No es posible que el actuar de las autoridades del Colegio Inglés San José quede impune. Para ello es preciso que se persiga incansablemente ante los tribunales de justicia, la culpabilidad de quienes desataron la violencia contra los menores de edad.
Sin lugar a dudas, la noticia que remeció conciencias y marcó la pauta entre los antofagastinos este 25 de Agosto, fue la violenta represión policial de la cual fueron víctimas los estudiantes del Colegio San José de Antofagasta.
La mayoría de los comentarios al respecto, fueron en repudio del actuar de carabineros, que no utilizó orden de desalojo y esgrimió como excusa de sus actos, que quienes se manifestaban en el establecimiento no serían alumnos del colegio, hecho que posteriormente se comprobó como falso.
Por cierto, también estuvieron los que de buenas a primera condenaron a los estudiantes (expresiones minoritarias por cierto) dando por sentada una supuesta violencia por parte de los jóvenes, hecho que no se condice con los hechos, de los cuales un equipo de este medio fue testigo presencial.
Sin embargo, más allá de estar de acuerdo o en desacuerdo con la manifestación de los estudiantes (apoyada con las firmas de más del 60% de los estudiantes y apoderados) o si se está en contra o a favor del desalojo de un Colegio, es preciso convenir que no existe justificación para el uso de la violencia por parte de hombres armados, en contra de menores de 16 y 17 años, cuyo único “delito”, fue ingresar al establecimiento educacional donde estudian todos los días, con el fin de expresar su solidaridad con los estudiantes de Chile y un Paro Nacional que es apoyado por la mayoría de los chilenos.
En ese sentido, que las autoridades educativas y religiosas hayan avalado el uso de la fuerza contra los alumnos que ven diariamente en sus aulas, no puede recibir otro calificativo que el de mezquino y cobarde, además de ser una muestra de infinita inconsecuencia entre lo que se predica y lo que se practica.
Resulta como una broma de mal gusto, que los mismos rostros que diariamente pregonan cánticos y oraciones a favor de la solidaridad, sean capaces de justificar la violencia contra menores de edad que precisamente, estaban mostrando su solidaridad.
Y el hecho empeora, considerando que además, este tipo de gente es la que está recibiendo mes a mes la subvención del estado, pagado con el sudor de todos los chilenos. Literalmente, lucran con el dinero de los papás de los niños que luego mandan a golpear.
Todos sabemos que estos hechos no son nuevos en Chile, pero ante la gravedad de lo sucedido, no es posible perder la capacidad de asombro. Son precisamente los hechos que vimos en otras ciudades del país, con sostenedores llenos de odio atentando contra la libertad de expresión de sus alumnos, los que algunos repiten y pretenden seguir repitiendo en Antofagasta.
Afortunadamente, la sociedad ya se manifestó enérgicamente condenando estos actos y demás está decir que los oscuros personajes detrás de la violencia, recibirán también el castigo divino por contradecir los valores de la religión que difunden.
Pero a la sanción social y moral, debe acompañarla en todos los casos, una sanción legal. No es posible que el actuar de las autoridades del Colegio Inglés San José queden impunes.
Para ello es preciso que se persiga incansablemente ante los tribunales de justicia, la culpabilidad de quienes desataron la violencia contra los menores de edad y negaron aquella noche la calidad de alumnos a sus estudiantes, que luego fueron detenidos y en algunos casos, golpeados por carabineros.
Paralelamente, se hace aún más evidente, que es necesario escuchar cuanto antes la voz ciudadana, que indica claramente que termine de una vez por todas el escandaloso lucro por parte de sostenedores sin una pizca de criterio.
Soplan nuevos vientos y con ellos, parece haber luz al final del túnel. Chile avanza día a día rumbo al día en que ya no pueda venir cualquiera a decir qué tipo de educación y qué valores deben recibir las futuras generaciones, más aún si quien lo hace, inculca principios que ni siquiera es capaz de sostener con sus actos, ganando además jugosas sumas de dinero en forma ilegal con algo que en casi todos los países del mundo es un derecho que se entrega en forma gratuita.
Nota del editor: Ante las dudas de algunos lectores, aclaramos que evidentemente este artículo corresponde a una columna de opinión, que cualquier medio de comunicación social puede publicar, considerando la libertad de expresión.