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Viernes 26 de Abril del 2024 01:27

Regreso al futuro

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Cristian Zamorano
Cristian Zamorano
Doctor en Ciencias Políticas y Gobierno, Université Sorbonne Nouvelle.
Cristian Zamorano Guzmán. Doctor en Ciencias Políticas.
Cristian Zamorano Guzmán. Doctor en Ciencias Políticas.

Si nos damos el tiempo de comparar los resultados de la primera vuelta de 2009 con la de 2017, podremos ver que las similitudes de las cifras son grotescas. Hace 8 años, Sebastián Piñera, único candidato de la derecha esa vez, obtenía el 44,06% de los votos, casi lo mismo que la suma de los suyos en esta oportunidad con los de J.A. Kast. Eduardo Frei, candidato de la Concertación en 2009, obtuvo cuanto a él un honorable 29,6%, casi lo mismo que la suma de las votaciones de los dos candidatos de la Nueva Mayoría, Guillier más Goic. El Frente Amplio, hace menos de dos semanas, obtuvo la importante cifra de 20,3% de los votos. En 2009, Marco Enriquez-Ominami obtuvo el 20,14%. Y si sumamos la votación de Meo versión 2017 a las de los candidatos Artés y Navarro, obtenemos la misma cifra de Jorge Arrate hace ocho años.

Es casi como una calcomanía. A partir de ahí, podemos razonablemente pensar que el comportamiento del electorado al igual que la propuesta política no han cambiado tanto y que siempre nos movemos dentro de los mismos márgenes. Entonces… ¿nada seria novedoso? ¿El tiempo pasaría en vano? En 2009, el voto era obligatorio y por ende hoy el universo electoral, desafortunadamente, es menor. Es decir, la cantidad de votos que deben pelearse hoy los dos candidatos restantes son muchos menos, la participación ciudadanía no superando el 50%.

Eso explica en gran parte las campañas del terror a las cuales asistimos, la violencia de los debates y lo exhibido en redes sociales. Esto último no puede no interpelarnos y tiene que ver, pienso yo, con algo más “societal” que sociológico. Es decir, es el modelo de sociedad en el cual vivimos que produce ese tipo de fenómeno.

Lo mismo sucede con el hecho de constatar que poco importa la edad de la persona que analice, la mayoría de los sujetos tiende a considerar los eventos a través del prisma de la inmediatez, de lo instantáneo, del día a día y no enmarcar lo sucedido el ultimo 19 de noviembre en un enfoque mucho más amplio, inscribiéndolo en un relato de mediana-larga duración.

El Frente Amplio no es el PRO de 2009. Tiene más orgánica, 20 diputados, un senador y varios cores. Eso es el fruto de una estrategia que se dio a conocer durante el movimiento estudiantil, continuidad del movimiento pingüino, y que llega hoy en día a jugar un serio papel en las ligas mayores. A tanto quererse convencer que la lucha de clases era un concepto obsoleto, muchos son incapaces de ver la transcendencia de un movimiento social. Pocos visualizaron, aparte apuntar del dedo los sueldos que perciben, como la vanguardia de ese mismo movimiento se fue transformando, consolidando, creciendo.

¿Eso asegura un mejor porvenir? No obligatoriamente. La política siempre se ha podido resumir en la correlación de fuerzas entre los que están afuera y quieren entrar; y los que están adentro y no quieren salir. Esto ha sido, es y será siempre así. Es uno de los motores de la Historia. La buena noticia es que Chile nunca estuvo excluido de esta, bastaba solo recordarlo.

Dr. Cristian Zamorano Guzmán

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