Señor Director:

Pamela Jiles representa hoy, lo que representaba Jorge González hace 15 años. Una bolchevique, el demonio en persona para los conservadores. Pasada de revoluciones, inoportuna y personalista, para los progres “nunca quedas mal con nadie” que en esa época se llamaban Concertación y ahora se llaman Frente Amplio.

Si, porque hoy corean “el baile de los que sobran”, pero olvidan que las mismas frases que ahora son obvias, hace 15 años eran “polémicas” y muy pocos representantes políticos, si es que no ninguno, tuvo pelotas para decir que estaba de acuerdo con ellas.

Hoy en día, con más de 200 ojos mutilados, personas muertas y un Gobierno denunciado internacionalmente por violaciones a los Derechos Humanos, para los cocineros de la política nacional, la gran villana de la jornada donde fracasó la acusación a Piñera, fue la mujer que llegó al Congreso con una máscara y orejitas.

Es que ser una figura pública con opinión propia, romper los esquemas, negarse a rendir pleitesía a vacas sagradas y escupir en la cara a los partidos políticos, se paga caro en Chile. Para los políticos tradicionales, que una persona piense, opine o actúe por si misma, fuera de los márgenes de sus bacanales negociaciones y de su control, es sinónimo de arrogancia y narcisismo.

Se olvidan los políticos que ahora rasgan vestiduras, que la gente ya tiene muy claro quienes son: Los Pipiolos y Pelucones de siempre, todos amigos, gente de bien que realiza orgías del tráfico de influencias, toman juntos café con los lobistas del poder en los pasillos el Congreso y no mezclan a sus hijos con la chusma. Podrían enviar a la Pamela Jiles a comisión de ética o destituirla incluso, eso no los va a volver a conectar con una sociedad que los repudia.

Si, la máscara de Pamela Jiles fue solo un rayo de luz que se coló en la cloaca oscura y nauseabunda de la política. Es una voz ácida y controversial que resonará en el futuro. Si la clase política lo encuentra malo, significa que para la gente es bueno. Podrán los políticos tapar este rayo de luz con todos los dedos que quieran, pero entiendan que afuera del edificio en Valparaíso ya amaneció, Chile Despertó y el sol seguirá brillando rabioso, en los barrios y en las calles.

Víctor Parra González

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