A lo largo de mi vida política he luchado por una centro-derecha de claro compromiso social, democrática, republicana y ciudadana. Hubo momentos en que el sector miro con desdén ese perfil político, generándose tensiones con sus partidos ejes, especialmente cuando los mecena$ de la derecha económica tomaran la batuta. Eso explica la emergencia de nuevos referentes en el sector en los últimos años. La fuerza de los hechos sociales, políticos y electorales, han terminado por imponer equilibrio, la emergencia de nuevos liderazgos (Felipe Kast, Manuel José Ossandon, entre otros) han generado un viraje desde una derecha de enfoque elitista y economicista -que favoreció a unos poco$- hacia una derecha de enfoque político y social, para beneficio de muchos.

Se agradece la emergencia de liderazgos independientes respecto de los controladores económicos de la política, que ha roto la hegemonía de la mal llamada derecha económica. Digo mal llamada ya que se trata de un grupo de poder que ha influido con su dinero en forma transversal en todo el espectro político, actuando como meros traficantes de influencias y poder.

Para consolidar esta línea el gobierno que asume tiene como desafío el implementar políticas públicas para una distribución equitativa de los sacrificios y, también, de los beneficios de progreso. Cautelar una base de bienes públicos, de esos que garantiza el Estado, más allá de quien los provea, aliviando la presión y las sentidas demandas de las grandes mayorías sociales, el centro político, la clase media y los amplios sectores independientes. Tiene que ver con bienes básicos y esenciales para cualquier chileno, que el Estado debe garantizar en su provisión con calidad, oportunidad y justicia social, me refiero a bienes como la salud, la educación, la seguridad ciudadana, los espacios como áreas de recreación o el borde costero y servicios públicos como el retiro del residuos, el estado de calles y aceras, el medio ambiente libre de contaminación, etc.

Si esto se logra se habrá franqueado el camino para el progreso y la centro-derecha habrá cambiado la historia, orientándose hacia un futuro promisorio. Por el contrario, si no se responde a las expectativas de ese electorado que definió la última elección, la tendencia se revertirá y vendrá el vuelco. Una proporción importante del electorado mostró ya su opción, favoreciendo una emergente izquierda más joven, radicalizada y con menos prudencia política. Pero, que mostró su capacidad y potencial al poner en Jaque al conglomerado que encabezó la ex Presidenta Bachelet.

Es clara la crisis de la política, es evidente que habrá cambios y nuevos equilibrios en las coaliciones. En la Nueva Mayoría el PC evalúa mudarse al emergente bloque de izquierda; el PPD intentando retomar su gobernabilidad perdida; el PS buscando su identidad y unidad; la DC extraviada y tironeada por sus dos almas. Por su parte la centroderecha tiene el desafío de institucionalizar una amplia participación, abriendo espacio a sectores que se definen como Independientes, de Centro, y aquellos que apoyan al sector que les muestre compromiso social. Hasta ahora se ve a los partidos disputándose con ferocidad las cuotas de poder, sin consideración a este amplio espectro que no responde ni se articula con los partidos. Tamaño desafío espera al Presidente Piñera, tomando el lenguaje en vigencia, seremos testigos de la tensión entre dos fuerzas que intentaran articular sus “frentes amplios” en la centro-izquierda y la centro-derecha.

La imagen de la nueva administración cristalizará a poco andar, por lo que se debe cuidar la conformación del equipo de gobierno, evitando errores anteriores: personas sin la competencia o experiencia para sus cargos, la endogamia social y cultural y el nepotismo en el ámbito público. Esperamos además un categórico compromiso con la transparencia, la probidad, los valores republicanos y muy especialmente con la valoración del mérito más allá del compadrazgo que se institucionaliza en Chile. Cabe esperar que al configurar su gobierno el Presidente Piñera refleje esa diversidad y enfoque social en el equipo que le acompañará. En el nombramiento de su gabinete Piñera armó una estructura vertebral sólida, un círculo bastante hermético, dirigido por Andrés Chadwick. Pero, también se compró algunos conflictos absolutamente previsibles y evitables.

El electorado actual es volátil, con una fidelidad líquida, condicionada por la reciprocidad. Por ello se debe cuidar el capital político que la centro-derecha cosecho en su reciente triunfo electoral. Deseamos éxito al nuevo gobierno en estos desafíos, es imperativo sentar las bases para dar continuidad al proyecto de centro-derecha más allá del horizonte de este gobierno. Ese será el mejor indicador de su éxito o fracaso.