Contexto:
Por largo tiempo algunos sectores de izquierda han pensado que la “competencia” de la izquierda internacionalista en la reclusión de masas populares es el neo-liberalismo, pero luego de un análisis somero no es difícil darse cuenta que aquello carece de todo sentido. La competencia en el reclutamiento de masas discursiva a lo largo de la historia mundial ha sido el discurso nacionalista, al respecto los regímenes fascistas son ilustradores y bien es sabido que aquellas formas de ejercer el poder se nutren de el fervor de las masas populares; no se explica ninguna régimen fascista sin el dictador carismático que en cinco minutos de discurso hacia vibrar al pueblo alumbrando el camino para el fin de todos los males y sufrimientos, poniendo la protección del territorio geográfico y la identidad nacional como las principales banderas de lucha.
Primer Acto:
Los medios de comunicación informaban minuto a minuto lo que ocurría en torno a la controversia limítrofe entre Chile y Perú llevado a cabo en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya.
– Él: Sentado en la mesa con voz segura y estridente dice “peruanos desgraciados, yo les armaría la guerra, andan en jauría por todo Chile y aparte quieren quitarnos mar, estos tipos no aprenden, Chile no regala sus tierras indios de mierda. Yo los echaría a todos, peruanos, bolivianos colombianos y a todos estos tipos que vienen a puro (…).”
– El Otro: “Me parece extraño tu discurso nacionalista, porque cuando se trata de capitales extranjeros que vienen y explotan nuestras tierras tú eres capaz de besarles los pies contar de recibir alguna migaja de aquello y renovar tu celular. No aceptas que Chile “regale sus tierras” pero que “las prostituya” no te parece tan feo ¿verdad?
Segundo Acto:
El Otro Caminando con una amiga por calle Washington frente al departamento de extranjería de Antofagasta; inmigrantes de países limítrofes y centro americanos hacen filas durante horas para poner al día sus papeles. Los frontis de casas alrededor están marcados con frases de índole nacionalista y racistas aludiendo a los extranjeros.
La amiga: Les toma una foto a los mensajes, mira a El Otro y dice “Que pena y que vergüenza”
Tercer Acto:
El otro Se sube a un colectivo por la noche camino a su casa.
Chofer: “Estos negros tiene la pura embarrada en el centro, nos vienen a quitar la pega, y los que no, a traficar o prostituirse”.
Acto Final
Antofagasta; la clase media indignada se organiza y se toma las calles de la capital de la Segunda Región para pedir que el Gobierno Regional se haga responsable y de una vez por todas prohíba la entrada de extranjeros al país, aludiendo que son los inmigrantes los que tienen a la región como está. “Antes Antofagasta no era así, se podía caminar tranquilo”. Antes había más trabajo para los chilenos.
Final alternativo:
Antofagasta; la clase media indignada se organiza y se toma las calles de la capital de la Segunda Región para pedir que el Gobierno regional se haga responsable y de una vez por todas prohíba la entrada de extranjeros al país, aludiendo que son los inmigrantes los que tienen a la región como está. Al no tener una respuesta concreta las masas se enfurecen; aparece Juan Pérez – sí, Juan Pérez, el chileno que todos conocemos- y se pone al frente de la rebelión. “Chile para Chile” es la consigna que se cristaliza en gritos y pancartas. Grupos de estudiantes, trabajadores y profesionales se organizan en fracciones que salen durante la noche a “limpiar el país” como les gusta denominar a los actos de violencia que ejercen contra las casas céntricas que hacinan a los inmigrantes. Las casas arden en fuego y quien se atreva a salir de las llamas es molido a golpes mientras se entona el himno que ahora se escucha en radios y canales locales “Levantad, levantad, el país de la igual, donde todos los chilenos tengan acceso al pan. A limpiar, a limpiar el país de todo mal, Chile para Chile, hay que hacerse respetar”. Se cierran las cortinas.
Nota de orientación a la crítica y al lector:
El Otro aclara que esta obra no tiene un final feliz de orientación teleológica y no será expuesto en teatro alguno más que en la vida misma, por tanto, se autoriza su completa modificación, después de todo, como dijo un ex presidente: “La historia es nuestra y la hacen los pueblos”.
“Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal se producen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvido de agregar: una vez como tragedia y otra vez como farsa”.
Karl Marz. 18 Brumario de Luis Bonaparte.