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Jueves 18 de Abril del 2024 10:26

La ofensiva Binominal

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El binominal vuelve a instalarse en el centro del debate. A principios de Mayo el Diputado Burgos y otros parlamentarios –incluidos dos RN- ingresaron un proyecto de Ley que tiene por objetivo instalar un sistema electoral de tipo proporcional moderado. Días después se acuerda una reunión con el ex Presidente Lagos y se pone en marcha la operación “Chao binominal” que pasa a convertirse en el intento número veinte por modificar y terminar con la lógica electoral de la exclusión.

¿A qué responde la ofensiva?  Hay tres razones que explican  esta operación; la primera, tiene que ver con las convicciones democráticas; la segunda, con introducir tensión al interior del oficialismo y en tercer lugar con generar mejores condiciones para la futura negociación parlamentaria en el marco de una potencial unidad opositora.

Quiero, nuevamente poner atención en los aspectos de la igualdad democrática y en las distorsiones que el sistema electoral genera. En esa dirección, hay que apuntar que en una democracia el principio básico que regula este tipo de competencia establece que el voto tiene –o debe tener- el mismo peso político para cada elector. Hemos constatado, en innumerables ocasiones que este hecho se ve fuertemente distorsionado por la mecánica del binominal. En efecto, en Chile el voto de cada ciudadano no vale lo mismo; la regla un voto un ciudadano se rompe violentamente.

Hay distintos indicadores que dan cuenta de este hecho. En esa ocasión voy a analizar la figura “del que gana pierde”. Se trata, de que en distintas ocasiones el candidato que tiene la segunda mayoría individual no logra obtener un cupo parlamentario; saliendo electo –por tanto-el que sale tercero o cuarto.

Nuevamente, en este indicador vemos que es la Derecha la que más se ha beneficiado. En cada elección hay 60 cupos para el segundo diputado electo. En seis elecciones tenemos 360 parlamentarios que logran el segundo cargo en competencia. De ese total, en 65 ocasiones la segunda mayoría individual se queda fuera del Congreso (18,1%). Por tanto, el diputado electo es el que llega en tercer o cuarto lugar. El primer caso, se produce 62 veces; y el segundo, en tres ocasiones.

Este último hecho se manifestó dos veces en el ’97 y una vez en el 2001. En las parlamentarias de 1997 ocurre en el distrito 8 y en el 18. En el primer caso, sale electo el UDI Dario Molina con el 15,66% dejando fuera al segundo –el Dc Renán Fuentealba con el 23%- y al tercero –el PC Jorge Inzunsa con el 18,3%-. En el distrito 18 ocurre que nuevamente es electo la cuarta mayoría individual. En esa ocasión el beneficiado es el Dc Carlos Olivares que se convierte en Diputado con el 6,31%. Con estas cifras se queda fuera la segunda mayoría individual –la UDI Patricia Maldonado con el 11,4%- y la tercera –el PC Hernán Lechuga con el 8,8%-.

Esta situación vuelve a manifestarse en el 2001 cuando en el distrito 3 se queda fuera del parlamento la segunda mayoría individual –la PS Fanny Pollarolo con el 21,9%- y la tercera –el independiente fuera de pacto José Barraza con el 21,5%-. De ese modo, sale electo diputado la cuarta mayoría individual –el UDI Mario Escobar con el 21%-.

Como ocurre en la mayoría de los indicadores que muestran la distorsión del binominal los que más se benefician son los representantes de la derecha. Vimos que en 65 ocasiones la segunda mayoría se queda fuera del Congreso. De ese total, 19 corresponden a la Derecha (29,2%), 41 a la Concertación (63,1%) y 5 independientes (7,7%).

La distribución de esta distorsión a nivel de partido se manifiesta del siguiente modo. En la Derecha de las 19 veces que “llegaron segundo y quedaron fuera”, 12 son para la UDI (18,5%) y 6 para RN (9,2%). Al interior de la Alianza el beneficio mayor es para RN.

En la Concertación de las 41 veces que “llegaron segundo y quedaron fuera”, 17 son para la DC (26,2%), 10 para el PPD (15,4%), seis para los independientes (9,2%), cinco para los radicales (7,7%) y 3 para el PS (4,6%).

El análisis también lo podemos hacer desde el beneficiado que llega en tercer o cuarto lugar y se convierte en Diputado. De hecho, el 100% de los favorecidos pertenecen a la Concertación o a la Alianza. De ellos, 44 son para la Derecha (68%) y 21 para la actual oposición (32%).

Nuevamente al interior de la alianza el más beneficiado es RN. En 24 ocasiones se quedo con el cupo parlamentario con una tercera mayoría (36,9%). En la UDI, ocurre en 16 oportunidades (24,6%). Los independientes en pacto lo viven en 4 ocasiones (6,2%).

En la Concertación ocurre 21 veces. De ellas, 10 para la DC (15,4%), 5 para el PS (7,7%), 4 para el PPD (6,2%) y dos para los radicales (3,1%). En este indicador es la DC la más beneficiada

Vemos, por tanto, que uno de cada cinco diputados que sale segunda mayoría se queda sin llegar al parlamento por efecto de la mecánica binominal. En el Senado este indicador se profundiza al ocurrir en 19 ocasiones (29%). En este nivel uno de cada tres que sale segunda mayoría se queda sin un lugar en el Congreso.

De las 19 ocasiones en que un segundo se queda fuera, 13 son para la Concertación (68,4%), 4 para las fuerzas no duopolicas (21,1%) y dos para la derecha (10,5%). Al interior de la Alianza los dos casos se distribuyen en uno para RN y otro para un independiente. Vemos, por tanto, nuevamente como en el Senado se expresa con mucha fuerza la distorsión binominal.

La Concertación es el pacto que más sufre esta distorsión. De las 13 ocasiones en que una segunda mayoría se queda sin cupo, cinco son para el PPD (26,3%), cuatro para la DC (21,1%), tres para los radicales y uno para los socialistas. En este nivel es el PPD y la DC a los que más impacta negativamente este indicador.

Si lo analizamos desde el “favorecido con el cupo” vemos que de los 19 casos identificados, 16 son para la Derecha (84,2) y tres para la Concertación con el 15,8%. El beneficio para la Alianza es brutal. Al interior de la Derecha, es RN nuevamente el partido que más beneficios tienen en relación a sus socios. De hecho, en siete ocasiones obtiene cupo senatorial llegando como tercera mayoría. La UDI lo hace en cinco ocasiones (26,3%) y los independientes en pacto en 4 (21,1%).

Hay distintos indicadores que muestran que el binominal genera distorsiones que quiebran la regla básica de una democracia. En el largo plazo, este hecho ha terminado generado una arista de la actual “crisis de la política” que he caracterizado como triple; participación, legitimidad y representación.

Las reformas políticas que como fantasmas recorren las conciencias de la clase política tienen como objetivo ponerle fin a esa situación. El “Chao al Binominal” es la iniciativa rectora y fundamental para avanzar. Cualquier iniciativa -por importante que sea- sólo será accesoria e irrelevante si no vuelve la Voluntad Soberana a su lugar original. Se debe, por tanto, terminar con el subsidio político que se crea sobre la base de un sistema electoral que no escucha la voz de sus ciudadanos.

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