A un costado de las oficinas de la Corporación de cultura y turismo de Calama, se encuentra una pequeña habitación pintada de blanco que guarda los misterios más significativos para la comunidad de Licanantay. La entrada humilde como si de una casa se tratara. Puesto que claramente, estábamos en la casa de los indígenas mejor conservados y mas antiguos de la cultura autóctona del Norte de Chile.

El asombro se disipaba en el lugar, muestras de más de 2500 años estaban a la simple vista para ser observados. Reflexionar era el único motivo que se deslizaba en el aire. Piezas con tantos años de antigüedad se podían ver claras y muy bien conservadas. ¿Cómo es posible que piezas óseas y materiales de esos años se mantengan casi en perfectas condiciones?

Ivonne Zapata López, asistente de laboratorio y depósito de conservación arqueológica acotó de la importancia del sector que nos encontramos y que no es cosa de suerte que estas piezas se mantenga incluso con el roce del tiempo. “Somos privilegiados en esta zona, la mayoría de los depósitos que tenemos se mantienen muy bien ya que aquí encontramos mucho mineral y poca humedad, factores que ayudan a la conservación de las piezas arqueológicas. Si preguntas en el sur por maravillas como estas, es muy difícil encontrarlas”.

Los cazadores recolectores, ancestros que nos dejaron un legado, daban la bienvenida a esta visita guiada en donde Ivonne mostró las diferentes piezas que utilizaban los aborígenes de la zona. En la primera mesa se encontraban las piezas de la olvidada cultura likanantay, quienes en la actualidad son conocidos como los Atacameños. Son casi 11 mil años de lo que se tiene conocimiento de su existencia y 3 mil años cuando bajaron del Oasis para asentarse en sus aldeas para encontrarse con un grupo significativos de camélidos.

Laboratorio y Deposito de Conservación Arqueológica

Como muestra la foto, estos fueron los trabajos que se realizaban mediante la lana de los camélidos quienes apreciaban y daban sustento a las tribus de la localidad. Un dato curioso es que hasta la fecha no se puede saber con exactitud como lograban el color azul en sus prendas y utensilios de trabajo.

Mientras Ivonne explicaba históricamente cada artilugio de la presentación, en la última mesa se observaba el Yatiri o chaman como se conocen al sur de Chile. Trajes con cuero de puma, utensilios que servían para los viajes ancestrales y sanar el espíritu estaba completamente intactos con el pasar del tiempo. Cabe recordar que Muchos de estos indígenas viajaban hasta Argentina para hacer intercambio, llevando camélidos para el trasporte, y con los “Atalajes”, bolsos utilizados para llevar mercadería, recorrían sin dudar un solo segundo, hacia el camino que los llevaría a otros pueblos.

Entre las cosas que trasportaban hacia el Norte era el Cebil, semillas que necesitaban mucha humedad y que las secaban en el norte de Chile para ser utilizada en el Rapel que se muestran a continuación en las fotos.

Laboratorio y Deposito de Conservación Arqueológica
Laboratorio y Deposito de Conservación Arqueológica

Luego de ver distintos objetos las personas que participaron fueron llevadas a otro lugar. Mientras más nos acercábamos un olor fuerte se lograba presenciar en toda la nueva habitación. Cuerpos deshidratados, intactos y completos se mantenían en un material especial que no contenía químicos – trabajo que deben realizar las personas encargadas del lugar, además de medir bien el material para colocar las piezas o cuerpos-.

Con una demostración clara de como se podían mantener los cuerpos totalmente completos y bien cuidados comenzó el asombro por parte de los estudiantes que asistieron a la visita guiada, algunos decidieron no entrar por el fuerte olor que emanaba el recinto – la mayoría estudiantes de básica de la Escuela Pedro Aguirre acompañados por su profesor Sebastián Ormeño-.

Es increíble todos los vestigios que quedan de nuestros antepasados, incluso más impresionante verlos como si hubieran pasado algunos años. El norte de Chile puede tener muchas consecuencias, pero como también, el privilegio de vivir acá y de conocer nuestras culturas pasadas, delatan como nos hemos olvidado de conectarnos incluso con nosotros mismo, el tiempo sigue pasando y nosotros nos consumimos sin un limite de tiempo.

La contaminación del agua es uno de los problemas que hacen pensar en lo que somos y lo que seremos más adelante. “Seguimos con esta destrucción, pero no nos ponemos a pensar en lo que le dejaremos a las otras generaciones. Nuestros abuelos se preocuparon de que estuviéramos viviendo bien, no estresados, que hay que tener dinero, eso esta mal, porque el oro de nuestros antepasados estaba en la diversidad que había en esos tiempos”.  Acotó la asistente de Laboratorio y perteneciente a la comunidad de Yalquincha, Amalia Bautista.