Una imponente marcha reunió a centenares de residentes del sector norte de Antofagasta para protestar contra la contaminación generada por las constantes quemas ilegales en el ex vertedero municipal, La Chimba.
Desde niños hasta adultos mayores, familias enteras se congregaron, clamando por un alivio a los episodios de polución que los afectan casi diariamente.
Con carteles que rezaban “No más quemas”, “Alcalde cumpla con su deber”, y el descriptivo “eres puro humo plan 9 y tóxico”, los manifestantes expresaron su descontento con la administración del alcalde Jonathan Velásquez.
El núcleo del problema radica en que el ex vertedero municipal La Chimba es hoy un epicentro de acumulación de basura y escombros. La ciudad carece de un espacio adecuado para depositar este último tipo de residuos, lo que se conoce como rescom (escombros), lo que ha derivado en frecuentes focos de incendio, desatando nubes tóxicas. Tal ha sido el impacto, que en recientes semanas, escuelas han suspendido sus clases al menos tres veces, debido a la mala calidad del aire.
Al asumir su mandato el alcalde Velásquez afirmó que la solución a este problema no era responsabilidad de su administración y culpó a otras autoridades e instituciones. Un discurso muy distinto al que pronunciaba como candidato, cuando afirmaba tener la solución para el problema.
Contrario a las afirmaciones del edil, un fallo judicial dio la razón a vecinos del sector norte y determinó que el municipio es responsable de limpiar y remediar el terreno aledaño al ex vertedero, además de establecer un cierre perimetral y disponer guardias para prevenir futuras quemas.
Aunque el plazo inicial otorgado por la Corte para implementar estas medidas ya ha vencido sin avances concretos, la justicia concedió un nuevo periodo de 160 días. Mientras tanto, los vecinos solicitaban la destitución de la autoridad edilicia por desacato y hubo una airada respuesta del alcalde con acusaciones.
Mientras tanto, el descontento ciudadano continúa creciendo y la problemática ambiental sigue afectando la calidad de vida de los vecinos. Con licitaciones pendientes para remediar la situación, el reloj sigue corriendo y la paciencia de la comunidad se agota.