El pasado jueves medios españoles mencionaban con orgullo que el consorcio Siglo XXI, liderado por la empresa Sacyr, presidida por el multimillonario español Manuel Manrique, se habría adjudicado la licitación para la construcción y mantenimiento del nuevo Hospital Regional de Antofagasta.
Concretamente los medios europeos señalaban que la empresa europea recibiría del estado chileno un monto de 253 millones de dólares para que asuma la responsabilidad de construir un nuevo centro de salud, ante las precarias condiciones del actual recinto hospitalario, que gatilló incluso una protesta de los médicos y estudiantes de medicina en práctica por la falta de recursos.
El contrato contempla la edificación y posterior explotación de todos los elementos no clínicos de apoyo del complejo hospitalario, incluida la provisión, reposición y mantenimiento del equipamiento médico durante 15 años.
La reacción general es de alivio al concretarse algo que se venía anunciando desde el año 2007. De hecho, mediante las redes sociales, circulan a modo de “humor negro”, registros de prensa de la época, donde se anunciaba que la construcción del nuevo hospital comenzaría el año 2009, hecho que nunca se concretó.
Resulta entonces a lo menos preocupante, la actitud exitista y autocomplaciente asumida por parte de algunos sectores, que pretenden nuevamente -como hace cinco años- presentar a la opinión pública como obra entregada, e incluso como una promesa ya cumplida, una edificación que no se comienza a construir.
Este uso con fines propagandísticos de un tema tan sensible para la comunidad antofagastina, como es la postergada salud de sus habitantes, no puede ser utilizado como elemento para beneficiar a uno u otro sector en las encuestas, sino como un desafío planteado que aún tiene un largo camino por delante y que no debe ser celebrado sino el día que los pacientes comiencen a ser atendidos en condiciones de excelencia.
Más aún si consideramos que el modelo de concesiones y licitaciones suma cada vez más voces críticas, producto de que el servicio prestado por las empresas que se adjudican los contratos, no siempre se ajusta a lo prometido en los proyectos.
El ejemplo más actual es lo acontecido con las rutas concesionadas y los kilométricos atochamientos ante la mala planificación en las plazas de peaje. Un tema que también tiene incidencia a nivel local, dado que se están construyendo autopistas en la región bajo este modelo, sin alternativas gratuitas para los automovilistas.
En el ámbito de la salud pública, también existió en Antofagasta una polémica que tuvo como protagonista las falencias en el modelo de concesiones. Es el caso de lo ocurrido con la empresa Casino, que se había adjudicado durante la administración de Daniel Adaro un contrato para asumir la recolección de la basura domiciliaria en la capital regional hasta el año 2013. Sin embargo, problemas administrativos de la empresa concluyeron con una crisis sanitaria de proporciones en la ciudad, que se vio repleta con toneladas de basura al verse interrumpida la recolección de los residuos desde los tristemente célebres “contenedores”.
Finalmente el concejo municipal se vio obligado a terminar con anticipación el contrato a esta empresa para impedir el brote de enfermedades.
Una situación que podría ser catastrófica de repetirse en el nuevo Hospital, por lo que más allá de celebrar los avances del proyecto, deben extremarse las medidas y la fiscalización para velar por el fiel cumplimiento de la empresa involucrada con lo prometido. La fiesta debe realizarse una vez consumado el motivo para convocarla.