Mantener una salud bucodental óptima se ha convertido en toda una prioridad en la vida de las personas. Por ello, ya no basta solo con el cepillado después de cada comida, sino que los expertos recomiendan la introducción del irrigador dental en la rutina de limpieza dental diaria. En el mercado actual pueden encontrarse irrigadores bucales de última tecnología a un precio económico, como los de la marca Waterpik

El irrigador dental es uno de los grandes desconocidos de todos los elementos que pueden ayudar a mejorar la salud dental, y ello es debido a que, hasta ahora, era usado solo por los dentistas. Por fortuna, esta situación ha cambiado, y es posible tener un irrigador en casa para utilizarlo siempre después del cepillado y conseguir así una limpieza óptima que beneficie el estado de nuestra boca.

Además, los irrigadores bucales son aptos para todo tipo de personas que deseen una limpieza integral. Incluso los profesionales lo recomiendan especialmente para aquellas que llevan ortodoncia o implantes, puesto que la presencia de estos elementos en la boca conlleva que la suciedad se almacene con más facilidad en zonas donde no alcanza el simple cepillado de dientes. El irrigador también es ideal para personas que sufren diabetes o alguna enfermedad dental crónica, puesto que les ayuda a mantener una higiene óptima.

Estos son algunos de los beneficios que tiene el uso habitual de un irrigador dental, pero antes, conviene estudiar detenidamente en qué consiste este aparato y qué le convierte en una herramienta tan necesaria para el beneficio de nuestra salud.

¿Qué es un Irrigador Dental?

Un irrigador dental es un instrumento con el que aplicar un chorro de agua o de otra solución a presión entre la encía y el nacimiento del diente. Con ello, se consigue una limpieza en profundidad. Además, la combinación diaria de la irrigación bucodental con el cepillado de dientes provocará mejores resultados, dado que se eliminará la placa bacteriana y la suciedad enquistada difícil de quitar tan solo con el cepillo.

¿Por qué? Porque con el mencionado chorro a presión, tanto con el agua como con cualquier otra solución óptima, es más fácil llegar a sitios de difícil acceso entre los dientes y las encías de nuestra boca. Son zonas como el espacio entre dientes, el borde de las encías o incluso la superficie rugosa de piezas como los molares. Es una forma óptima de obtener una limpieza total que, con el paso de los días, se hará notar en la blancura de los dientes y en una mayor sensación de frescor bucal.

Existen diferentes modelos de irrigadores, aunque todos tienen unos elementos comunes: son objetos que se pueden manejar con tan solo una mano para apuntar directamente a la zona de nuestra dentadura que queramos limpiar. Incorporan un depósito de agua, una bomba a presión y la boquilla por la que sale el chorro que limpiará dientes y encías. En el mercado se encuentran modelos de sobremesa, portátiles o incluso para conectar directamente al grifo. Además, también los hay con la presión regulable o la posibilidad de aplicar diferentes boquillas para casos concretos como implantes u ortodoncia.

¿Para qué sirve?

El irrigador dental sirve para limpiar aquellas zonas de la boca a las que no alcanza el cepillo de dientes y en las que se acumula suciedad día tras día si no se realiza una limpieza óptima. Esa suciedad y la placa bacteriana pueden tener consecuencias molestas para la boca. Por ello, el uso del irrigador como un hábito diario ayudará a prevenir la formación de sarro, el mal aliento y la inflamación y sangrado de las encías.

Básicamente, la utilidad del irrigador se resume en, junto con el cepillado, maximizar la limpieza de los dientes y las encías para fortalecer la salud bucal y ser un modo de prevención ante la aparición de elementos dañinos. Se trata de un método más efectivo que el tradicional hilo dental que elimina las bacterias y los restos de comidas en zonas de complicado acceso, y que incluso es efectivo para eliminar la placa de los aparatos de ortodoncia y optimizan la salud de las encías con implantes

¿Cuál es la mejor marca?

La creciente necesidad de las personas por reforzar su higiene bucal ha provocado que las principales marcas del sector hayan invertido esfuerzos en desarrollar irrigadores bucales con diferentes prestaciones. Entre estas marcas, una de las más destacadas es Waterpik, puesto que sus irrigadores ofrecen la máxima efectividad contra la placa bacteriana a través de un uso sencillo.

Además, entre sus cualidades podemos resaltar que, en tan solo tres segundos, es capaz de eliminar el 99,9% de la placa bacteriana que se encuentra tanto en encías como los dientes y otros lugares de la boca. La clave es la potencia de la aplicación directa del chorro a presión, que puede ser de agua del grifo o de cualquier otra solución óptima para la salud bucodental.

En conclusión, la irrigación bucal debe ser un hábito diario de la higiene dental que, por otra parte, nunca ha de sustituir al cepillado, sino que han de ser complementarias. Para optimizar la limpieza, primero se realizará el cepillado de dientes y, después, para eliminar la suciedad que todavía queda en zonas de difícil acceso, se utilizará el irrigador bucal. La combinación de estos dos hábitos en nuestra rutina hará que nuestra salud bucodental se vea reforzada con mayor blancura y frescor.