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Jueves 25 de Abril del 2024 06:00

Sobre Walsh y un periodismo “militante”

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Sebastián Castro
Sebastián Castro
Estudiante de Periodismo UCN, Militante del partido de trabajadores revolucionarios PTR

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“Esta es la historia que escribo en caliente y de un tirón, para que no me ganen de mano, pero que después se me va arrugando día a día en un bolsillo porque la paseó por todo Buenos Aires y nadie me la quiere publicar y casi ni enterarse”.

Walsh, Sobre el caso Livraga.

Desempolvando a Rodolfo Walsh, encontramos varias aristas de su activa –y actual- existencia. Padre de una hija que decide terminar con su vida ante un fusilamiento seguro y otra diputada de la Argentina. Cercano a las ideas nacionalistas de su tiempo. Antiperonista acérrimo, apoyo el golpe de estado perpetrado a Juan Perón en 1955  -como buena parte de las clases medias intelectuales de entonces- que significo el declive del imperio peronista que arrastraba todo un proceso cultural, político y económico desde los años 30 hasta mediados de los 40´en argentina, hoy aún vigente con el gobierno K. Luego, su distanciamiento con las idea nacionalistas lo ponen en el centro del escenario, declarándose  anti peronista pero a su vez un importante adversario de los que él había definido como “La mejor creación del nazismo en argentina”. A pesar de esto, Walsh había tenido cercanos encuentros con  la Alianza Libertadora Nacionalista (ALN), principal grupo de choque del Peronismo. Sin embargo, es en un paso definitivo que termina por repudiar a su antigua “pandilla” lo que abre las puertas hacia el mundo del “periodismo militante”

Redactor y fundador en 1959, junto a García Márquez de la agencia “Prensa Latina”, el periodista argentino comienza un periodo de acercamientos a la causa del proletariado en su viaje a cuba. De regreso a la Argentina, y durante el periodo de facto ejercido por Juan Onganía, Walsh levanta un boletín de la CGT durante los años 68´al 70´ pasando a la clandestinidad poco tiempo después de su fundación.

Creador de ANCLA (Agencia clandestina de noticias), Walsh intenta dar los primeros pasos de la lucha contra los monopolios mediáticos y la censura impuesta por el “Proceso de reorganización nacional” de Videla en 1976, implantando un sistema de gacetas de mano en mano en la cuales el encabezado rezaba: “Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote el terror. Haga circular esta información

Su obra periodística como su obra literaria fue, sin duda, un crudo pasaje en su carrera. títulos como “Operación Masacre” –referente e laos fusilamientos de Juan León Suarez- le otorgaron el título de “Narrador Periodístico”, estilo que toma la investigación periodística como punto de partida para la narración de hechos reales por medio de procedimientos ficcionales, incluso 9 años antes que Truman capote y su “In Cold Blood”. Si bien lo define como “el violento oficio de escribir” el contenido de su obra se permea consecuentemente con la verdad, el quehacer periodístico, la denuncia cruda y la narración, elementos básicos para la comprensión y el compromiso del periodismo “militante” walshiano: […] “Walsh incorporó las técnicas de la investigación periodística y los procedimientos del género policial, como el uso del enigma y del suspenso, politizando sus estrategias centrales.”

 “Yo también fui fusilado”, “Carta abierta de un escritor a la junta militar” y “Chile: La carrera contra el reloj electoral” son algunos ejemplos de un periodismo con carácter, comprometido con las ideas, que refuta todo el imaginario colectivo acerca del periodismo militante  como un ejercicio de “No periodismo” al servicio de grandes monopolios políticos y económicos, que dictamina el quehacer del periodista en beneficio de pocos. Walsh era total antítesis de esta definición: El periodismo de Walsh produce para sí, la combinación entre la lucha por un periodismo independiente al servicio de los desposeídos y los faltos de información, con un periodismo de investigación crudo pero paciente, certeramente afilado. La ferviente tarea del periodista radica en dar la pelea precisa, los golpes certeros y necesarios : “Walsh ya no piensa en pedir justicia, sino observar que, además de permitir obtener datos y establecer la mecánica de sucesión de ciertos hechos, la investigación se ocupa de hechos límites que movilizan y ponen en cuestión compromisos, actos, ideas. La masacre de José León Suárez fue la perfecta culminación de un sistema; el caso Rosendo García desnuda la esencia del vandorismo[1]; el asesinato de Satanowsky proyecta luz sobre el funcionamiento de los servicios de informaciones y su conexión con los grandes diarios”

-Chomsky propone que lo opuesto a periodismo es el periodismo militante. Ramonet plantea que “si es periodismo militante, no es información”.-

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Antes de su viaje a cuba, publica “caso Satanowsky” referente al asesinato del abogado Marcos Satanowsky, perseguido y desaparecido argentino, asunto que tomo como suyo en una de las aventuras periodísticas más exhaustivas en la búsqueda de detenidos políticos de la argentina; Aquí se logró unir el asesinato a intereses directos el diario La razón, donde importante parte de la investigación la había concretado el periodista. Llegado a cuba, y además de fundar “Prensa Latina” junto con Marsetti, había tomado importantes decisiones: “Había decidido que no sería nunca más un simple observador privilegiado del mundo, sino que quería formar parte activamente de él: como jefe de Servicios Especiales en el Departamento de Informaciones de Prensa Latina, usó sus conocimientos de criptógrafo aficionado para descubrir, a través de unos cables comerciales, la invasión a Bahía de Cochinos, instrumentada por la CIA”

Luego de definirse marxista, la carrera tortuosa de Walsh y su literatura fue in crescendo, sus publicaciones más leídas pero contradictoriamente más marginadas por los grandes monopolios del país seguían siendo una polémica digna de leer ante los sucesos de las dictaduras desde Perón a Videla. Su obra “Quien mato a Rosendo” culmino parte de su posición como escritor: […]”las cosas cambiaron realmente en 1968, cuando la política lo ocupó todo. Entonces empecé a ser un escritor político. Mis ideas sobre la novela han cambiado”. […]

Con una hija militante de Montoneros, muerta el 29 de septiembre de 1976 y su amigo Paco Urondo, con quien fundo “Noticias”, órgano de informaciones del escuadrón peronista –y asesinado también-,  Walsh comienza una vida de vaivenes en su quehacer periodístico.

Ya no era publicado. El 24 de marzo de 1977, a un año de la dictadura, envía su carta dirigida a la junta militar a los medios de prensa, Nadie lo publicó. El 25 de marzo, entre las 13:30 y las 16:00 horas, el escritor es secuestrado por un grupo del ESMA[2], comandado por el oficial de inteligencia García Velasco. ¿Qué paso en esos instantes? ¿Qué sucedió ese 25 de marzo?,  Sobrevivientes de la ESMA esgrimieron a la hija[3] un recuadro de lo acontecido esta tarde: Un tackle  recibiría de parte del oficial de marina y ex rugbista Alfredo Astiz, el cual en un fallido intento cayó al suelo sin más remedio que volver a levantarse.

En momentos de confusión, un pequeño espacio de tiempo otorga a Walsh desenfundar de su entrepierna un revolver calibre 22, jalar el martillo, y apretar el gatillo. Escondido detrás de un árbol, Walsh mantiene –o cree mantener- a raya a los militares de la ESMA, hirió a uno, dejándolo lisiado, este mismo a fines de año es conmemorado con una medalla en una de las tantas ceremonias secretas de la ESMA, para Walsh, no corrió la misma suerte. El 25 de marzo de 1977 asesinan al hombre fiel “al compromiso de dar testimonios en tiempos difíciles”, su cuerpo secuestrado, nunca más apareció, dejando un hilo de continuidad para los futuros periodistas que se forman hoy en día en cada una de las escuelas de comunicaciones de la argentina, y el mundo.

Acotaciones base para la discusión en Chile

Rodolfo Walsh, así como personajes destacados del periodismo Chileno, como Manuel Salazar, Patricia Verdugo solo por contar algunos, mantienen hoy en día ese hilo de continuidad de un periodismo al servicio de los desposeídos, una voz necesaria para los amordazados y la pluma estricta contra la desinformación.

El diagnóstico del periodismo chileno es preocupante: hoy en día mantener un periodismo no flagelado, independiente, autónomo en su quehacer e imperante en su conciencia, es prácticamente imposible, pero no teóricamente.

 Luego de la vuelta a la democracia pactada de los años 90´donde los banderines del NO obtuvieron su valor agregado, dándole a la dictadura una palmada en la espalda, la cual en emblemático gesto, da paso a la transición “democrática”, el reformado programa de libertad de expresión no logra satisfacer a diversos periodistas de la época.

En el terreno de los medios de comunicación, la historia no fue precisamente como tanto insistió “La alegría ya viene” en cada una de las subjetividades de trabajadores, pobladores, profesionales y de todo un País. Concretamente estamos ante un pasaje severamente desconcertante, la “normalización democrática”[4] aun no llega a puerto, porque no lo tiene. Más bien, tal como lo indica Otano y Sunkel en su ensayo “Libertad de los periodistas en los medios”, existen indicadores peligrosamente regresivos: Desaparición de diarios y revistas que obtuvieron su galardón dentro de los impulsos anti-autoritarios de su época; concentración económica de los medios escritos en el duopolio conformado por El Mercurio y Copesa; debilitamiento de los medios regionales, como expresión de esta descomunal fuerza de la información “objetiva”, la cual, casualmente, tienden a ser ultraliberales en lo económico e integristas en lo moral, o fijamente conservadores de un régimen y su propia concepción. Estos problemas realmente no permiten responder de ninguna manera a la completa gama de visiones, ideas, tendencias y expresiones –necesarias- del conjunto de una población rica en diversidad.

“Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes y mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia parece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas” R.W

Lo esencial es invisible a los ojos, diría el principito. Es curioso que luego de un regreso a la democracia se siga manteniendo el mermado de la diversidad de los medios, tanto en lo ideológico como lo cultural, incluso más que en los últimos años del régimen militar. Es cosa de ver el contenido de las noticias, reportajes y notas de hoy en día. Si bien, los medios que intentan, de alguna u otra forma, retomar los hilos de continuidad de un periodismo “militante” o crítico, llámese estos CIPER por ejemplo, es impensable llegar a realizar un periodismo crudo, que despelleje los hechos, los haga sangrar, disecar y luego exhibir en las hojas de los periódicos del País. Es impensable un reportaje tipo APSI, o unas crudas letras de la revista Cauce,  e incluso una vuelta de “Análisis”. Es una necesidad recuperar nuestro pasado, es una tarea planteada.

Desde los 90´hasta nuestros días, se ha impuesto en el establishment mediático el concepto radicalmente anti-Liberal de lo “Periodísticamente Correcto”, se le han quitado las alas de la creatividad al sumo periodista, inocente en su formación. “Apelando  a los problemas de una situación pretendidamente compleja, se consideran, de hecho, algunos temas como tabú. Se trata, en último término, de sacrificar pedazos significativos de la realidad y del pensamiento con el fin de evitar posibles confrontaciones. El que atente contra esta norma implícita es un imprudente que, por “darse sus gustitos”, pone en jaque la sagrada estabilidad del proceso –democrático-”[5]

La situación en chile del periodismo de investigación requiere de valentía, paciencia y buenos argumentos. Luego del paso a la democracia, si bien en el marco legal se pudo apreciar un cambio, derogando leyes “mordazas”, aún no existe un marco regulador que permita al periodista “revitalizar” su condición.  El cambio de régimen implico en los hechos barrer con ciertas normas que limitaban la libertad de expresión durante el gobierno militar, pero no podemos hablar hoy en día de un marco jurídico acorde a las necesidades de expresión de los periodistas, subsistiendo, aun, un límite a lo “razonable” en un sistema democrático –burgués-.

Por ejemplo, la ley de desacato, se utiliza contra el periodista cuando se afecta el prestigio de autoridades e instituciones públicas, si bien, tenemos lo que el  gobierno de Michelle Bachelet denomino en el año 2008 como la “Ley de transparencia” (Ley 20.285)[6], está a pesar de su efecto “democratizador” de la información, no es suficiente. Aún existe el uso y abuso de prohibiciones de informar en investigaciones judiciales, así mismo, las instituciones militares siguen manteniendo su “secreto de estado”, ante posibles situaciones bélicas con otros gobiernos. Todavía se sigue sosteniendo como delito la “injuria” y la “calumnia”[7] , y así,  podemos seguir sumándole nuevos elementos al gran lote de restricciones jurídicas a la libertad de expresión. ¿Miedo?[8]

Sin embargo, la clave legal no es un factor determinante. La frustración, que se ha ido acumulando[9] durante décadas decanta en algunos efectos principales para comprender el proceso en el cual hoy en día el periodismo –y sus ejecutores- se ve envuelto. La falta de un periodismo más plural y “libre”, se ve acentuada por la falta de una “cultura profesional de los periodistas”[10], donde podemos distinguir múltiples indicadores:

En el periodismo chileno de los últimos años existe una ruptura con su propio pasado. La recuperación de la historia de antiguos medios prestigiosos o personajes destacados en el área parece una tarea lejana, propia de historiadores. Debemos recuperarlos.

Existe una suerte de orfandad[11] dentro de los estudiantes de periodismo, algo que los limita a mantenerse a raya,  dramáticamente, en un comienzo de su oficio cotidianamente desde cero, algo totalmente ligado a la falta –y reconocimiento- de su pasado.

Por qué no decirlo, existe una fuerte desprotección sindical y gremial en que se encuentran los profesionales de la comunicación. Victimas del individualismo[12], les cuesta mucho acudir a instancias asociativas, si bien, existen indicadores progresivos como las declaraciones del colegio de periodistas ante abusos policiales contra trabajadores de medios (específicamente un camarógrafo de TVN), la activación desde hace un poco más de un año del colegio de periodistas de Antofagasta y la columna de trabajadores de los medios para el primero de mayo, aún es insuficiente.

Podemos decir que es responsabilidad –parcial- de las escuelas de periodismo la falta de asertividad profesional con que egresan sus estudiantes[13]. Por encima de sus habilidades instrumentales “no se percibe en muchos de sus titulados conciencia de su dignidad social como periodistas” permitiendo así, un uso y abuso de sus empleadores como meros medios de grandes monopolios mediáticos –específicamente en los escritos-.

La herencia de la dictadura también dio que hablar, así como también los falsos consensos de la transición. Se ha producido prácticamente una imagen caricaturesca del reportero, que en su polivalencia, termina en última instancia como un mero instrumento de su medio, mermando así, la capacidad de iniciativa y malogrando la autoestima del periodista.

Ante todo, se añade el indicador de una saturación del mercado, como consecuencia de la explosión de escuelas de periodismo en los 80´. Esto se traduce en malos sueldos, dificultad para encontrar trabajo y una subyugación a la línea editorial y por ende a sus empleadores, en una suerte de complacencia por el temor a la pérdida de su puesto laboral. La peor de las condiciones para la imaginación y la autonomía.[14]

La necesidad planteada

Si bien hoy en día mantenemos hilos de continuidad del régimen militar, en lo constitucional como en los “factores sociales”, no todo está perdido. La impaciencia por la información está desbordando –o intenta- los límites de periodistas frente a los medios. El crecimiento de  medios independientes a lo largo del país es un indicador positivo frente a los monopolios mediáticos. A su vez, contradictoriamente los medios mantienen una línea férrea  de información a la población, manteniendo el control de la situación.

Distintas necesidades del vejado periodismo se actualizan a medidas que pasan las horas en Chile y el mundo: El mundial de futbol y la AIPS (Asociación Internacional de Prensa Deportiva) ya ha sacado un “manual práctico” para los periodistas y forofos que participen en el mega evento, así como también se siguen “limpiando” las calles de favelas en Rio. Chile ad portas de grandes reformas mantiene una expectación frente al porvenir nacional, por parte de todos los sectores, en donde los medios juegan un lugar central en la información –verídica- del proceso, ucrania y la crisis geopolítica, la caída del precio del cobre, la baja de la demanda en china y sus preocupantes consecuencias en la economía nacional, son solo algunos de los hechos. Y así, podemos seguir sumándole vicisitudes en donde el periodismo debe tomar postura, desde sus ejecutores.

La lucha por los hilos de continuidad de un periodismo militante, no es hacer periodismo para unos, si no,  para los desinformados, para los trabajadores y trabajadoras, para los desposeídos y maltratados, pero sobre todo por el derecho unánime a la verdad y la información.

Rodolfo Walsh es un ejemplo de escritor con causa, rebelde por necesidad y a la altura de su época. Hoy, tomar las riendas de nuestras vidas es tomar las riendas de los bastiones que las clases dominantes han blandido como suyas, de los salones de redacción, y quizás de la fuerza que el periodismo independiente, plural y de vanguardia otorgue a las futuras generaciones.


[1] http://www.elhistoriador.com.ar/articulos/revolucion_argentina/vandorismo.php

[2] ESMA: Escuela de mecánica de la armada.

[3] Patricia Walsh, diputada argentina.

[4] Ver “La libertad de los periodistas en los medios” Sunkel, Guillermo. Otano, Rafael. 1999. En “La libertad de prensa, la propiedad de los medios y el estatus de los periodistas”, compilado realizado por el instituto de la comunicación e imagen de la Universidad de Chile, 2005.

[5] Ídem.

[6] Ver http://www.leychile.cl/Navegar?idNorma=276363

[7] “La libertad de los periodistas en los medios” Sunkel, Guillermo. Otano, Rafael. 1999

[8] Ídem.

[9] Ídem.

[10] Ídem.

[11] Ídem.

[12] Ídem.

[13] Ídem.

[14] Ídem.

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