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Jueves 25 de Abril del 2024 19:53

Chantal Signorio, directora Puerto de Ideas “Divulgación científica, una necesidad”

"Una relación más fluida entre ciencia y sociedad no es solo cuestión de presupuesto. La divulgación busca derribar prejuicios, estrechar lejanías mal entendidas, oxigenar un lenguaje que no tiene por qué ser privativo de especialistas. La ciencia puede y debe formar parte de nuestras conversaciones públicas y privadas".

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La Redacción
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933cc78b9c0429256a98d86a84f9a6ccHa ocurrido algo excepcional con la actividad científica en Chile: se ha convertido en foco de noticia. Además de variados descubrimientos, han ocupado titulares la preocupación de los investigadores por la precariedad en que desarrollan su trabajo y la discusión de si es más importante priorizar la ciencia básica o la aplicada, siendo ambas igualmente necesarias.

Lo anterior llevó a que la Presidenta anunciara el envío de un proyecto para la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología, aspiración de larga data y que se espera contribuya a mejorar el exiguo aporte de fondos estatales a la actividad (0,38% del PIB). Pero estamos dejando fuera un tercer eje: la divulgación. Escribir para todos sobre ciencia, ser accesibles, requiere de un gran esfuerzo, que lamentablemente es considerado todavía por muchos científicos como una distracción a sus investigaciones, y hasta en algunos casos una pérdida de tiempo y de prestigio. Al contrario, al salir del aislamiento del laboratorio para comunicar retos y triunfos, los científicos se asemejan a todos quienes basan su labor en la observación apasionada, curiosa y comprometida del mundo. Y considerando que el financiamiento de la mayoría de las investigaciones proviene de fondos públicos, es justo y necesario que la ciudadanía esté informada de estos procesos y de sus hitos, para que los entienda y apoye.

Los avances de la ciencia son parte del caudal de información que hoy circula con profusión gracias a internet. Emergen iniciativas antes impensables, como el teatro o los monólogos de humor científico. Se ha informado incluso de investigadores que divulgan su labor en bares, buscando públicos más amplios. Y ciclos de conferencias y congresos abordan los temas más desafiantes para un público no especializado. Pero también aparece la precariedad en que viven instituciones que fueron pensadas para apoyar en esta tarea. Buen ejemplo es el Museo Nacional de Historia Natural, que aún no puede reconstruir lo destrozado por el terremoto.

Una relación más fluida entre ciencia y sociedad no es solo cuestión de presupuesto. La divulgación busca derribar prejuicios, estrechar lejanías mal entendidas, oxigenar un lenguaje que no tiene por qué ser privativo de especialistas. La ciencia puede y debe formar parte de nuestras conversaciones públicas y privadas. Y es también un asunto de desarrollo y de dinámica económica que, como tal, es pilar del crecimiento y por ende de una mejor calidad de vida.

Los propios científicos deben asumirse como voceros de una actividad fundamental para el país. Sus columnas, sus entrevistas, sus libros y su presencia en encuentros en vivo son parte de una lógica de “ilustración científica” que aportaría muchísimo al debate. La participación del sector privado y la confianza en su valor desde el Estado pueden ser la red sobre la cual se despliegue esta nueva voz de la ciencia para una amplia audiencia. Una voz que interpela, atractiva y reveladora de las potencialidades de nuestro entorno y de nuestra propia razón.

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