Una de las características nacionales tan autocelebradas como es la mezcla de pillería y trampa, ese relajo conductual a la hora quedarse con algo que no es uno, desde la lapicera Bic, hasta las utilidades del cobre, ese vicio que raya en lo delictual tan propio de nuestro acervo cultural, luego de una forzosa evolución educativa y generacional, es cuestionado y sancionado socialmente.
Esa “chispeza” la podemos ver desde nuestra exitosa selección nacional, incluido el famoso dedo de Jara en el fútbol, hasta el dedo del diputado Espinoza equivocando el botón para emitir el voto de Osvaldo Andrade en la política. Hoy que la tormenta también alcanza a la chispeante Ministra Javiera Blanco, que tiene más de oscura que de blanco, ciento ochenta y cinco niños muertos entre el 2005-2015 la interpelan, ella sonríe. Ciento ochenta y siete funcionarios recibiendo pensiones sobre 1,5 millones hasta un tope de cinco millones seis cientos mil pesos, ella sonríe. Qué decir del “rey de la “chispeza” el Presidente de la Cámara de diputados defendiendo el jubilazo de su señora por más de cinco millones de pesos, mucha “chispeza” y carerajismo confirmando el descrédito de la política.
Otro que se ha pasado de listo y al cual le correspondió aplicar el CAE con total desparpajo, fue el gobierno de Lagos. Con esa misma “chispeza”, estuvo presuroso en derogar la colusión como delito y transformarla en una simple falta, dando chipe libre a la concertación de precios y evitando la tan cacareada competencia del mercado.
El master de los chanchullos con esa impronta a lo pitbull, disfrazado de exitoso empresario, a lo Trump, no podía estar ausente Piñera y sus silenciosos traspasos financieros realizados con fondos de la Ley reservada del Cobre y depositados en el Banco Santander y Banco de Chile. Quinientos millones de dólares cada banco reteniendo para sí las utilidades que le otorgó la administración de estos recursos fiscales. Los detalles de estas operaciones jamás fueron informados al Congreso y por demás fueron prestados a chilenos con altísimos intereses. Una de estas oscuras operaciones financieras se realizó en pleno periodo navideño del año 2014. Un dato no menor en este juego especulativo es que la variación de estas divisas son de aproximadamente 4700 millones de dólares, monto que no incluye los designados por Codelco para la compra de armas. Como diría Bonvallet, el manotazo fue grande.
En el caso del dictador Pinochet no tenía “chispeza”, era bruto de frentón. Uno de subalternos, Cheyre, el general del nunca más, su “chispeza” la desató a sus 23 años como teniente en el sangriento periodo del golpe de Estado, participando de sesiones de tortura y por extensión, de asesinatos y desaparecimientos de los cuerpos, así lo confirman distintos testimonios y documentos de la época. La multa para la libertad condicional de Cheyre fue de 1,5 millones de pesos, mientras que por estudiar el famoso CAE (crédito con aval del Estado) de cualquier estudiante universitario bordea los 10 millones de pesos.
A nivel local, la “chispeza” se ha manifestado de la mano del actor más malo en su papel de gobernador interpretando mentirosamente los 1684 votos de la candidata como si fuera un triunfo, cuando en realidad es una rotunda derrota. Esa cifra da para ser concejal. El viejo acarreo no dio resultado. Este dato es la lápida para una forma groseramente viciada de entender la política hecha por muertos cargando adobes. Los viejos vicios de la política no se pudieron imponer ante la dura y cruda realidad de los números. Siendo aún más claro, si su candidata hubiese sido una alumna que se presenta a una prueba y donde el rango de la nota va de uno a siete, ella obtuvo un uno.
En estos días, el debate por un sistema de reparto más justo, la “chispeza” se hace presente en una agotada institucionalidad y nefasta política pública impuesta en un periodo dictatorial, denominadas administradoras de fondos de pensiones. En realidad es un sistema forzado de recaudo y defraudación. Nadie puede explicar la socialización de las pérdidas y la privatización de las utilidades, cuando caen los fondos, siguen ganando sus dueños.
En realidad los afiliados nunca ganan. Esta “chispeza” se vuelve a disfrazar de AFP estatal cuando el 80% de los chilenos no la quiere. ¡¡Qué es lo que no se entiende!!!, NO QUEREMOS NINGÚN TIPO DE AFP, NI PÚBLICA NI PRIVADA.