posteriormente las víctimas eran enterradas en tumbas sin inscripción.
Años más tarde, cuando se preguntó al ex general Joaquín Lagos Osorio -Comandante de la Primera División del Ejército y Jefe de Zona en Estado de Sitio en Antofagasta- por qué no se habían entregado los cuerpos de los ejecutados a sus familias, Lagos explicó que le avergonzaba se descubriera la barbarie con que oficiales asesinaron a los 14 prisioneros de Antofagasta.
Los restos de algunas de las personas asesinadas fueron encontrados en 1990, en una fosa ilegal al norte del kilómetro 16 y medio de la ruta que une Calama con San Pedro de Atacama, sector donde actualmente se levanta un memorial.