La ciudad que nos deslumbra con sus hermosos atardeceres, que hacen del color naranja su paisaje propio, entre cerros y árboles, entre potentes vientos y días en que el sol es el protagonista, entre mineras y trabajadores, entre ríos y familias que sienten la ciudad como parte de su esencia, esa esencia que sólo reconoce aquel que tiene la oportunidad de conocer realmente la comuna loína.

Con su encanto propio que va más allá del “sólo es desierto”, con sus historias y recorridos, que celebran hoy 142 años, Calama.

Si bien no muchos conocen sus orígenes y hay lagunas latentes en su línea de tiempo, el escritor y etnógrafo chileno, Héctor Pumarino Soto, plantea que el nombre de la localidad proviene del dialecto kunza “Ckara-ama“, significando “Ciudad en medio del agua”, ya que, para mediados del siglo XX, la ciudad y los oasis de sus alrededores fueron flanqueados por el río Loa, y Las Vegas, generando de cierta forma que ésta se viera rodeada por agua.

El pueblo minero, reconocido como ciudad de paso sin más desde el año 1825, cuando era puente de la actividad comercial entre Cobija y pueblos del interior, cobró tal importancia que en la actualidad reúne a más de 165 mil habitantes en sus tierras.

Fue cerca de 1840 cuando Gregorio Michel, sargento mayor del ejército, nombrado por el gobierno boliviano, comenzó a entregar terrenos a pobladores de Calama, dando paso a construcciones, viviendas, locales comerciales y más, que edificaron con cada piedra lo que es la comuna nortina hoy.

Un oasis en medio del desierto más árido del mundo, que para 1870 contaba ya con 800 habitantes, que caracterizaban la tierra no sólo por la minería, sino también por la ganadería y la agricultura. Comenzando a ser foco de atención entre empresarios de todo el mundo, y creciendo, creciendo a sus anchas, entre el cerro, el río y sus fronteras, acompañándose de las comunas cercanas que forman parte de la Provincia El Loa.

De repente Calama era un lugar para progresar, que fue sumando hitos con el paso de los años y anidó a familias que la adoptaron como su hogar, un lugar para crecer, aprender y defender, de todo lo que podrían decir quienes no conocen la Tierra de Sol y Cobre.

HITOS

A través de Ventisca, recorremos parte de la línea de tiempo calameña, donde un primero de marzo Bolivia declaró la guerra a Chile, siendo los chilenos radicados en tierras bolivianas expulsados. Dando paso el 23 de marzo a la Batalla de Calama y con la toma de ésta se da inicio a la Guerra del Pacífico, conmemorando 142 años a la fecha.

Para 1885 se inauguró la primera escuela pública de la comuna, bajo el nombre “Grupo Escolar N°1 y N°2, para luego ser D-48 y posteriormente la Escuela Presidente Balmaceda”. Mientras que tres años más tarde se creó la Municipalidad, siendo el primer alcalde José R. Lira.

Cada año la ciudad loína crecía al igual que su población y sus necesidades, en 1907 se fundó la Primera Compañía de Bomberos de Calama y en 1924 se instituye el “Departamento de El Loa” con su primer gobernador, el coronel Francisco Lagresse Frick.

Treinta años más tarde llegó la Radio Calama un 21 de septiembre, sumando un nuevo hito el año siguiente con la creación del primer liceo, hoy conocido como el Liceo B-8.

En 1975 se creó la Provincia de El Loa, mediante el decreto N°1230, siendo su capital la ciudad de Calama. La que dio lugar al Club de Deportes Cobreloa un 07 de enero de 1977, con victorias y derrotas, reúne deportistas de fútbol masculino y femenino, así como también de rugby.

El museo y el parque El Loa llegan en 1985, hermoseando el conocido oasis, y si saltamos en el tiempo, un largo tiempo, podemos ubicarnos en la ciudad, con una diversidad cultural única y una fuerza innegable que enfrentó el estallido social con garra, perdiendo a uno de los suyos lo que dio nombre a la plaza Robinson Gómez, como se conoce popularmente a la Plaza 23 de marzo en pleno casco central.

Desde hace un poco más de un año, un nuevo golpe la acecha, así como al país y al mundo, la pandemia y sus adversidades, han hecho lo suyo y pese a que, muchos han perdido la batalla en sus tierras y el mundo podría derrumbarse a su alrededor, esta se mantiene en pie.

La conocida “ciudad de paso”, tiene tanto que ofrecer y enseñar…se acerca el atardecer con inmesurada calma, el sol anaranjado ilumina casas, edificios y áreas verdes. Se esconde en el cerro hacia el oeste, y nos entrega el regalo de potentes colores, el cielo se llena de nubes naranjas, rosadas e incluso en tonos azulados, se escuchan los perros ladrar, se mueven los árboles con el viento, la brisa nos desordena el cabello y nos renueva, un día más en Calama, feliz aniversario.