Con el paso de los años, de seguro que esta cinta del director Andrés Waissbluth (‘Los debutantes’), será una de esas rarezas como ocurre hoy con ‘Lunes 1°, domingo 7’ o ‘La rubia de Kennedy’, por dar un par de ejemplos. Rareza porque se erige como un filme atípico en su estilo, desapegado de los cánones habituales del cine nacional actual y que en su mezcla de ingenuidad y utilización de recursos visuales, termina siendo una película nada de desechable.
Todo se inicia con el extraño mensaje que hace el abuelo antes de morir a sus nietos Lalo (Joaquín Saldaña) y Roberto Parra (Tomás Arriagada) antes de morir: ‘liberen a Elefante’. Los niños, de once y ocho años respectivamente, de a poco se enteran que Elefante es un caballo y al tratar de cumplir con el deseo del fallecido anciano se enredan en una serie de aventuras con los personajes de un circo pobre que deambula por los campos chilenos, debido a que dos miembros del circo les roban el animal.
Esta curiosa historia está basada en relatos de Roberto Parra y de su hermano Lalo y es un largometraje que destaca porque abre un nuevo camino a los cineastas nacionales: hacer cine para los niños, con una serie de elementos donde se mezcla la animación –de un excelente nivel de ejecución- con una historia directa, sencilla, sin ninguna novedad especial, pero que en su sencillez llega a calar hondo en los espectadores.
Lo interesante de esta propuesta es que todo está visto desde la perspectiva de los hermanos los que, en su intento por liberar al caballo, se ven envueltos en una serie de aventuras en el mundo del circo y de su amistad con una pequeña que practica el equilibrio sobre cuerda.
De acuerdo con lo expresado por el director Waissbluth, la fuente de inspiración nació de una conversación con Lalo Parra quien le pidió especialmente que hiciera esta película, donde se evidencia la mezcla de fantasía y realidad, todo esto mezclado con las láminas de una historieta que uno de los pequeños está leyendo.
Es evidente que la historia pudo desarrollarse mucho más, especialmente en el mundo del circo en que se introducen los hermanos, lo que debilita un argumento que ya era bastante plano en su concepción. Si bien esto es una debilidad, curiosamente se convierte también en un logro adicional del filme: todo resulta tan ingenuo, tan de cuento infantil que termina siendo una película que se disfruta sin complejos.
Desde luego que ‘Un caballo llamado Elefante’ abre un camino inédito en nuestro medio cinematográfico local: explorar géneros que suelen ser habituales en Chile, marcando de este modo un importante precedente, sobre todo de cara a un segmento -el mundo infantil- que muy pocas veces ha sido explotado por los cineastas locales en clave de comedia.
Un punto a favor de esta película radica en los pequeños protagonistas que resultan espontáneos y creíbles. Ellos son dos hermanos absolutamente opuestos, uno es soñador, lector de historietas fantásticas y suele mezclar la realidad con la fantasía mientras que el otro es más práctico y gusta de la acción. Pero tras la muerte de su abuelo, que ha congregado a una numerosa parentela de primos y tíos, ellos se ven obligados por las circunstancias a compartir una aventura que les cambiará sus vidas.
Todo el filme es, entonces, un largo camino para alcanzar la unidad familiar, la complicidad fraternal y el descubrir la amistad y el atisbo del primer amor y en este sentido, adquiere un especial valor didáctico que puede ser material de gran impacto para estudiantes y docentes.
‘Un caballo llamado Elefante’ se convierte en una película atípica en el medio nacional, convirtiéndose en una propuesta que ojalá se logre aprovechar por cuanto ha llegado a nuestra cartelera con cero apoyo de publicidad y en una época dominada por títulos peso pesados de la industria de Hollywood.