La Lombriz es un emprendimiento familiar que busca aportar a la reducción de la basura generada por los hogares, a través de la gestión de residuos orgánicos domiciliarios y la transformación de éstos en abono. Además de entregar educación ambiental por medio de cursos y talleres online, y la venta de abonos orgánicos y otros productos asociados al compostaje y vermicompostaje.

De una Problemática Regional a un Proyecto Familiar

Rodrigo Torres cuenta que, en el 2014, debido a las diferentes movilizaciones ambientales por metales pesados que se originaron en Antofagasta, sus hijos fueron sometidos a exámenes que demostraron la presencia de altos niveles de plomo en la sangre. Siendo una parte activa de quienes exigían una solución, sin embargo, indican no haber sido escuchados por las autoridades de turno.

“Como familia fuimos parte activa de todos los reclamos e intentos por buscar una solución, sin que las autoridades de turno hicieran realmente algo. Nos dimos cuenta que no estaba en nuestras manos solucionar el problema de contaminación por metales pesados de la ciudad, pero sí podíamos aportar con otro de los severos problemas ambientales de la comuna, como el basural de La Chimba, disminuyendo nuestros residuos”, explicó Rodrigo Torres.

La Lombriz

A raíz de esta nueva problemática, “comenzamos a reciclar y trajimos lombrices desde la zona central. Y en el proceso, creamos un proceso adaptado a nuestra ciudad y sus particulares condiciones de clima, humedad y temperatura. Así surgió La Lombriz, cuando decidimos pasar de una iniciativa personal a un emprendimiento como tal, con Plan de Negocio, Matriz de Ingreso y todo lo que eso significa”, indicó Rodrigo.

Con esta iniciativa se plantearon como familia, ser un aporte para enfrentar la problemática de la ciudad relacionada con la gran cantidad de basura que se genera, en todas sus dimensiones.

“Para nosotros la basura no existe, es material y energía que se está perdiendo y que podría volver a utilizarse. En nuestros 3 años de vida y desde nuestra casa, dedicando 3 metros cuadrados de espacio, fuimos capaces de gestionar y evitar que una tonelada y media de residuos orgánicos fueran a dar al Basural de La Chimba. Ese es un aporte medible y cuantificable de nuestra empresa. Pero también educamos para que más personas hicieran su parte y comenzaran a gestionar sus residuos. Hemos vendido más de 100 núcleos de lombrices, lo que significa que ahora 100 hogares en Antofagasta ya no eliminan sus orgánicos al vertedero, sino que lo transforman en abono y con eso, en vida”, explicó con gran orgullo Rodrigo.

Las Metas de un Futuro Próximo

Al ser consultados sobre las próximas metas y objetivos de La Lombriz, nos comentaron que “en el mediano plazo, buscamos instaurar una Franquicia Social que nos permita aplicar nuestro proceso productivo en la mayor cantidad de hogares posibles, en Antofagasta y en otras ciudades con condiciones climáticas similares. De esta forma, contribuiremos a disminuir los residuos orgánicos que llegan al vertedero, disminuyendo así toda una cadena de daño ambiental, pero también generando un ingreso alternativo para las familias que asuman el desafío”.

Mientras que, “a largo plazo, buscamos crear una escuela ambiental sustentable basada en el turismo de experiencia, la que llamamos El Paraíso de La Lombriz, un lugar donde diferentes prototipos de gestión de residuos puedan ser visitados y las personas aprendan dichas técnicas para aplicarlas en sus lugares de origen”. Siendo propuestas muy alentadoras para el medioambiente y las personas que habitamos en él.

El Panorama de la Región

Con respecto al panorama general de Antofagasta, quienes serían las personas más interesadas en generar cambios, Rodrigo Torre, comentó que la ciudad sería muy dual al respecto.

“Por un lado, hay un altísimo consumismo (lo que general el altísimo nivel de residuos que diariamente recogen los camiones en las calles), pero también hay un grupo importante de personas que entienden la necesidad de hacernos cargo de estos residuos. Hay muchas personas interesadas en gestionar o en entregar estos residuos para que otros los gestionen. Es importante aclarar que nuestra propuesta parte por la gestión de los residuos, pero busca cerrar el círculo usando esos abonos para jardines o huertas urbanas. Y ahí, en esa necesidad de tener más plantas y más contacto con la naturaleza, la cosa es muy transversal, porque los interesados surgen en todas partes, así que es muy difícil afirmar quienes están más o menos interesados en un cambio a favor del planeta”, afirmó Torres.

Lamentablemente, Rodrigo, indica que existen una variedad de aspectos que hacen de la ciudad un lugar que no cuida su entorno y mucho menos que aporte a disminuir la huella de carbono o el cambio climático. 

“Aspectos que pasan no sólo por lo medioambiental, sino que tienen que ver con lo social, con lo económico, con la educación. Y con lo inmobiliario. Este aspecto es muy sensible, porque la alta especulación y el alto valor de los terrenos impiden que iniciativas como la nuestra encuentren en Antofagasta un terreno donde instalarse y volverse una empresa económicamente viable, sin que el valor del arriendo se “coma” tus ganancias, o quedes tan alejado de la ciudad que tus costos de traslado aumenten tanto que sea insostenible la iniciativa. Nosotros, por ejemplo, nos vimos obligados a trasladarnos a un terreno en la Cuarta Región para poder producir abono en mayor cantidad para responder a la demanda de nuestros clientes, porque hacerlo en Antofagasta era imposible, totalmente inalcanzable” declaró con pesar, Torres.

A raíz de esta desventaja, aprovechamos de consultarle si han recibido algún aporte o ayuda, por parte de autoridades o del gobierno.

A lo que Rodrigo remarcó que, las autoridades o gobierno de turno se encuentran “atrasadas respecto de temas medioambientales y sociales. Existen fondos insuficientes y que instalan la lógica de la competencia económica en temas donde esa lógica se vuelve absurda. Cuando iniciativas de este tipo buscan apoyo se encuentran con problemas del tipo -falta legislación, no hay un código en SII que defina su actividad productiva, todos son recicladores de base-, lo que contrasta con la realidad de lo que cada una de estas iniciativas hace en la práctica. Mientras no exista una política pública clara que ayude a generar el cambio social necesario, los aportes y apoyos del gobierno serán sólo cifras y estadísticas que ayudan a medir cuantitativamente los problemas medioambientales desde la lógica del mercado”, Rodrigo Torres de La Lombriz.

Al ser consultados sobre qué llamado harán a las autoridades de turno, Torres explicó que “los llamados a las “autoridades” ya se hicieron. Nosotros preferimos llamarlos “personeros públicos”, pues consideramos que no tienen autoridad alguna sobre nadie, sólo administran los recursos del Estado. Podríamos dar una lista larga de errores y problemas que comenten estos personeros, de cómo se dilapidan los recursos públicos, pero de nada sirve porque no escuchan. Se mueven bajo la dinámica del conflicto, de responder cuando la gente reclama. El levantamiento popular de octubre es el ejemplo más claro de eso”.

Por lo que, “la Lombriz, nació precisamente porque nos cansamos de hacer esos llamados, de esperar que esa especie de “mesías” que se supone que es el Estado, solucionara los problemas medioambientales que afectan y aún afectan a los niños de Antofagasta, a nuestros hijos. Y nunca hicieron nada. Sólo anuncios, solo estudios, solo cosas de papel, como el Policlínico Medioambiental que se supone iba a atender a los niños, pero que te tramita cuando quieres pedir hora. No, los llamados no sirven de nada. Mejor concentrarse en hacer cosas que sí están a tu alcance. Nosotros gestionamos solos y sin ayuda una montaña de “basura”, ellos no hicieron nada”, concluyó uno de los encargados de La Lombriz. 

Te invitamos a visitar La Lombriz, para conocer los diferentes productos que tienen para ofrecer, ya sea, humus, compost orgánico o lombrices para vermiscomposteras.