Hace poco se revelaron resultados de exámenes de sangre en la ciudad de Antofagasta, que buscaban establecer una línea base de la prevalencia de contaminación por metales pesados. De dicho estudio según los investigadores, un 8% de la población, casi 30.000 personas de la ciudad estarían contaminados por arsénico.

El arsénico es un veneno y es una de las 10 sustancias químicas que la OMS considera más preocupantes para la salud pública.  El arsénico es un metaloide que según la OMS en su forma inorgánica es muy tóxico, por ello el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC) ha clasificado el arsénico y los compuestos de arsénico como cancerígenos para los seres humanos. De alguna forma esto vendría siendo uno de los factores que inciden en los altos niveles de incidencia en cáncer que presenta nuestra región en especial en cáncer a la vejiga y al pulmón.

Hace años varias agrupaciones de ciudadanos en conjunto con asociaciones gremiales, hemos venido denunciando el grave problema de contaminación que vive Antofagasta. En nuestras calles se han encontrado más de 16 tipos de metales pesados asociados a los concentrados de cobre que continuamente se exportan por nuestro puerto.  A partir de estos reclamos y manifestaciones se adoptaron algunas medidas paliativas: reubicación de un jardín infantil (el mismo en que se detectaron niños con presencia de plomo y arsénico en la sangre), exigencia de transporte sellado de los concentrados, cierre de galpones contaminantes en el puerto, generación de estaciones de monitoreo para la actividad portuaria, incorporaciones de nuevas tecnologías de embarque mediante contenedores sellados y de volteo; y lo último, fue la obligación de limpieza de calles que impuso la superintendencia de medio ambiente a la empresa ATI por su acción contaminante. Todas estas acciones, comprobadas con estudios e investigaciones, a través de procesos sancionatorios en tribunales ambientales, han surtido efecto. El mismo estudio que demostraba una presencia de personas contaminadas, evidenciaba que en aquellas zonas en que se realizaron todas estas medidas los niveles de afectación por metales pesados eran más bajos.

Triunfo de la ciudadanía. Triunfo de una ciudad que logró el reconocimiento de un problema y que exigió medidas para su solución.

Lo razonable sería por tanto terminar con exportaciones de metales pesados a granel por el puerto. Sin embargo, los intereses económicos de unos pocos parecen ser más fuertes que el sentido común o que el respeto que se merece la vida de los ciudadanos. No son menores aquellos grupitos de interés que quieren que no se hable más de contaminación para poder asegurar el comercio de la región. En su codicia culpan a los grupos de ciudadanos de alarmistas por hablar de cáncer y de contaminación. Como si fuesen las personas los que han contaminado por años esta ciudad. Yo quisiera saber ¿qué significa ser alarmista? ¿cuántas vidas humanas se deben sacrificar para no ser alarmistas? ¿cuánto vale una vida humana? En mi opinión basta con solo una vida y ya es necesario actuar.

Los datos de los estudios son certeros: la lucha ambiental no ha sido errada. Y si reconocemos el problema y seguimos exigiendo una acción empresarial realmente responsable es posible asegurar a la población una mejor calidad de vida. Pretender seguir escondiendo nuestros problemas solo los acrecienta. Por ello a estos grupos que solo buscan su interés económico hay que decirles con fuerza: Menos codicia y más responsabilidad.

La lucha ambiental, que han sostenido miles de ciudadanos de Antofagasta, ha sido siempre la lucha por la vida. La vida humana de niños y jóvenes de esta ciudad está por sobre los mezquinos intereses de unos pocos por mantener su negocio funcionando. El valor de la vida es un intransable que no podemos ignorar. ¿De qué sirve asegurar empleos o negocios si no cuidamos la vida?

Hoy los estudios nos avalan. Una ciudadanía empoderada puede hacer que el estado reaccione y por una vez trabaje en favor de las personas. Por lo mismo hay que continuar para exigir una política de salud que nos permita detectar el cáncer en forma precoz, necesitamos más especialistas en oncología para tratamientos iniciales que permitan terminar con esta enfermedad a tiempo, necesitamos un acuerdo por mayor responsabilidad social de las empresas para que aseguren respeto por la vida de quienes convivimos con ellos. Solo estas medidas aseguran ser parte de la solución a nuestro grave problema, lo demás es hacerse parte del problema.