Una triste e impactante historia se repite en el mundo marino, luego que unas 250 ballenas quedaran varadas en la Isla Chathan de Nueva Zelanda, a solo dos semanas de un evento similar con 200 ejemplares muertos en la isla australiana de Tasmania.
En esta ocasión, los mamíferos quedaron varados en la orilla de playa entre el jueves y viernes pasado y, pese a los intentos de los equipos de conservación, no pudieron ser devueltas al mar por la alta presencia de tiburones en el sector.
“En la isla Chatham no reflotamos activamente a las ballenas, por el riesgo de ataques de tiburones tanto a los humanos como a las propias ballenas”, explicó el Departamento de Conservación de Nueva Zelanda a través de un comunicado.
En consecuencia, las ballenas sobrevivientes debieron ser sacrificadas por un equipo especializado, para evitarles mayor sufrimiento. Asimismo, dejarán “que sus cuerpos se descompongan in situ de manera natural”, indicaron.