El Frente Amplio como responsabilidad

La cada vez más evidente normalización de la política al servicio de los intereses económicos de unos pocos, a costa de los derechos sociales de muchos, los escándalos de corrupción, la desconexión de las políticas públicas de las necesidades de los ciudadanos y trabajadores, y el siempre creciente descontento, o peor aún, indiferencia, hacen imperiosa la reconstrucción de nuestro sistema político.

Todo ello, en medio de la citación a declarar como imputado a la principal carta presidencial de “Chile Vamos” Sebastián Piñera, en el caso Bancard, y la implicancia de figuras políticas en los casos SQM, CORPESCA, Caval, PENTA, entre otros, que a partir de MOP-GATE (e incluso antes si se piensa en el régimen militar) vienen demostrando su incapacidad de comprender la política como una actividad al servicio de otros y no de sí mismos. Estas prácticas, que develan una tesis en disputa relativa al modo de comprensión de la política y un ejercicio coherente de su actividad, obligan a la irrupción de nuevas fuerzas y liderazgos, dispuestos a hacerse responsables de demostrar, mediante el ejemplo, la nobleza del ejercicio político cuando el fin es realmente el bien común, comprendiendo los desafíos del nuevo momento chileno, y dispuestos a disputar espacios de poder para devolverlos a la ciudadanía.

Este proceso sin duda no puede dejarnos indiferentes. Quien conoce el escenario debe asumir también la responsabilidad de transformarlo, y es en esa convicción, que chilenas y chilenos trabajamos por la construcción de alternativa. El Frente Amplio nace en ya todas las regiones del país, erigiéndose como un nuevo referente, diverso, ciudadano, donde los estudiantes que ayer marchamos por la educación, podemos pujar, junto a otros movimientos sociales, por una nueva democracia.

El Frente Amplio tiene la responsabilidad de dar respuesta al descontento ciudadano fragmentado, mediante la construcción de una nueva propuesta política global, ante el fracaso del neoliberalismo y la transición del poder del estado al capital financiero. Esa construcción, materializada en un proceso participativo levantado desde las comunas, nos invita a hacernos cargo de la desactualización de las políticas de migración, del desastre medioambiental dejado por la minería, las termoeléctricas y la actividad portuaria, la falta de distribución equitativa de recursos y planificación pública de sustentabilidad de las regiones productivas del país, la carencia de nuestros hospitales, y tantos otros conflictos que nos adeuda el centralismo, la desregulación del mercado, la indiferencia de las autoridades y la ausencia de planificación pública a largo plazo.

La profundidad de la crisis actual de nuestra democracia, a diferencia de lo que entiende el duopolio, no puede reducirse a una disputa electoral. Si bien no puede desmerecerse la importancia de abrir la democracia desde la institucionalidad, ello cobra sentido solo mientras se tenga a la vista su horizonte: la devolución de la política a la ciudadanía por medio de la recuperación y recomposición del tejido social soberano.  La propuesta política del Frente Amplio debe ser capaz de posicionarse cuantitativa y cualitativamente con humildad y firmeza, desde su proyecto y no desde sus candidatos; la pretención de transformación histórica no da lugar a mezquindades, y sea cual fuere la lucha que hoy nos corresponda dar, somos nosotros, antofagastinas y antofagastinos comprometidos con nuestra tierra, los que debemos estar a disposición de la creación del Chile que soñamos.

Catalina Pérez Salinas

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