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Viernes 26 de Abril del 2024 16:38

A un año del proyecto #3causales: ¿Quién decide?

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Tania Cortés Cuevas, parte del Equipo de Comunicaciones y Militante de Izquierda Autónoma Antofagasta.
Tania Cortés Cuevas, parte del Equipo de Comunicaciones y Militante de Izquierda Autónoma Antofagasta.

Hoy en Chile el aborto es penado por ley, siempre y cuando este sea detectado en el servicio público y la mujer esté en riesgo, mas no se considera ni se investiga acerca de lo que sucede en el sector privado y en la clandestinidad.

Existen estimaciones que hablan desde los 13 mil hasta sobre los 100 mil abortos al año, contando los que llegan a los centros de salud y los que se estiman se realizan y las mujeres no necesitan atención médica posterior, del porcentaje que llega a los centros asistenciales se estima que el 16,1% son provocados y podríamos seguir sumando datos, se ha realizado una ardua discusión acerca de cuál es la estimación real, tanto como para validar o desvalidar una u otra postura, entonces hacemos una pregunta más de fondo ¿Cuántas miles de mujeres bastan para hablar en términos claros y conscientes del aborto? Cómo algo más que una creencia, sino como una realidad tanto en Chile como en el mundo.

Los espacios más conservadores mayoritariamente expresados a través de la iglesia hoy presentan y aclaman a viva voz acerca de los derechos del feto, pero hay una realidad alterna que se omite, que está consciente y viviendo este proceso: la mujer. La moral impuesta a través de estos espacios aluden al derecho a nacer, más no a la vida del Ser, ni al desarrollo, ni al apoyo a la familia, ni a nada, sólo como un deber, sin opinión y totalmente oprimiendo la voz de la madre.

Cómo un producto más, sin valor, como el eslabón último de la cadena, como la clase subalterna de los subalternos. Y es que en derechos reproductivos hablamos algo un poco más profundo, hablamos de la interacción de la mujer en el sistema y su ubicación, lejos de toda autonomía y en silencio de toda opinión. La tarea y nuestro piso irrenunciable debe ser el derecho a decidir sobre nuestro cuerpo, en cualquier condición.

Peligro para la vida de la mujer, inviabilidad del feto para sobrevivir fuera del útero y embarazo por violación, son tres causales que no deberían tener mayor discusión, debido a que son causas que de no ser aprobadas no solo siguen vulnerando el derecho propio de la mujer sobre su cuerpo, sino que además se afecta psicológicamente a la mujer a tener a un feto que morirá al nacer, a poner en riesgo su vida y a dar luz a un hijo producto de violencia, criminalizando cualquier tipo de interrupción detectada. Y sólo las detectadas, ya que las ocultas como “apendicitis” o alguna “liposucción” no entran en estas cifras, imponiendo una vez más el poder económico como permiso al “delito” sin castigo. Estamos hablando de una mujer que en clandestinidad aborta no se le da soporte, sino que se le colocan esposas a la camilla, se le denigra y acusa por no tener el acceso económico que costee la operación.

Está comprobado que prohibir el aborto no elimina una realidad latente y por la que hoy luchamos y hacemos frente. Chile hasta 1989 permitía el aborto terapéutico (art. 119 Del código sanitario derogado en dictadura) y recién en 2015, 26 años después se plantea de forma clara un proyecto de ley que permita realizar esta acción bajo las 3 causales ya mencionadas. Actualmente este proyecto se encuentra en tramitación, y hasta este 21 de enero recién pasado se presentó el último requerimiento de urgencia simple, proyecto que desde el 29 de septiembre de 2015 no presenta un informe de la comisión.

Es imperante que hoy se vuelva a tomar este proyecto que presentará una antesala para lograr el empoderamiento que merecemos como mujeres sobre nuestro cuerpo.

Hoy nos pronunciamos ante este proyecto y decimos que no es suficiente, que si bien es un piso importante es necesario aprobar el aborto en cualquier circunstancia.

El reconocimiento del desarrollo de la mujer en plenitud es aún escaso en nuestra sociedad, porque hoy hablamos de aborto, uno de los tantos flancos en los que se nos vulnera, impone y criminaliza por decidir.

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