El Ancla del cerro, que es el blanco emblema de los orígenes de una ciudad puerto, amaneció de color café la mañana del domingo, y así se mantuvo hasta cerca de las dos de la tarde. La invención por parte del artista local Francisco Vergara es vigorizar la identidad de la región llevándonos de una manera simple al por qué de un símbolo que forma parte de la identidad antofagastina.
“El cerro del ancla fue diseñado como referencia para que los barcos pudieran cargar las materias primas extraídas de la Pampa y a su vez para abastecer a las compañías extranjeras en la construcción de las vías ferroviarias que hoy en día dividen a la ciudad en sectores a través de los caminos comerciales, que quizás sin tener una mayor proyección urbanística, fijaron los rumbos y la expansión de este territorio. Históricamente el ancla es el primer símbolo de la fe cristiana, entonces, hay algo detrás de su origen” comentó Vergara.
Todo el simbolismo con que carga el ancla se ha perdido en el tiempo y ha pasado a ser nada más que un adorno mal diseñado en un cerro más de la desértica Antofagasta. Hecho que el artista intento denotar a la comunidad a través de su intervención, apoyado por el Colectivo SE VENDE Plataforma de Arte Contemporáneo quienes aclaran que la intervención en el Ancla se realizó después de un largo proceso de investigación, Dagmara Wyskiel cómo representante del Colectivo explicó que no se daño nada de la obra original para ejecutar la intervención.
“Es importante subrayar, que la acción tuvo carácter no invasivo y absolutamente reversible, no fue ni destrucción de la estructura, ni siquiera intervención con pintura, que resultaría más fácil en ejecutar. Por el respeto a la historia y los sentimientos comunes se planteo solamente cubrir El Ancla por un rato. Pero ni esto fue permitido” afirmó Wyskiel.
Francisco comenta que es difícil distinguir el rol de las autoridades ante nuestra cultura e historia, sin embargo, estos sí tienen la facultad de clasificar qué es patrimonio cultural, obsequiando anualmente el principal símbolo de la ciudad. El premio el Ancla de Oro es entregado anualmente cómo máximo reconocimiento de la ciudad, la crítica radica al desconocimiento de Ancla en si misma.
“Supongamos que los antofagastinos pierden el horizonte ¿A qué emblema se recurre para reconocernos? Desde la conformación del casco histórico de la cuidad- 1868-, el Ancla ha visto la evolución de este terreno gastado, menospreciado una y otra vez. Lo que ocurre en Antofagasta en ocasiones es ocultado y sobrepuesto por otros temas de desarrollo mas importantes como la llegada de ciertos centros comerciales o ideales foráneos. ¿De quienes heredamos y en base a cuales conceptos, protegemos y revalidamos nuestra identidad? La interrogante de algunos predecesores a nosotros debió haber sido la misma, cuestionar lo primordial de los valores, las costumbres y eso que nos identifica como lo que somos”. Declaró el artista.