Tras la muerte del joven conscripto de 19 años, Franco Vargas, en Putre, su madre Romy Vargas interpuso finalmente una querella ante el Juzgado de Garantía de Arica, donde entregó relevantes detalles de todo lo ocurrido previo al fallecimiento de su hijo.
La mujer es representada por el abogado Sebastián Andrade, quien expuso “condiciones deplorables” y “maltratos físicos y verbales” a los que se vieron enfrentados Franco y sus compañeros conscriptos. Esto, mediante una querella paralela a la presentada anteriormente por el Instituto Nacional de Derechos Humanos.
Se derrumbó un sueño
Romy narra que su único hijo tenía el sueño de “unirme al Ejército, servir a mi patria y sacar a mi familia adelante”, motivado por las humildes condiciones en las que se crio, gracias al esfuerzo de ella y los abuelos de Franco.
Ante este objetivo, el joven de 19 años emprendió su viaje el 13 de abril desde La Cisterna hasta Arica. Y el día 21 del mismo mes fue trasladado a Pacollo, sin chequeos previos en favor de la altura o las bajas temperaturas de la zona, según acusa su madre.
Sus palabras se sumaron al relato entregado por los otros conscriptos, que también sufrieron consecuencias de salud, sin embargo sobrevivieron y fueron reencontrados con sus familias, contando uno de ellos, que en algún momento tuvo “pensamientos de morir” y su teniente a cargo solo le ofreció ir juntos a la oficina para prestarle un cuchillo para realizarlo.
Asimismo, confirmaron que “les refregaron en la cara bombas lacrimógenas” o les hacían “tirarse al suelo y sacar hierba con la boca”, mientras recibían burlas e insultos.
Además, como si el maltrato verbal y la condiciones insalubres en que se encontraban los espacios comunes que debían utilizar como grupo, no fueran suficiente castigo, expuso la mujer que habrían entregado ropas especiales para las bajas temperaturas de Pacollo, pero les prohibieron usarlas para su abrigo.
Finalmente, la madre del conscripto detalló cómo les inculcarían con palabras “degeneradas y enfermizas”, acciones como violar a mujeres y niñas en nombre de la patria, en caso de guerra.
“Si estuvieran en una guerra, los peruanos vendrían y violarían a sus familias; a sus mamás, hermanas, niñas y mujeres chilenas”. Por eso, “antes que eso pasara, ellos tenían que pasar la frontera y violar a las mujeres peruanas”, dijo.
La muerte de Franco
En el caso particular de Vargas, los testimonios de sus compañeros presentes fueron fundamentales para la reconstrucción de los hechos que terminaron con su vida el pasado 27 de abril.
En pie a las 05:00 horas para dar inicio a la marcha de regreso a Putre, con la prohibición de usar sus artículos de abrigo, solo en polera. “No lo voy a lograr, me siento enfermo, me voy a morir”, le habría dicho Franco al militar a cargo.
El uniformado, a quien el Ejército no ha revelado su identidad, habría reprendido al joven diciendo que “es un cobarde y un maricón y que se ponga a marchar, porque así son los verdaderos soldados”.
Entre quejas, llanto y peticiones de abrigos, Franco solo recibía gritos e insultos, “¡Muérete entonces pelao, un pelao menos, mucho mejor!”. Momento en que Franco se desmaya por primera vez.
Sus compañeros intentaron ayudarlo, pero fueron reprendidos por intentarlo. Volvió a incorporarse, pero con la caída se reventó su reserva de agua, quedó empapado y las condiciones se le hicieron más adversas.
Ante el frío extremo, volvió a pedir abrigo. Pero recibió golpes y más humillaciones. Se volvió a desmayar. Y por segunda vez logró despertar.
Pero la tercera fue la vencida. No volvió a despertar de este último desvanecimiento, ante el shock de sus compañeros que notaron que no se movía y ya no estaba respirando.
En el intertanto, los militares de instrucción siguieron burlándose, hasta que fueron a chequear, lo tomaron y transportaron “en una camioneta al Centro asistencial de salud de Putre, lugar al que llegó sin signos vitales”.
Según plantea Romy, durante las cortas dos semanas que Franco estuvo en el servicio militar “fue víctima de apremios ilegítimos, vivió tratos crueles, inhumanos y degradantes que se transformaron en apremios ilegítimos y que tienen por escena de clausura un resultado de muerte”.