Entre la muerte y ollas comunes: Así se resiste a la pandemia en el Campamento Quetena de Calama

Vecinos nos abrieron las puertas para contarnos en exclusiva la lucha que llevan a diario para resistir con solidaridad a la pandemia que ya se ha llevado a queridos miembros de la comunidad y tiene al 90% de las familias sin empleo, frente a la indiferencia de las autoridades y la invisibilización a nivel central.

Cae la tarde en Calama, y con ella llegan los colores anaranjados y el frío, mientras nos adentramos hacia el Oeste llegando al Campamento Quetena. En el lugar, somos recibidos en primera instancia por unos nueve perritos meneando sus colas y saltando, tras ellos, don Claudio.

Claudio Ramírez es el encargado del lugar, quien le dio sus inicios hace diez años en un espacio donde no había nada. Hoy, es una comunidad ecológica que alberga a 76 familias, unidades de reciclaje, mil árboles plantados, muchos animales, solidaridad, unión y por qué no, esperanza.

Nos recibe con la mejor disposición pese a venir llegando del funeral de Dagoberto Chacón, un reconocido personaje calameño, dueño de la carnicería “Dago” y conocido como tal, tras varios días hospitalizado, perdió la batalla frente al Covid-19. Don Claudio nos cuenta que el fallecido era una persona sumamente solidaria y querida y uno de los que más aportaba al campamento en esta crisis. Recientemente, había donado una cantidad 120 kilos de carne a través de su hijo para la segunda olla común que se realizaba en la sede de la comunidad. Para la tercera, don Dago queriendo que participen también personas de los alrededores, donó 360 kilos de carne, diez cajas de tomate y diez sacos de cebolla, lo que permitió que 675 vecinos disfrutaran de un rico almuerzo. Su recuerdo está presente en muchas familias y habitantes de Calama, tanto así que una gran cantidad de autos con sus bocinas recorrieron las calles de la comuna en su último adiós.

Don Claudio, afectado y sobreviviendo al coronavirus y al miedo de la gravedad que tuvo a su mujer casi un mes hospitalizada con riesgo vital, hoy de alta. Nos cuenta que no se siguieron los protocolos, que pidió apoyo a la gobernación, pero nadie se hizo presente.

Afueras de la sede de la Comunidad Quetena, imagen propia.

La pandemia ha golpeado con fuerza la ciudad de sol y cobre, los casos, que van en más de cinco mil no parecen tener tregua y con ello en el campamento el 90% de las familias han perdido su empleo. En un proyecto autosustentable que se preocupa del medio ambiente, de su gente y sus animales, hoy se ve preparando ollas comunes y con falta de servicios básicos como el agua, insumo esencial que eran capaces de obtener regularmente antes de comenzar todo esto.

“Iniciada esta pandemia, hicimos un convenio con el señor alcalde que nos iba a apoyar semanalmente, eso se convirtió en casi dos semanas, once, doce días (…) serían 3 litros de agua por persona, como tenemos 76 sitios vamos repartiendo (…) para que le vuelva a tocar a esas personas puede pasar un mes, inclusive dos meses

El encargado, nos lleva a la sede donde surge la magia. Un espacio limpio, con una plaza de pallets, y carteles que reflejan la verdad de muchos,  donde el trabajo de tantos años, ahora, en época de pandemia, le ha enseñado algo muy importante:

“Somos gente humilde, trabajadora, pero somos ricos de corazón y a pesar de todas las dificultades que nosotros tenemos, somos felices”

El panorama es difícil, las noches se vuelven cada día más heladas en el desierto y los containers del campamento. Ya han perdido a uno de los suyos, quien dicen que murió de neumonía, pese a tener todos los síntomas del temido Covid-19, murió, sin ayuda, sin ser prioridad.

Preocupado nos cuenta que en el sector hay varios casos sospechosos y una de las familias confirmadas, atraviesa el coronavirus con cuatro integrantes afectados. Como comunidad, se ocupan que estos no salgan y les llevan alimento y lo posible para que se encuentren en las mejores condiciones, ya que no quieren ser un punto de contagio en la ciudad.

“Hemos tomado todas las medidas del caso,  a estas personas se les trata de colaborar de una forma u otra, pancito a diario, alimento, sucesivamente para que no expongan a las demás personas y tengan resguardo (…) en estos momentos lamentablemente ningún Seremi de Salud se ha hecho presente en nuestra comunidad por los hospitales saturados”

El campamento Quetena dando ejemplo de lo que muchos no entienden, del cuidado, de la empatía y del respeto. Viviendo con las ganancias del día a día y el desempleo, con cuarentenas y permisos, no bajan los brazos y mantienen la esperanza.

Olla Común en sede de Comunidad Quetena, imagen Claudio Ramírez.

“A Dios gracias se está consiguiendo un poco la ayuda, hasta el momento, promesas, esperando que se cumplan (…) esta es la primera vez que nos traen agua dos veces a la semana (…) el martes deberían llegar las cajas de Calama ayuda a Calama”

La mayor ayuda ha llegado de parte de instituciones como Tecnasic, iglesias, personas individuales que se han unido, como de los yacimientos y cómo no, Don Dago. Hace sólo un par de días llegó ayuda del gobierno, donde nos menciona han sido casi invisibles y de alguna forma discriminados, agregando que la Seremi de Bienes Nacionales, Tamara Aguilera, le manifestó que las cajas eran sólo para los barrios de Calama, mas no para campamentos.

Es por esto,  que tras mucho esfuerzo y reclamos por redes sociales, lograron que llegaran las aclamadas cajas al lugar. Pese a que se agradece todo lo recaudado no es suficiente. No para una vida digna y segura.

Cartel en sede Comunidad Quetena, imagen propia.

Falta agua, más ahora en que el poder lavarse las manos frecuentemente es casi un lujo. Falta comida para continuar con las ollas comunes; como arroz, aceite, verduras, y legumbres. Falta conseguir harina y así poder hacer churrascas para las familias como han intentado hacer hasta el momento, pero falta sobretodo que sean escuchados.

Aquí, se pone en evidencia la dura realidad que está enfrentando la comunidad Quetena, realidad no ajena a otros campamentos y tomas. Visibilizando la urgencia de proveer insumos básicos por parte de las autoridades y del gobierno y así brindar las herramientas y recursos necesarios. No nos mantengamos indiferentes a estos espacios, si bien, la empatía es un termino que se ha reiterado en estos tiempos de crisis, es necesario dar a conocer lo desconocido para muchos, y no solo esperar la ayuda de la ciudadanía, que ha sido gratamente recibida por los habitantes, sino también, exigir a quienes se tienen que hacer cargo de estos asuntos.

 Nos despedimos del representante de la comunidad, con el cielo en tonos anaranjados y rosados, manteniendo la distancia y con dos botellas de jugo que nos regaló mientras nos hacía un recorrido por la sede. Don Claudio, quien tuvo que empeñar sus argollas de matrimonio para conseguir alimentos, nos demuestra que todo aquel que quiera, puede ser solidario.