Mientras el feriado católico mostraba su faceta comercial, ayudando a los comerciantes de pescado a cobrar precios fuera de toda lógica racional, en el otro lado de la vereda, creyentes y no creyentes, hacían caso omiso a tradiciones religiosas y disfrutaban de un viernes de “carrete” en las playas dela capital regional, o asados de carne y vegetales.
El olor a la clásica barbacoa, se siente hasta en los pisos finales de un histórico edificio en el sector sur de Antofagasta. Es pleno viernes santo, tradicional fecha donde la Iglesia Católica ordena no comer carne, ni caer en “exceso”, disfrutar del día sin reír, sin bailar, sin pasarlo bien. Sin embargo, es precisamente lo que hacen.
Desde tempranas horas compraron en un supermercado del centro, “aprovechando que la carne está barata”. Para los vegetarianos del grupo, pepinos, berenjenas y pimentones. La idea es que todos puedan pasarlo bien, disfrutar y compartir.
“Yo soy creyente pero a mi manera y encuentro hipócrita que la iglesia pida que nos privemos de cosas, mientras el Papa está rodeado de oro en el Vaticano”, sentencia el universitario Claudio Marín.
Por su parte Carolina, alza su vaso señalando que “hay muchas familias que no tuvieron dinero para comprar pescado, y consumieron por respeto quizás, sólo verduras, evitando el maltrato animal, lo que a mi parecer es un principio mucho más cristiano que el comer pescado o carnes blancas gastando dinero, mientras mucha gente muere de hambre. Después esperan el domingo con muchos chocolates”, dice entre risas.
Viernes de Carrete
Críticas a una tradición religiosa, que también surgen espontáneamente entre los jóvenes, creyentes o no, que decidieron salir a “carretear” en diversos puntos de la capital regional, encontrándose eso si, con un férreo control policial que prácticamente “barrió” con todos aquellos que eligieran a la playa del sector “Puerto Caliche” como zona de diversión.
Incluso fueron varios los interesados en ganar los licores que sorteaban algunas botillerías locales, que no obstante la fecha, contaron con las clásicas filas habituales de ciudadanos demandando principalmente ron, vodka y cervezas, entre otros productos.
Punto aparte recibió una concurrida Fiesta Electrónica que se realizó en la Playa El Lenguado, donde asistieron decenas de jóvenes de todo tipo de creencias religiosas, que se encargaron de demostrar hasta que punto, las nuevas generaciones están abandonando tradiciones del pasado.