“Me llama la atención de esta discusión, no escuchar a nadie que presente una investigación académica, mostrando los impactos que podría tener esto en el desempleo, empleo o salario, las opiniones surgen solo como anécdotas”, constata el académico de la Facultad de Economía y Administración (FACEA) de la Universidad Católica del Norte (UCN), Dr. Víctor Iturra Rivera, al referirse sobre el proyecto de ley que rebaja de 45 a 40 horas la jornada laboral en Chile.
El especialista, quien es doctor en Economía Aplicada por la Ohio State University, puso de relieve aspectos de un tema que puede tener múltiples implicancias para el país y la región de Antofagasta.
Su primera reflexión apunta a que en Chile se suele tratar como sinónimo las horas que se pasa en el lugar de trabajo, con la productividad de la persona. “Un tema es la cantidad de tiempo que una persona pasa en el trabajo y otra es cuán productiva es”, afirma el docente, quien añade que si existe o no una relación directa entre el tiempo que se está en el trabajo y la productividad, ésta no es necesariamente de uno a uno.
“Las horas que pasa la gente en el trabajo o la productividad son dos cosas distintas, están relacionadas, pero son diferentes, no implica que la persona que está menos tiempo en el trabajo sea menos productiva”, especifica.
Añade que la visión de relacionar horas con productividad es estrecha. Por el contrario, apunta a que si se dirige la mirada a que el trabajador pueda orientar de modo positivo sus tareas, una hora por día no debería afectar.
Consultado sobre si es ahora el momento de hacer un cambio como el que se propone, su respuesta es de mesura. “Estamos en un entorno complicado, lo dependiente que somos de los mercados externos es mucho. Ahora nunca para el empresariado hay un buen momento para hacer estas cosas, siempre es un desafío adicional”.
Argumenta que en Chile ya no solo se consideran las cifras económicas, las personas están mirando más allá, cosas como la calidad de vida y el tipo de país que se quiere construir.
CALIDAD DE VIDA
El académico, quien dicta las cátedras de Microeconomía en pregrado y de Economía Urbana en posgrado en la UCN, señala que, si bien la rebaja a 40 horas puede afectar los salarios, aumentar el desempleo, o por el contrario ser beneficioso para los trabajadores, su opinión también apunta hacia una perspectiva distinta.
“Yo en ese sentido, me voy fuera de la economía cuando tratamos de responder esta pregunta, porque se tiene que considerar la calidad de vida que tienen hoy las personas”.
Plantea que, si bien la discusión tiene un carácter económico, no deja de tener un enfoque social. “Si queremos incrementar la calidad de vida de la población, para eso debemos aumentar el tiempo de las personas para estar con sus familias, disfrutar del ocio o alguna actividad distinta que no sea el trabajo”.
Enfatiza que la discusión debe ampliarse y no sólo enmarcarla en el tema del desempleo, empleo o en los salarios. “Mi opinión es que Chile debería tener la capacidad de adaptarse a una jornada menor. Hay países que lo hacen, por lo tanto, no debería ser un problema, sino que la forma de ver el asunto debe cambiar”.
Puso de relieve que la discusión se centra en el empleo y desempleo y 40 o 45 horas, pero nadie habla de las personas. “Al centrar el problema en un foco particular se pierde el panorama completo, la discusión se minimiza a un solo punto y las conclusiones pueden ser erradas”.
Añade que sería necesario levantar una dimensión más social, ya que los trabajadores son multidimensionales. Igual de importante es cuánto demora en llegar una persona a su casa, cuánto descansa y disfruta con su familia, especifica.
Expresó que estos temas surgen y se conversan con los estudiantes. Asimismo, planteó que los académicos tienen un rol que jugar en torno a estas temáticas. “Desde la UCN está el humanismo cristiano, es una dimensión superior que debemos incluir para enseñar que se debe velar por el bienestar de todas las personas, y desde ahí debemos complementar la economía. Un resultado puede ser muy bueno desde lo económico, pero, qué pasa con las personas que están ahí”, puntualiza.