Nos enfrentamos a una película más del universo Marvel. Otra más, dirán algunos. Pero cuidado: acá el entretenimiento está asegurado porque, de verdad, y manteniéndose en su esquema típico, este filme es un excelente vehículo para la diversión sin mayores complejos. Porque está hecha siguiendo la receta perfecta de una empresa multimillonaria y de una industria que apuesta a lo seguro, a estirar un chicle hasta que pierda el sabor de manera dramática.
Debemos reconocer que hay una parte de espectadores que, a priori, consideran estas películas como desechables sin más alternativa. Es cierto que hace rato el tema de los superhéroes se ha vuelto un poco confuso y extenuante, sobre todo porque algunos filmes son realizados solo por encargo, sin que haya verdadera necesidad de poner en la pantalla grande a determinados personajes (recuérdese el bochorno de “Los Vengadores” o el tibio estreno de “Linterna Verde”).
Por otro lado, en este tipo de películas se suelen dividir las aguas: están los fanáticos y seguidores de los personajes de determinados comics y los seguidores de sus autores. Los primeros son los que viven adquiriendo toda la información relacionada con los héroes, se saben sus historias y entienden a la perfección ciertas conexiones de sus actos. Los otros, en cambio, solo están interesados en el aspecto creativo, es decir, de qué manera un director, por ejemplo, ha sido capaz de poner en la pantalla un punto de vista acerca de los héroes que ellos siguen. Los primeros, son los que compran el ‘merchandising’ asociado. Los segundos, exigen coherencia con los contenidos.
Teniendo presente esto, los hermanos Russo han realizado sus dos películas anteriores sobre el Capitán América dando el gusto a quienes son fanáticos de la coherencia de las historias, con aciertos formales y algunos importantes logros.
‘Capitán América: Civil War’ cuenta, por ejemplo, con una muy inteligente planificación de las escenas de acción y cumplen sus objetivos con elegancia.
Donde no dan con el espesor de una buena película es que solamente se limitan a ser funcionales: le dan al espectador lo que éste espera. No más que eso. Por lo tanto, hay cero riesgo, cero atrevimiento a cambiar o introducir elementos nuevos en una trama conocida por los fanáticos.
Por lo mismo, este filme –pese a lo bien realizado en su aspecto técnico y a lo entretenido que pueda ser- no aporta nada nuevo a un universo que hace rato sentó sus bases. No se trata de una película fundacional o una que vaya a marcar un antes o un después. Para nada. Es un vehículo entretenido y que cumple perfectamente la receta establecida por la industria.
De esta manera, la película esquiva cualquier comentario político (que habrían sido ideales dado el contexto de los Estados Unidos de hoy), para centrarse en las causas emocionales que llevan a Steve Rogers a plantarse delante de su amigo Tony Stark. Y ambos se enfrentan a las Naciones Unidas, es decir, a muchas miradas ideológicas, por lo tanto cualquier postura crítica se disuelve rápidamente. El combate entre Capitán América y el no menos famoso Iron Man, no es moral ni ideológico, sino provocado por razones estrictamente personales.
No es tampoco el filme definitivo que uno esperaba, aunque sí está por encima de ese bodrio que es ‘Batman versus Superman, el origen de la justicia’.
‘Capitán América: Civil War‘ tiene en sus protagónicos –Chris Evans y Robert Downey Jr.– nuevamente a héroes que deben enfrentarse entre sí, porque una maraña de situaciones los convierte en oponentes, logrando un gran impacto emocional en la secuencia clave del tercer acto, pero eso se diluye cuando lo que finalmente queda es la corrección, lo habitual, lo conocido.
Para ser más directos todavía: ésta es una película para jóvenes que entienden los postulados de la historia, que son parte de esa legión que conecta y se entretiene desentrañando la “complejidad” de los (supuestos) mensajes que el filme le entrega acerca de sus héroes. Los que postulan el cine como una experiencia estética, abstenerse. Ésta no es la película que buscaban.